capitulo 2: Raimond

52 1 0
                                    

Duermo de lado en mi cama, después de tan largo día, y cuando creó que no volveré a despertar, Haru llega y posa su pata en mi nariz, abro los ojos poco a poco hasta que la luz artificial ya no me lastima. Acaricio al felino sacudiendo su blanco pelaje con finos toques de negro.

-hola- le digo, aunque se que es un animal.

me pongo de pie dirigiendome hacia mi armario. Rebusco entre mi ropa y no encuentro más que harapos, así que salgo de la habitación y me condujo hasta el cuarto de mi madre. Toco la puerta, oigo murmullo al otro lado, supongo que mama no abrirá, tomo la manija y lentamente la giro, sin hacer ruido alguno; abro un par de centímetros la puerta y asomo la mirada con cuidado, como si lo que está dentro fuera a herirme, vislumbro a mi mamá que está hablando muy suavemente, con un hombre, abrazándolo, como si sintiera afecto alguno hacia él, pero es un hombre diferente a todos los demás que visto, no se porque no me sorprende. Cierro la puerta de golpe, recargando la frente en ella, con la mano aún en la manija, aprieto los ojos, tomó aire, abro los ojos y abro la puerta rápidamente introduciéndome en la habitación, y cerrándola. Corro hasta su baño, sin dirigirles la mirada y azotó la puerta detrás de mí, poniéndole seguro. Respiro profundo, como con alivio, y me vuelvo hacia el armario que se encuentra ahí. Rebusco un poco, hasta que encuentro un viejo vestido. Es de piel color negro con un cierre desde el pecho hasta el borde del vestido de la parte inferior, rodeando el frente, la parte trasera del vestido, hasta llegar nuevamente al frente, este se abre al nivel del de la cintura y debajo de este una suave tela de terciopelo color rojo. En el pecho el negro termina en forma de corazón, y arriba en los hombros hay una delgada malla del mismo rojo que el terciopelo; rojo color sangre, mi segundo color favorito; lo descuelgo y me lo cargo al hombro, me agacho y busco unos zapatos que combinen, hasta que al fin encuentro unos tacones color cereza, de piel de charol, y con el frente descubierto. Me pongo de pie, me encamino hacia la puerta y salgo. Mi madre pronuncia mi nombre en tonó reprobatorio, pero yo ni me inmuto y abandonó la habitación con aire de superioridad.

Entro en mi dormitorio y dejo las cosas en mi cama dirigiéndome al baño, cierro la puerta nuevamente con seguro, abro la llave de la bañera, alzo la tapa del espejo y me sorprendo al verlo vacío; lo único que se encuentra en su interior es una venda con seguro, frunzo el ceño y me muerdo el labio, pensando en que podría usar para herir mi brazo. Tomo la venda, le quito el seguro, la colocó en su lugar aún con el seguro en la mano y doblo con fuerza el broche metálico hasta que éste se rompe."Perfecto" me digo a mí misma. Lo acerco a mi brazo y lo encajo, jalandolo hacia un lado, lo tiro al suelo, tomo la venda perfectamente enrollada, y colocó el bulto de tela contra mi herida, deteniendo la hemorragia y reprimiendo un quejido.

___________________________

El vestido me entra a la perfección, un poco corto para mi gusto, pero muy sofisticado y hermoso. Los zapatos me quedan un poco grandes pero me acostumbro con rapidez. Tomo la guitarra que está recargada en la pared, la cual le robe al vecino de Ryan y bajo las escaleras; al estar en la puerta tomo mi chaqueta de cuero del perchero café, recargo la guitarra en la pared, me la pongo y cuelgo en instrumento robado a mi hombro, tomo la manija de la puerta, la giro, y cuando estoy apunto de salir una tierna voz a mi espalda me detiene.

-¿Adonde vas?- Me dice, doy la vuelta y vislumbro a mi pequeño hermano menor parado en medio de la sala. No tiene zapatos, y está en su pequeña piyama azul de cuadros, su cabello castaño está muy alborotado, tiene un oso de peluche en la mano.

Me inclino hacia él y le limpio la comida seca de la barbilla con el pulgar.

-¿todavía despierto?- Me inclino sobre los talones aunque con estas zapatillas me cuesta un poco de trabajo -son casi las 12

-No puedo dormir- dice haciendo puchero, parando la boca y tallandose un ojo con la mano. Esbozo una sonrisa y me pongo de pie recargando nuevamente la guitarra.

-ven- le digo tomándolo por debajo de los brazos con ambas manos y levantándolo en el aire. Coloco mi brazo alrededor de sus piernas, creando una silla con él, y con el otro lo tomó del espalda para que no caiga. Su rostro es engañoso, aparenta unos tres o cuatro años aunque tenga cinco. Por sus grandes y brillantes ojos y sus enormes mejillas, tan rosadas que en esa piel suave y clara casi se ve vulgar. Subo las escaleras hasta mi habitación, entro en ella, meto a mi hermano en la cama y lo cubro hasta la barbilla pero el saca los brazos para abrazar a su oso con aire protector.

-¿Me cantas una canción?- Dice en un susurro. Asiento con la cabeza y empiezo con voz dulce y clara:

Duerme ya,

duerme ya.

Que mañana al despertar,

las aves cantan,

y el sol brillara,

Duerme ya,

que al dormir,

Soñaras, con volar,

hasta donde quieras ir.

Pero llévame . . . Contigo.

Duerme y sueña,

sueña y duerme,

duerme y sueña con volar.

llega lejos, al volar.

Pero . . .

Llevame . . .

Contigoooo.

-Otra- dice sonriendo, con dientes faltantes. No es una sonrisa perfecta, pero es hermosa. Al menos para mi lo es. Suelto una risita tonta.

-No, ya es tarde- digo sonriendo -lo siento- me agacho y le doy un beso en la frente -sera otro día- digo contra su cabeza, me separo, le aparto un mechón del rostro colocándolo detrás de su oreja, alargando el movimiento de mi mano y convirtiéndolo en una caricia hasta su barbilla -te quiero- le suelto.

-Yo también te quiero- Sonrió. Momentos como este son los que me motivan para esforzarme en lo que hago y lo que quiero, momentos con las únicas dos personas en el mundo a las que amo: Ryan, y mi hermano pequeño.-¿vas a salir?- dice tan fuerte como para devolverme a la realidad -¿Regresaras?- Esa pregunta es un golpe bajo para mi. El que el piense en que yo seria capaz de abandonarlo, de dejarlo con mamá. Nunca lo haría, lo quiero tanto que no lo he hecho. No he huido, aunque lo he considerado.

-Si- respondo al fin -regresare en un par de horas- tomo su pequeña y delicada mano, formando círculos con el pulgar sobre ella -estaré bien- lo tranquilizo -Ryan me cuidara- sonrío con una mueca de confianza -así que ya duermete, es muy tarde para que sigas despierto.

Guardiana de estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora