Capítulo 3: Clase especial

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Llegó a la primera clase del día una hora antes de que comenzara.

La razón tenía nombre y apellido. O, mejor dicho, nombres y apellidos.

Michele Crispino y Seung Gil Lee, como descubrió que se llamaban sus compañeros de habitación, tenían práctica de Quidditch antes de que saliera el sol, se despertó gracias a que no podían ser más ruidosos a la hora de arreglarse.

Les lanzó su almohada diciéndoles que deberían tener sus cosas listas por la noche, Seung Gil, quién detuvo su esponjoso proyectil entorno los ojos y siguió con lo suyo, Michele resopló y metió las cosas sin orden en su bolso de prácticas.

Viktor siguió roncando, ajeno a todo y todos. Yuri lo detesto un poco más.

Sin sueño, se vistió con su nuevo uniforme, notando por primera vez que ya portaba el emblema y los colores de su casa, Yuri sonrió levemente y se encaminó por los pasillos.

Al llegar, no le tomó por sorpresa toparse con el salón casi vacío, seguramente todos los alumnos que tuvieran su primera clase se encontrarían en el comedor, desayunando.

Yuri no sentía hambre, su primera mañana en Hogwarts no iba tan bien como lo había imaginado, pero decidió no dejar que ese mal despertar arruinara el resto de su día.

Supo que su mañana acababa de mejorar al notar la figura de Otabek, leyendo su libro de Encantamientos Avanzados en una de las filas centrales.

El moreno, al sentirse observado alzó la mirada y le dirigió una suave sonrisa a su amigo, Yuri caminó a paso seguro hasta él y se sentó ruidosamente en la silla de al lado, por el rabillo del ojo notó que la capa del moreno ya tenia el escudo y colores de Hufflepuff.

–¿Porque no estás en el comedor?– preguntó recargándose en el respaldo. Otabek cerró su libro.

–¿Porque no estás tú?

–No tengo hambre– respondió sin emoción, con la voz ligeramente ronca debido al sueño que aún cargaba, no era una persona madrugadora ya que solía tomar las clases diurnas en Durmstrang, creía que su cerebro no estaba lo suficientemente despierto como para recibir tanta información matutina.

–No puedes pasarte el almuerzo en el primer día de clases y necesitaras toda tu energía.

–Mhm...

Yuri ya había cerrado los ojos, Otabek le golpeó ligeramente con el codo, haciéndole reaccionar.

–¡¿Que?!

–Vamos al comedor. Tampoco he desayunado.

–Qué buen ejemplo me estás dando. Hipócrita.

Los chicos compartieron una risita burlona antes de tomar sus cosas y dejar el aula vacía.


...


–¡No me jodas!, ¿una mandrágora? ¿Qué clase de sujeto es? ¡Suena peor que Viktor!– se burló el rubio, ambos se habían sentado en la mesa de Hufflepuff y Otabek comenzó a contarle acerca de su peculiar amanecer... Con un poco de resentimiento.

No todos los días te caes de la cama por la impresión de escuchar el llanto de una mandrágora –o una muy buena imitación– en tu primer día de clases.

Aún si el dueño ya te lo había advertido.

Emil ya le había dicho que era su deber dar rondines a primera hora de la mañana, por lo que tenía que despertarse más temprano de lo usual. Y considerando que, según él, nunca había sido una persona de sueño ligero...tuvo que buscar una solución.

Anima Ignis, Cordis GlaciemWhere stories live. Discover now