Sus amigos se ríen, quizás les parezca cómico ver como Harry da medias vueltas intentando tranquilizarme, supongo, conmigo mientras yo pataleo y grito como loca. Al final se detiene y me suelta , haciendo que caiga al suelo, le miro y sigue parado delante de mi, con el semblante serio, me vienen las lagrimas a los ojos y algunas se me escapan, él parece sentirse mal por eso y me toma por la cintura levantándome, lo tengo tan cerca, que me estremezco, levanto la cabeza y me encuentro con su mirada fija en mi. En ese momento me olvido de todo, de los murmullos de los demás y sus intensas miradas, de Daniel gemiqueando.
- ¿Por qué?- le pregunto dolida- ¿Por qué a mi, Harry?
- No entiendo de que hablas
- Lo se todo. Sé que soy solo una apuesta para ti. - me alejo un poco de él- eso duele ¿sabes?
Él parece sorprendido por un momento, pero ya asimilado, solo me mira, diría que casi con tristeza y pena, aunque no se si quiero que él sienta eso por mi. Le hace seña a los chicos de que suelten a Daniel, ellos obedecen, es en ese momento que me doy cuenta que tienen un rollito muy extraño, pues a todo lo que Harry dice ellos hacen y siempre están cuidándole las espaldas. Veo como se marchan todos, Roberto solo se aleja un poco más y miro a Daniel, que parece estar indeciso, esta mal herido como para querer seguir peleando con Harry pero sé que no me quiere dejar sola. Le hago señas de que estará bien, y se marcha entre quejidos.
- Yo… no se que decirte
- No hace falta que digas nada- digo con rabia- ya sé todo lo que tengo que saber. Y es que no mereces la pena, eres un asco, Harry.
- Tu no lo entiendes- dice molesto
- Es que no hay nada que entender, Harry. Lo que hiciste conmigo están despreciable y… tan bajo, lo mires por donde lo mires no tiene explicación.
- Lo siento- susurra tan bajo que apenas y lo escucho
- ¿Qué lo sientes?- yo río sarcástica- no me hagas reír. Si lo sintieras, no me hubieras hecho esto ¿no crees?
- Sé que hice mal, pero… en verdad, no quería lastimarte- Harry se acerca a mi y me toma las manos entrelazándolas con las suyas- lo último que quería era herirte.
- ¿Por qué tendría que creerte?- pregunto soltándome bruscamente de su mano
- Por que yo… siento cosas y… joder esto es más difícil de lo que pensé- dice revolviéndose el pelo- de verdad que no quiero hacerte daño
- Pues ya lo has hecho- digo enfadada, más que antes ¿Qué iba a decir? ¿Qué me quería? Si lo hiciese de verdad, no le costaría tanto decirlo- ¿Sabes qué? Esto no tiene sentido. Será mejor que cada uno vaya por su lado, y ya. Olvidemos esto. Olvidemos todo lo que paso entre nosotros, a fin de cuentas, fue todo mentira ¿no? - él abre la boca para hablar pero no le dejo- no me interesa lo que quieras decir, no quiero tus excusas, no quiero más mentiras. Ya me has lastimado lo suficiente. Esto se acabo, Harry.
Me marcho dejándole con la palabra en la boca, de verdad, que no quería escucharle más. No quiero estar cerca de él. No quiero que me haga daño. Él dice que es lo último que quiere pero, ¿acaso no lo hizo? ¿acaso no lo pensó al utilizarme de esa manera?
Llego a casa y evito hablar con mis abuelos, quienes me miran extrañada pues últimamente siempre llegaba con un sonrisa gracias a Harry. Me encierro en mi pequeña habitación, me tiro en la cama bajo las sabanas de pies a cabezas, queriéndome sentir segura, protegida de alguna manera, sollozo bajo, dándole vueltas a todo. Mi vida ha cambiado totalmente. Todo ha dado un giro que, ahora, me hubiera gustado que siga como antes.
Cuando yo veía a Harry como uno más, un chulo prepotente que no merecía mi atención aunque a veces la conseguía, cuando todo con las chicas era divertido, ahora estamos bien, pero ¿hace cuanto no salgo con ellas? Cuando mis padres estaban bien, en casa, incluso antes de que estuviesen en el paro y nuestra situación económica era mejor.
Cuando mi vida era más fácil.
- Cielo, ¿pasa algo? - me pregunta mi abuela desde detrás de la puerta, paro de llorar rápidamente y me incorporo en la cama- déjame pasar, anda- dice intentando abrir la puerta
- Espera ya te abro- le digo levantándome de la cama, antes me miro en el espejo y noto que mis ojos están rojos, se nota que he llorado suspira profundamente antes de abrirle con una sonrisa- ¿Qué pasa, abu?- le pregunto como si nada
Ella me mira con una ceja enarcada y entra a la habitación, se sienta en la orilla de la cama y desde allí me llama con cariño en la mirada, me acerco tímida y me siento en el suelo delante de ella, presiento que sabe lo que me sucede y yo no tengo ánimos para hablar del tema.
- Eso lo debo de preguntar yo. ¿Qué ha pasado?- dice acariciándome la mejilla, yo reprimo las ganas de llorar de nuevo
- Nada… es que- me encojo de hombros porque no puedo seguir hablando y me seco las lagrimas. Mi abuela no dice nada, simplemente me abraza, estrechándome fuerte entre sus brazos, como si supiera que necesito ese abrazo, sin necesidad de un “todo irás bien” porque me lo transmite, y me lo creo.
- Hay más peces en el mar- me susurra al oído, la miro confusa y entonces lo entiendo, al pensar en su frase me sale una mueca.
- Ya… pero él era mi tiburón- susurro muy bajo, más para mi misma que para ella
- Esto te parecerá que es lo que dice todo el mundo, pero… si de verdad siente algo por ti, vendrá.
- No, abuela. No al menos después de lo que le hice- dice mordiéndome el labio para evitar llorar
- El amor todo lo perdona. Si no, créeme que tu abuelo y yo, no estaríamos juntos.
- Es diferente abuela, él no me quiere, nunca me ha querido y nunca me querrá. - sentencio dolida
- ¿Cómo puedes estar tan segura? - yo le miro atenta mientras ella permanece serena y acariciándome el pelo
- Porque si me quisiera, no me lastimaría.
- ¿Sabes una cosa, cielo? Tu abuelo también me lastimo y mucho. - la abuela mira al frente, pero sé que no mira nada que este en mi habitación, sino sus recuerdos y sonríe con añoranza- él era el típico chico vago, que no estudiaba, que se la pasaba en la calle de fiesta, que bebía y fumaba, ya sabes, ese tipo de cosas que hoy en día hacen muchos jóvenes y no solo un pequeño grupo como en mi época. - entonces rió- yo tampoco era una santa, era rebelde y al conocerle me deje contagiar más de él, pero nunca llegue al extremo de drogarme o ese tipo de cosas. Solo me la pasaba bien y era feliz junto a él.
- Y entonces, ¿Por qué dices que el abuelo te hizo daño?
- Porque le era imposible serme fiel- dice con cierta tristeza y entonces sonríe- lo llegue a pasar muy mal, yo siempre le perdonaba, hasta que un día me canse. Y en ese momento el abuelo se dio cuenta de todo lo que me quería. - hizo una pequeña pausa y suspiro profundamente- me marche a Tenerife, allí conocí a nueva gente y estaba comenzando a ser feliz, pero entonces, un año después, él apareció en la puerta de mi casa con un ramo de flores.
- Guau abuela, eso es muy bonito y dice mucho del abuelo- digo con una sonrisa al imaginármelos
- Si, pero no te creas, le hice rogar- dice riendo y guiñándome un ojo
- Pero al final caíste en mis fuertes brazos de nuevo- dice el abuelo desde el marco de la puerta totalmente erguido y con una sonrisa de superioridad y orgullo
- Bah, tonterías- dice la abuela haciendo un gesto con las manos de quitarle importancia- me diste pena - yo me echo a reír por la cara que se le quedo al abuelo y la abuela se acerca a él con una sonrisa coqueta y le da un piquito, me mira y me guiña un ojo- quizás tu tiburón- dice sonriendo pícara- ahora se de cuenta de lo que ha perdido. Y si es un hombre de verdad, te recuperará. - dice antes de salir con el abuelo detrás pidiéndole comida
Me quedo pensando en las última palabras de mi abuela. Sonrió por un momento, me encantaría que pasase, que mi reconciliación con él fuera tan bonita como la que parece tuvieron mis abuelos, pero eso solo es un sueño. Puede que simplemente Harry no me quiera recuperar, que yo no signifique nada para él.
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Y así... el tiburón se enamoro del pecesito. {ADAPTADA} Harry Styles & tu.
RomansaCuenta la historia que nadie puede creer. El enorme tiburón del pececito se enamoró. Muchos se preguntaron, ¿Qué fue lo que vio en el él? Y es simple, es sencillo. Lo enamoró con su sencillez. Era tan hermoso y brillante, que incluso en el abismo, o...