El Canje

8 3 0
                                    

La pequeña Ellie siempre quiso una de esas muñecas que veía en la televisión. Sus padres le habían dicho que no tenían los recursos para regalarsela y ella lo entendía, pero eso no quitaba el hecho de que aun la ansiaba.

Un día, un amigo de la familia fue a visitarlos y se quedó unas semanas con ellos. Quienes lo recibieron de la mejor manera que su economía les permitía. El visitante llegaba de una ciudad grande y quería relajarse en la tranquilidad del campo. No le llevó mucho conocer el deseo de la pequeña de jugar con una muñeca. Así que el último día antes de irse le propuso un trato. Su único gatito a cambio de la muñeca que deseaba. La niña en su inocencia y deseo de querer aquel juguete aceptó. El visitante se llevó el único felino que tenía la familia, el gran amigo de Ellie, a cambio de una muñeca. Una muñeca que no llegó.

Pasaron los meses y la niña no paraba de lamentar su decisión. Había dado a su pequeño gato a cambio de una muñeca. Había canjeado a su amigo por una estúpida muñeca de plástico. Se arrepintía muchísimo y no dejaba de llorar.

A los doce meses de haber perdido a su amigo, el visitante volvió con lo prometido. Pero ya era tarde, Ellie había crecido y el rencor que se tenía a si misma era lo único que perduraba, la muñeca ya no le interesaba y verlo al hombre solo le provocaba dolor.

Con tan solo 8 años, Ellie había sufrido la perdida de un amigo por algo material y pasajero y a su vez la injusticia del hombre en aquel trato, pues había tardado un año entero en cumplir su promesa, eso no era justo y ella lo sabía.

Aunque ya era tarde para retractarse.

Había entregado a su amigo a cambio de una estúpida muñeca de plástico.

FragmentosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora