21 - LOS CAZADORES

123 17 18
                                    

—¿De verdad podéis invocar a mis padres? —pregunta Tom emocionado en cuanto nos ve aparecer.

—Pareces un crío, Tom —le indica Drogo divertido —. Anda, cálmate. No querrás que te vean así. ¿No?

Tom nos dedica una sincera sonrisa y se va a sentarse sin dejar ocultar lo nervioso que está. Le entiendo. Esto debe ser muy fuerte para é,l por lo que voy a intentar demorarlo lo menos posible.

Drogo y yo nos acercamos al centro de la habitación y sacamos las dagas. Tras dedicarnos una mirada cómplice, las chocamos. Enseguida aparecen las columnas de humo que se transforman en las figuras de los cazadores.

Lo primero que hace Christen es mirar a Tom con ternura. Extiende sus brazos y le sonríe.

—Tom... hijo mío...

Tom se lanza a sus brazos y los dos se echan a llorar.

—Gracias, Viktor —dice Draco mirándole —. Has cuidado bien de él.

—Sabes que lo último que haría es fallarte, Draco —contesta con una sonrisa.

—Y ahora que nos habéis demostrado lo amiguitos que sois —interviene Drogo molesto —. ¿Nos vais a explicar qué pasa aquí?

Draco mira a Viktor y éste asiente con la cabeza. Entonces se vuelve hacia nosotros.

—En primer lugar, quiero pediros disculpas por haberos hecho creer lo que no era, pero era necesario.

—¿Pero por qué? —dice alterado —. ¿Sabes lo mal que lo he pasado pensando que tenía que matar a mi padre?

—¿Ah, sí? —pregunta Viktor levantando una ceja divertido —. ¿No me odiabas tanto?

—Sí, pero no dejas de ser mi padre —contesta con un gruñido. Viktor le sonríe.

—Te explicaré —continúa Draco —. Viktor y yo fuimos siempre muy amigos. Cuando me contó lo que Henry le estaba haciendo, intenté ayudarle, pero era muy complicado. Henry no dejaba nada al azar y todas las pistas apuntaban siempre a Viktor. Parecía tarea imposible, pero, entonces, Christen vio algo en su bola de cristal.

—¿Viste el futuro? —pregunto nerviosa mirando a la cazadora.

—Algo parecido —responde ella sin apartarse de su hijo —. Vi extrañas señales. Tenían que ver con el códice y con la profecía y había una extraña advertencia: «Dejad las cosas como están. No juguéis con el destino».

—¿Y eso qué quiere decir? —indago un tanto intranquila. Las cosas, cada vez, se vuelven más raras.

—Ni lo entendimos entonces ni lo sabemos ahora —contesta Viktor —. Aún así, decidimos hacer caso y no intervenir. Permitimos a Henry hacer de las suyas culpándome a mí de todo. Sabíamos que, tarde o temprano, se sabría la verdad. Aún así, para cubrirnos las espaldas, decidimos que en caso de que algo les sucediera, yo me haría cargo de Tom y le convertiría.

—¿Y has estado aguantando todo este tiempo? —pregunta Camile compungida —. ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué no acudiste a mí? Hubiera podido ayudarte.

—No podía —reconoce Viktor con tristeza. Rose le coge la mano y él le sonríe —. Tenía que dejar a Henry actuar, ver hasta donde quería llegar. Por eso lo hice. El destino nos ha traído hasta aquí por algo. Es el momento de encontrar el códice y averiguar, de una vez por todas, que es lo que nos aguarda.

—¿Sabes que estoy hasta el gorro del destino? —pregunta Drogo serio.

—¡Pues imagínate como estoy yo! —contesta Viktor divertido y todos nos echamos a reír.

DC III: CAPRICHOS DEL DESTINO √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora