No es fácil cargar con la culpa de lo que uno no ha hecho, pero si es lo que la vida ha dispuesto para ti, solo puedes hacerte fuerte y luchar contra lo que venga. Tampoco es fácil ser una mujer musulmana y no seguir las costumbres de tu país, y es por eso, entre otras cosas, que vivo desde hace cinco años con mi padre, un americano nacido y criado en Nevada, y con cientos de millones en el banco por los negocios, un tanto ilegales, que lleva a cabo en Las Vegas. Nathan, que es su nombre, y Sharaf, el que fue el marido de mi madre, eran socios cuando ella aún vivía, y es cuando me engendraron a mí. Se veían a escondidas de Sharaf, aunque este sospechó algo desde un principio, y lo confirmó al ver en mí algunos rasgos de mi padre. Todo lo que ocurrió después es algo que me gustaría olvidar y que más de una noche me ha quitado el sueño, pero si de algo estoy segura, es que no descansaré hasta que Sharaf pague por todo el daño que me hizo.Sigo peinando mi gran melena castaña oscura frente al espejo mientras pienso todo lo que tengo que hacer todavía hasta que llegue ese momento que tanto deseo, y se me dibuja una sonrisa en la cara al imaginar al que era marido de mi madre destruido por mí. He de reconocer que me hizo mucho daño, pero al menos yo estoy viva.
Termino con mi pelo, y acto seguido abro el recipiente de las lentillas para colocármelas. Parpadeo un par de veces para comprobar que están en su sitio y que no puede apreciarse mi verdadero color bajo ellas, y salgo finalmente del baño. No uso las lentillas por que necesite gafas, sino para ocultar mi heterocromía. No me gusta llamar la atención, y eso provoca que yo sea la diana de todas las miradas.
Me siento sobre la cama después de abrocharme los vaqueros, y me pongo los zapatos. Ya estoy lista para batallar con el día que tengo por delante.
—¡Sam! —grita Helena desde afuera de la habitación—. ¡Nos vamos en cinco minutos!
—Solo necesito dos —contesto en el mismo tono.
Aún no me acostumbro del todo a que haya otra mujer viviendo bajo el mismo techo que yo, y eso que ya hace más de un año que se incorporó a la plantilla de mi padre como experta en armas. Lo cierto es que es agradable tener a alguien con quien poder hablar de vez en cuando.
Vuelvo a revisarme de arriba abajo en los espejos que hay dentro de mi vestidor, y me marcho tras meterme el móvil en el bolsillo del pantalón. Salgo al pasillo y bajo los dos pisos de escalones que hay en la casa hasta llegar al recibidor donde están esperándome para irnos excepto Tay, Aaron y mi padre, que ya han salido. Supongo que para comentar algunos asuntos legales de los que tendrá que hacer uso en la reunión de ahora, ya que Aaron es el mejor abogado que ha puesto pie en este planeta.
Llego al lado de Helena, Dereck y Salvador, y me miran para que les confirme que podemos irnos. Dereck me penetra con su mirada, intentando intimidarme con esos grandes ojos color avellana y con la cabeza que me saca de altura, aunque también es el doble que yo de ancho. Digamos que físicamente hace honor al título de maestro de artes marciales que posee.
—¿Vamos? —se decide a decir finalmente.
—No, iré en el coche de Helena. Tengo que hablar sobre algunos asuntos con ella —añado con una sonrisa fingida.
—Supongo que tendrás que conformarte conmigo —espeta Salvador con una mano en el hombro de Dereck.
Helena posa sus ojos castaños en mí, extrañada ante la situación, puesto que no hay ni una vez que no vaya en el mismo coche que Dereck, pero no tengo tiempo para explicaciones ni ganas de darlas. Me dirijo al coche detrás de la melena cobriza de Helena, y entramos en el vehículo casi a la par para ponernos en circulación rápidamente siguiendo el automóvil de don Musculitos.
—¿Vas a decirme a qué ha venido eso? —pregunta Helena con sus ojos castaños puestos en la carretera.
—Me han dicho que tú estás encargada de organizar mi fiesta de graduación, y necesitaba asegurarme de que sabes lo que quiero —me excuso con la pretensión de que se lo crea.
ESTÁS LEYENDO
Samantha (Saga Ellas. Volumen Independiente 1)
RomanceSamantha es una chica de veintiséis años mitad musulmana mitad estadounidense. Reside en Las Vegas junto a su padre, Nathan O'connell, y Tay, Aaron, Dereck, Helena y Salvador, un grupo de personas que velan por la seguridad de ambos. En los últimos...