De hermana y viaje al autobús

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No lo sé, aquella frase pasa una y otra vez por mi mente, junto con un montón de preguntas sin conclusión. Estoy confundida, asustada de las consecuencias y triste con ellas, han pasado días desde que volvimos del viaje y siento que todo cambió para siempre. Las paredes de mi habitación me resguardan de darle la cara a la realidad y es que en todo este tiempo no he hablado con Luis, no puedo verlo. No sé cómo verlo y ese es el maldito tema, que no sé qué hacer.

En la escuela no puedo concentrarme, no importa cuánto lo intente, mis cuadernos terminan llenos de preguntas, de dudas y miedos, aunque eso me ayudó para aclarar un par de cosas, como por ejemplo: ¿Tengo miedo de Luis? No, en realidad no. Sé que lo que hizo estuvo mal, pero sería hipócrita de mi parte fingir que no estuve consiente de ello todo el tiempo, él no fuel único en despertar con el golpe del bus, solo que me quedé quieta curiosa por lo que podría pasar...
¿Me gustó? En definitiva sí, sentir el toque sutil de su fuerte mano sobre la delicadeza de mis piernas, erizó cada parte de mi piel. No puedo olvidar su respiración en mi cuello, el retumbido nervioso de su corazón, los jadeos entrecortados que salían de sus cálidos labios, la sensación de sus dedos dentro de mí. La forma en la que se movía y me tocaba, todo eso me persigue en sueños, me hace despertar húmeda, deseosa y confundida, porque es mi hermano y está mal. Pero mi cuerpo parece necesitar más y en las noches de insomnio, con lentitud he aprendido lo que le gusta, lo que lo calma.

Justo como ahora, es media noche y todo está en calma en esta casa. El silencio es profundo y relajante, a mis oídos solo llegan los latidos de mi corazón, mi mano ha bajado a mi vientre, me acarició con las yemas de mis dedos, con tranquilidad y confianza. Aquella ya conocida sensación de necesidad palpita en mi interior, me siento húmeda pero aún no quiero bajar ahí. Cierro mis ojos e imagino que mis manos son las de Luis, que el me acaricia con delicadeza, que sin prisa mete su mano dentro de mi camisa y toca mis desnudos senos, que toca mis ahora sensibles pezones, los pellizca de tal forma que solo un quejido placentero sale de mis labios, que son callados con los suyos, porque nadie debe escucharnos. Y eso me enciende aún más. Imagino como se sentiría sus húmedos labios sobre ellos, trató de suponer la sensación de su lengua recorriendo mi tetas luego de que él me las mordiera, que las chupara con gusto y ansia. Trato de imaginar el nerviosismo de ser pillados, la forma en que tendríamos que callar nuestro deseo para que no fuésemos descubierto, y un gemido agudo rompe el silencio. Mi vagina se siente aún más caliente y mi humedad resbala hasta mis nalgas.

Lo prohibido, lo negado. Lo que debería ser mío.

Sacó debajo de la almohada mi viejo desodorante en aeresol, mi ahora mejor amigo, lo paso por mis labios y lo chupo como si fuese la caliente polla de mi hermano, no sé si lo hago bien pero es divertido y ardiente hacerlo así. Lo dejo lo suficientemente babeado y con rapidez me desprendo de mi ropa interior, me recuesto sobre el cabezal de la cama y casi quedo acostada, la única prenda que me cubre es una vieja camisa que hace mucho le perteneció a él, al dueño de mis orgasmos.

Paso el desodorante sobre mis labios vaginales y gozo con el frío húmedo que me embarga, con una mano muevo la base de arriba a abajo y con la otra toqueteo mi clítoris, primero con lentos movimientos, pero me es imposible seguir porque necesito sentirme llena. Respiro profundo y con cada temblor de mi cuerpo voy metiéndome mi consolador casero hasta que entra todo lo que puedo aguantar, por ahora.
Mis manos no demoran en moverse, mis ojos se cierran y mis caderas acompañan el compás de mi propia follada. Mis gemidos son bajos, quejumbrosos, pruebas auditivas de mi placer.

La imagen de Luis está ahí, me atormenta saber que solo una puerta me espera de un real placer, podría salir, pedirle que me folle ahí mismo. Solo tendría que llenarme de un valor que no tengo y que me obliga estar en mi cama masturbándome, pensando en la caliente polla de mi hermano.

Solo una puerta me separa de mi paraíso.  


Hola, volví después de tanto que esta nueva versión. Espero sus comentarios  

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