[esa mirada]

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Te observaba en silencio desde la puerta que no me atrevía a cruzar, el valor que me abrazaba aquella noche se había esfumado, quedando en su lugar solo fragmentos de esa valentía que no me pertenecía, esa que se me era obligada a reprimir.

Sujetabas con fuerza el tazón entre tus manos, parecías aferrarte al calor que éste te brindaba de la misma forma en que yo lo intentaba con mi vida.

Entonces me descubriste, con un gesto gentil y para nada sorprendido. Y sonreíste, como si te diera gusto volver a verme. ¿Podía ser cierto eso, extraño?

Las facciones de tu rostro comenzaron a cobrar más fuerza en mi memoria, tus ojos convirtiéndose en los protagonistas del maravilloso espectáculo en el que me sentía observándote. Porque aun y cuando tu sonrisa era dulce y suave, tu mirada parecía gritar algo mucho más fuerte e intenso.

Y es que esa mirada siempre demostró muchas cosas, siempre significó mucho más que tus propias palabras.

—¿Cómo... cómo te llamas? —Preguntaste con cautela, como si tuvieras miedo a que escapara otra vez. Desvíe la mirada a mis pies descalzos, fríos y sucios, porque no podía decirlo, ¿Acaso querías que el dragón te hiciera daño, extraño? Recordé a mamá, sus gritos y el llanto. Comencé a retroceder, él no podía descubrirme, no podía dañarte a ti también... debía volver al castillo. —Jaebeom, ese es mi nombre. —Tu voz se mezcló con la brisa fría, pero llegó a mi como un cálido susurro.

Aquella noche sonreí, grande y largo, como no lo hacía en mucho tiempo. Y es que el príncipe ahora tenía un nombre.

—Jaebeom... —Lo probé en mis labios, sabía a prohibido y sabía a incorrecto... pero me gustaba.

 pero me gustaba

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save you; im jaebeomDonde viven las historias. Descúbrelo ahora