Capítulo 6 Ancas de rana

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Una pequeña sombra apareció junto a Lucía. La muchacha apretó más fuerte la lanza mientras miraba la embarrada superficie en busca del intruso. Un pez salio del agua pasando ante los ojos de una Lucía inundada por el miedo y la confusión.

-¡Ufff,... solo era un pez!- suspiró aliviada antes de que un pequeño ser de cabello de posidonia y ojos de sapo saltara fuera del agua con la intención de arrancarle los suyos- ¡Mierda!- pensó moviendo la lanza pero ya era demasiado tarde para hacer nada.

El animal se partió por la mitad. La sangre e intestinos flotaron durante unos instantes dejando entrever una reluciente espada de plata que pasó a unos milímetros de la nariz de Lucía.

-¿Qué clase de monstruo eres?- pensó mientras vislumbraba a la joven bruja entre las gotas de sangre.

Lucía se tropezó consigo misma al tratar de retroceder cayendo de espaldas y siendo bañada por las tripas y fluidos del extraño ser, quedando el torso superior del mismo flotando entre sus piernas.

-¡Qué asco, que asco, ascooooooooooooooo!- chilló mientras todo el vello de su cuerpo se erizaba y comenzaba a retroceder rápidamente sin levantarse hasta quedar junto a Eric. El chico continuaba mirando al frente paralizado por lo que acababa de presenciar.

-¿Quién mierda es ella?- este pensamiento cruzó su mente durante los instantes en los que contemplaba como la muchacha limpiaba la hoja ensangrentada en su sudadera.

-Creía que teníamos prisa- exclamó pasando junto a ellos. Mientras acercaba la hoja a la hebilla de su cinturón. Esta se fue convirtiendo en polvo poco a poco hasta que solo quedó la empuñadura. La muchacha la introdujo en la ranura de metal antes de seguir caminando tranquilamente.

-¿Qué,... qué,... qué,... qué coño era eso?- tartamudeó Eric con los ojos fijos en el torso ensangrentado que flotaba a unos metros de ellos.

-Un bebe, sus amigos no deben andar lejos- dijo inexpresiva la bruja mientras el viento arrastraba cientos de risas y llantos hasta su posición. El cabello de la muchacha se erizó a la vez que comenzaba a correr salpicando de agua y lodo a sus compañeros.

-¿Qué es ese ruido?- murmuró Eric inquieto mirando a su alrededor solo para encontrarse con cientos de pequeños ojos que relucían dentro de las casas. Los macabros seres los miraban fijamente, babeantes, ya que la sangre de su compañero los había alertado abriéndoles el apetito.

-¡Mierda!-gritó Lucía a la vez que salía corriendo tras la bruja pasando junto a Eric con solo una palabra en la boca-¡Corre!- a la vez que los cientos de pequeñas alimañas abandonaban sus escondites, ya fuera tirando abajo las desvencijadas puertas o saltando por el alféizar de las ventanas para llegar a la maleza y finalmente inundar el canal. Eric no se lo pensó dos veces y salio tras Lucía internándose en las angostas y escalofriantes calles, colmadas de moho y raíces, en un intento desesperado de zafarse de la intensa marea que no tardó en inundar la calle. Las criaturas se mordían, se golpeaban y se pisoteaban para lograr aunque fuera estar un centímetro más cerca de su deliciosa y ansiada cena bastante más sabrosa de lo que estaban acostumbrados.

Eric tropezó con una raíz cayendo de boca dentro de la plaza, los engendros se lanzaron sobre el muchacho con las garras extendidas. Su intención era devorarlo. Pero justo antes de que el primero pudiera tocarlo salio disparado estampándose contra la marabunta que se quedó arañando el aire y deslizando sus negruzcas lenguas a unos centímetros del muchacho. El chico retrocedió antes de ponerse en pie y mirar atónito a Lucía que seguía la escena perpleja. -¡Ehh,no huelo tan mal!- se quejó Eric en tono irónico.

-Si fuera por tu olor ya te habrían  devorado, por esa peste a chucho mojado que avientas- la muchacha se mantuvo en silencio unos segundos mientras ojeaba los alrededores para finalmente llegar a una conclusión que aunque la reconfortó también le heló la sangre-Por una vez me hubiera gustado que ese pedazo de basura se equivocara, la tumba no puede estar lejos pero al menos sigue sellada o esas cosas no tendrían el valor de permanecer aquí.

-Me imagino que eso son cosas de tu pueblo ¿no?- Le pregunto Lucía señalando la barrera donde se encontraba Eric haciendo muecas y enseñándoles el trasero a las alimañas.

-Es un Hinansho, un pequeño santuario protegido por una barrera mágica.Estos islotes de paz son el distintivo de estas horribles y grotescas brujas. Algunos aseguran que representa la poca humanidad que aun habita en su interior

-¿Y cómo es que nos ha dejado entrar?

-La barrera esta diseñada para alejar a los depredadores, no a la comida.

-¿Y ellos?-le preguntó aun confusa señalando los cientos de aberraciones que habían trepado a los tejados cercanos y los miraban fijamente.

-Cuando los bebes se convierten en esas cosas pierden toda su humanidad y adquieren un apetito voraz, por el cual, serían capaces de comerse a su propia señora si esta se despista-Le explicó Sophie antes de suspirar. Su hermana siempre había sostenido que era una chica muy imaginativa pero hasta ese punto...

-Así que la cara sapo esta aquí, pues vamos a por ella-le dijo sonriente a Lucía antes de recuperar la compostura y dirigirse a la catedral con paso tranquilo. El muchacho empujó la puerta que comenzó a abrirse con un quejido fúnebre dejando a la vista una enorme sala repleta de viejos asientos cubiertos de polvo y telarañas, lo que permitía a cientos de arañas campar a sus anchas por el lugar. Este no se había librado del capricho destructivo de la naturaleza. Mas allá de los viejos bancos se alzaba un majestuoso roble que atravesaba lo que quedaba de lo que había sido una imponente cúpula perdiéndose entre las escasas nubes. En sus pies yacía una extraña criatura con largos mechones plateados y una máscara de huesos completamente agrietada como si algo o alguien la hubiera golpeado de donde surgían dos imponentes cuernos.  Frente a este extraño ser se encontraban algunas mesas colmadas de probetas y de viejas herramientas. Todo ello alrededor de un gigantesco caldero humeante.

-Mira por donde,... traer a esa zorra nos ha servido para algo- dijo mirando de reojo a Sophie que arrugó la nariz en señal de desaprobación.

-No le hagas caso- le aconsejó Lucía antes de seguir al muchacho al interior de la vieja y tétrica catedral- Me pregunto para qué son estos brebajes- murmuró examinando con cuidado los cientos de frascos de colores envueltos en ese leve manto de polvo.

-Un poco de droga, porros, tal vez, sí, me haría amigo de una bruja así-le comentó antes de que Lucía le asestara un pequeño golpe en el hombro.

"Tiene que estar por aquí, pero ¿dónde?"Se repetía una y otra vez antes de cerrar los ojos y llevarse las manos al pecho. Un festival de sonidos y aromas inundaron su cuerpo. Sentía la respiración de sus compañeros, el sonido de las hojas al separarse del enorme árbol,un olor putrefacto acompañado por el peculiar sonido de algo arrastrándose entre las viejas y carcomidas vigas.

-Parece que la zorra se ha equivocado- murmuró Eric antes de ser golpeado nuevamente por Lucía.

-Deja de ser tan cretino, seguro que tampoco le gusta estar aquí- le replicó su amiga antes de mirar a Sophie. La bruja se mantenía inmóvil con la mirada fija en el techo. Instantes después comenzó a bajar la cabeza hasta clavar sus ojos en Eric caminando hacía el sin mediar palabra, con la mirada perdida, antes de cerrar levemente los ojos y llevar su mano izquierda al cinturón para extraer una de las hojas de plata y lanzársela a la cabeza. Esta paso silbando junto a su oreja decapitando a una pequeña serpiente blanca. Un grito desgarrador resonó por toda la estancia obligándoles a taparse los oídos. Al  levantar la mirada se toparon con la Pilñop agazapado cual araña. La bestia gritó nuevamente mientras la sangre emergía a borbotones de su garganta.

EL Círculo ( Editando Y Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora