9 - PETER

114 17 4
                                    

—¿Por qué esa cara tan larga?

Me vuelvo hacia Drogo, quien me mira preocupado. Su sonrisa consigue que me relaje un poco.

—Perdona —digo pasándome una mano por el pelo —. Es que el profesor nuevo de literatura me saca de quicio.

—¿Ah, sí? —pregunta levantando una ceja en esa pose tan sexy que sólo él sabe poner —. Seguro que es un amargado. No le des más vueltas. Vamos. Te invito a almorzar.

Sin darme opción a responder, me toma de la cintura y me lleva hasta la cafetería. Una vez allí pide una ración grande de patatas fritas y dos cervezas. 

—¿Nos lo tomamos en el parque? —pregunta con un guiño. Yo asiento y le sonrío.

Enseguida nos colocamos debajo del que ya es nuestro árbol. Hace muy buen día y disfruto de los rayos de de sol aunque, por la época que es, ya comienzan a debilitarse, 

Tras dar buena cuenta de las patatas fritas, me recuesto sobre el pecho de Drogo. Él me sonríe y me abraza con ternura.

—¿Cómo te ha ido el día? Aparte del amargado, claro —pregunta besándome el cabello. Eso me hace sonreír. No voy a hablarle de lo que he descubierto, de momento, pero sí hay algo que le puedo contar.

—No te vas a creer lo que me ha pasado hoy —le cuento —. Dorothy me ha pedido que hable con Peter.

—¿En serio? —pregunta intrigado —. ¿Y qué es lo que quiere exactamente?

—Quiere que le acompañe al baile, pero no sé porqué me parece que él prefiere ir con Tiff.

—Sí. Ya —contesta molesto. Eso me intriga. Tal vez sea el momento apropiado para conocer la historia de Peter y Tiff.

—¿Qué es lo que tanto te molesta? —indago tranquila —. Yo creo que hacen muy buena pareja.

—Ese es el problema —responde pasándose la mano por el pelo.

—¿Perdona? No te entiendo.

Le observo fijamente mientras que él se queda mirando a un punto en la nada. De repente suelta un gran suspiro y se vuelve hacia mí.

—Te lo contaré pero, por favor, que Peter no se entere de que lo sabes, ¿vale? —Asiento feliz. Por fin voy a saber qué pasa con Tiff. —Verás. Peter y Nicolae no llegaron a la casa por casualidad. Mi padre los escogió para que fueran mis compañeros. Los encontró en un momento muy delicado de sus vidas y los contrató para ser mis maestros. A diferencia de otros convertidos, a ellos les dio la opción de elegir. Sabía que, en cuanto me conocieran, me cogerían cariño y querrían cuidar de mí.

—Pero eso ya lo sé. ¿Olvidas que tuve la oportunidad de detenerlos? —Él me sonríe con sinceridad.

—Por supuesto que lo sé. Lo que tú no sabes son las circunstancias que les llevaron hasta allí.

—Te escucho —digo prestándole toda mi atención. Él me sonríe.

—Peter era un gran músico. Tenía todo lo que quería. Dinero y mujeres nunca le faltaban, pero él pasaba de todo eso. Se debía a su arte. Hasta que un día conoció a una mujer, Lisbeth. En cuanto la vio, cayó rendido a sus pies. Se hicieron novios enseguida y se comprometieron. Parecía que todo era felicidad, pero entonces, un mes antes de la boda, Peter sorprendió a Lisbeth con su hermano en la cama. Se volvió loco. Quería matarle pero Lisbeth se lo impidió. Le dijo que estaba enamorada de los dos.

—¿Pero a qué jugaba esa zorra? ¿Con dos hermanos? ¿Es que no tenía vergüenza? —pregunto indignada.

Drogo sonríe ante mis comentarios.

DC III: CAPRICHOS DEL DESTINO √Donde viven las historias. Descúbrelo ahora