CUATRO

3 0 0
                                    

-¿Tienes idea de quién puede haber escrito esto? -pregunto Namjoon en dirección a la espalda rígida del duque.

Lord Min entró ruidosamente por la puerta por la que había desaparecido antes.

-¡Exijo saber a qué se debe esta conmoción! ¿Qué ha hecho usted? -sus ojos lanzaron cuchillos de color azul pálido a Namjoon. El duque, ignorando a su tío, volvió la cabeza y le hablo a Namjoon con rostro tenso y sombrío.

-No, por supuesto que no lo sé.

El norteamericano le tendió la nota a lord Min, luego observó el rostro del caballero inglés mientras la leía. El hombre abrió los ojos con asombro, y se puso de color púrpura al tiempo que una vena se le inflamó de forma alarmante en la sien. -¡Esto es un ultraje! -anunció-. Debemos notificárselo a las autoridades.

Si estaba fingiendo, pensó Namjoon mientras se volvía al duque, lo hacía muy bien.- ¿Está seguro, duque? ¿Seguro que no sabe de nadie que quiera verlo muerto y enterrado?

Jin sonrió trémulamente al oír la expresión y murmuró: -No, nadie. Desde luego nadie que escriba así, con esa letra tan tosca.

-Usted es un duque, es rico. Tiene todo lo que cualquiera podría necesitar. ¿Está seguro de que no hay nadie que quiera lo que tiene duque? -insistió Namjoon, mirando casualmente a lord Min. El hombre estaba observándolo con enojo una vez más. El duque parpadeó una vez, dos veces.

-Supongo que una persona pobre podría sentir envidia, señor Kim... O supongo que podría ser un norteamericano que se opone a la realeza y a los títulos nobiliarios y a todo eso... Soy consciente de que algunos de su paisanos tienen esa creencias. ¿Es a eso a lo que se refiere? 

Namjoon movió la cabeza, preguntándose si el duque era tan ingenuo como parecía. Le había dicho que su tío podría haber sido duque de no ser por él y su hermano.

-Su excelencia, creo que ahora aceptará mi sugerencia de que nos vayamos enseguida. Se dará cuenta de que es necesario -dijo lord Min-. Podrían haberlo matado en la estación, y ahora, esta nota. Debe volver a casa, allí estará a salvo.

El duque se volvió hacia su tío con ojos llameantes.- ¿Volver a casa con el rabo entre las piernas, tío? De eso nada.

-Pero Seokjin...

-No, milord -dijo apretando la mandíbula, y Namjoon se sorprendió al ver que hasta un hermoso duque podía ser testarudo como una mula-. No he viajado miles de kilómetros para volverme justo cuando llego a la tierra que he anhelado ver toda mi vida. Comprendo que tú quieras regresar, tío, o tú, Jungkook, o tú, Hoseok -dijo mirándolos uno a uno.

Todos se quedaron en silencio por un instante. Entonces lord Min dijo rígidamente:- Sé cual es mi deber hacia su excelencia. Como tío suyo, es mi deber protegerlo, asegurarme de su comodidad y ver que todo está debidamente...

Lo silenció levantando una mano, mientras su secretario y su acompañante repitieron su deseo de quedarse a su lado. Namjoon carraspeó, ya no del todo seguro de que su tío fuera quien pretendía hacerle daño, pero seguro de una cosa.

-Señor, sé que no es asunto mío, pero creo que su tío tiene razón. Debe regresar a casa, tal vez con un puñado de hombres contratados para velar por su seguridad hasta que llegue allí, pero será mucho más protegerlo en la buena y vieja Inglaterra que aquí...

-Ni lo piense -dijo Jin-. Señor Kim,debe creer que en Inglaterra los nobles nunca son víctimas de la violencia. Supongo que no ha oído hablar de la Torre de Londres ni de las travesuras de Enrique VIII, ¿verdad, tío?

El duque y el forajidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora