Parte 8

22 1 0
                                    


-Ay, no puede ser, debiste ver la cara que pusiste, perdón no suelo hacer este tipo de bromas, pero soy un buen actor ¿no?

-me sentí humillado en el grado más bajo-

-Enserio lo siento, la verdad es que lo único que podría pasar es que mi papa retire el dinero que invirtió en la empresa de tu padre en ese caso lo que tendrían que hacer es buscar otro inversionista.

-Siempre eres así de pesado.

-Perdón, es que en mi casa nunca me dejarían hacer un chiste como este.

-Y en tu escuela

-lo mismo

-Bien, no importa no soy ofendido.

-Qué te parece si lo olvidamos y somos amigos.

-De acuerdo, me haría falta alguien con quien hablar cuando tenga que venir.

Me miro a los ojos con una mirada de satisfacción.

-Creo que deberíamos volver.

-No te preocupes por eso convenceré a mi padre de que no regañe al tuyo y así no te meterás en problemas.

Me sentí aliviado, no solo por evitar un castigo sino porque había encontrado un amigo que me ayudaría a soportar lo que estaba pasando, pero ni siquiera eso podía remediar que estaba obligado a casarme con alguien a quien nuca amaría porque mi corazón tenía un solo dueño y ningún contrato podría cambiar eso jamás.

Cuando el lunes llego, no podía sentirme más feliz, me levante más animado que nunca me aliste y baje a desayunar, lo que hubiera disfrutado de no ser por mi padre:

-¿Tienes prisa?

-trague y dije- sí, te molesta.

-No creas que te voy a seguir pasando por alto tus groserías, aunque me alegra que empieces a aceptar a tu familia política.

-Gracias.

-Deberías ser más como Sebastián.

-Ya vas a empezar con tus cosas.

-Por esa actitud, es que lo digo, porque no eres educado y nunca haces lo que te digo.

-Si te oyes, no puedo creerlo todavía, sabes que, me voy.

Aunque había comido poco prefería irme a seguir recibiendo reproches de alguien que no tenía ningún derecho a reclamarme. Hacia fría, se notaba cada vez que respiraba, vi a Damián y cruce la calle para ir a su lado.

-Hola, Damián

Me miro con ternura y le correspondí, me encantaban sus ojos, era muy fácil perderse en ellos con ver su sonrisa lograba hacer que deja de pensar en lo que me preocupaba, lo único que quería era vivir mi presente con él, era la mejor persona que conocía.

-Hola, como te fue el sábado.

-Conocí al hermano mellizo de Valentina, se llama Sebastián.

-Ah y que tal con él.

-Me hizo un chiste pesado pero al final me salvo de que mi padre me regañe.

-Que bien que te haya pasado algo bueno, para compensar lo que estás pasando.

-Es la segunda cosa buena que me ha pasado.

-Hoy cumplimos 3 días.

-Es verdad, que te parece si vamos a algún lugar después de clases.

-Claro

Cuando llegamos a la escuela subí a mi salón y Dorian se acercó a mi puesto.

-Dan, estudiaste lengua

-No voy a caer en eso.

-Ash, ya vez como eres.


Contrato de amor (YAOI)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora