Lo primero que hicimos fue tomar un baño. Al parecer, el señor y la señora Piest tuvieron tres hijos, dos varones y una hembra, así que nos prestaron sus ropas.
Tienen una vida bastante promedio, son un par de ancianos así que necesitan de bastante atención.
Ayudamos y amamos mucho a la señora Piest, normalmente nos necesita para hacer los quehaceres de la casa y de vez en cuando nos pide ayudar al señor Piest.
Él siempre está en la sala viendo cualquier cosa en su televisión vieja, fumando en la vieja pipa que su hijo le dio antes de irse con una mujer de otro estado o bebiendo cerveza.
Es un hombre bastante temperamental, por esto no nos acercamos a él con regularidad.
Todo fluía con normalidad. Íbamos a una escuela pública a un par de calles de la casa, llegábamos alrededor de las cuatro de la tarde para hacer los deberes y para asear la casa. Salía a jugar a la pelota con Noah al jardín de atrás casi cada día y por la noche estudiábamos.
Solíamos ir al bosque con Noah, amábamos estar cerca del rio que pasaba a un par de minutos de la casa. Se nos permitía bañarnos en él, así que los fines de semana salíamos de la casa desde temprano para pasar todo el día allí.
Mi hermano estaba fascinado con el lugar. Después de tomar un baño y sentarme a contemplar el rio, podía escuchar a Noah riéndose y gritando de la alegría.
A veces me desconecto de la realidad y pienso en el día que conocí a Noah.
No recuerdo si era mi familia con la que viajaba, no recuerdo porque y hacia donde viajaba.
Noah parece que no recuerda nada, al menos nunca me ha preguntado sobre sus padres y mucho menos ha dudado de mi constante afirmación sobre nuestra hermandad.
Junto a él, los días se hacen cortos, parece que ha pasado una eternidad desde que nos conocimos.
Nuestra vida era bastante tranquila, pero comenzó a tornarse insoportable debido a los constantes abusos del señor Piest. Comenzó a tomar más y con ello aumentaron las agresiones hacia mí y a mi hermano. La señora Piest tenía miedo de enfrentarlo, ella estaba vieja y no tenía fuerza.
Ella no nos amaba como a sus nietos, ella permitía abuso tras abuso; Cada dos o tres días, él tenía un arranque de ira y nos golpeaba a mi hermano y a mí. Era horrible. Era una tortura diaria. Parecía que cada vez se esforzaba más.
La casa dejo de ser tranquila y acogedora. Teníamos que encerrarnos en el ático hasta que dejáramos de escuchar los golpes que le daba a la pared y los gritos que lanzaba contra su esposa, bajábamos solamente cuando sabíamos que estaba dormido.
No podíamos hacer mayor cosa en el ático, así que le contaba muchas historias a mi hermanito; historias sobre el amorío que tenían un par de adolescentes, sobre el constante recuerdo que tenía un viejo pesquero con su ya fallecida esposa, sobre un hombre que llego a las puertas del infierno, sobre un hombre que combatía contra los dioses nórdicos, sobre un chico que amaba tanto a una chica que siguió cada pista que dejo al marcharse para poder reencontrarse.
Así es, invente una y mil historias para poder distraer a mi hermanito de lo que nos pasaba.
Los abusos llegaron a tal punto, que él nos prohibía comer. Decía que no aportábamos en la casa, que a lo mucho, si él estaba de buenas, nos daría las sobras. Nuestra unica salvación era la señora Piest, ellas nos deslizaba comida para que pudiéramos sustentarnos. Ella era la única buena alma de esa casa, por eso nos dolió tanto dejarla, pero ya no podíamos seguir viviendo en esa casa, no con él.
Comenzamos a caminar. Éramos Noah y yo solamente.
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Noah y yo.
Short StoryKara es una chica que a temprana edad tendrá que sufrir las desgracias de una ciudad empobrecida por la guerra, al lado que tendrá que sobrevivir y cuidar a un chico que ella proclamo como su hermano.