Cuando una persona llega a tu corazón, no siempre te das cuenta, muchos creen que el amor a primera vista existe, y aunque eso no sea del todo cierto, tiene algo de sentido en el caso de Fugo, pues él, desde el primer momento en que vio esa escuálida figura hurgueteando en la basura, sintió aquel impulso de querer estar cerca; lógicamente lo que sintió no fue amor ni nada parecido, pero sí estuvo esa chispa dentro de su pecho desde el primer instante, lamentablemente él no era muy bueno dándose cuenta de las cosas, e inclusive ahora que Narancia llevaba ya cuatro meses desde que se había unido a Passione, y casi dos meses desde que había solicitado la tutoría de Fugo, el rubio seguía sin darse cuenta de que, prefería mil veces estar junto a Narancia que Abbachio e, incluso, que estar junto a Bucciarati.
—¡Así no va!— exclamaba el rubio a la vez que tiraba del cabello del mayor, mirándole directamente a los ojos inundado de ira. —¿¡Cuántas veces debo decirte que si vas a restar, no debes poner el número más grande por debajo!?—.
Aunque bueno... no siempre eran momentos tranquilos, mucho menos en sus sesiones de estudio.
—¡Si no vas a esforzarte, de nada me sirve intentar meter algo de información en esa mierda que tienes por cerebro!— y así fue como el rostro de Narancia terminó quedando sobre la superficie de la mesa, no muy suavemente.
—¿¡Mierda por cerebro, dices!?— exclamó el azabache en respuesta, retirando bruscamente la mano de Fugo que aún sostenía sus hebras. —¡Si no lo he entendido es porque explicas de la mierda!—.
Y así es como muy fácilmente comenzaba otra discusión, ya llevaban un par de meses con esas sesiones de estudio, cada vez que tenían tiempo libre, se juntaban para que Narancia aprendiera algo nuevo, aunque seguían costándole las sumas y restas, así como seguía teniendo varios horrores ortográficos y en ciencias tampoco es que le fuera mucho mejor, pero el chico se esforzaba, y Fugo lo sabía, por eso era que aún no se había rendido con él... después de todo, normalmente pasas todo un año aprendiendo sumas y restas antes de pasar a la multiplicación y división, el único problema era que la paciencia del menor era... bueno, algo pequeña.
—¿Quieren guardar silencio?— se escuchó de repente y ambos chicos se quedaron estáticos, aún en posición de atacar a su compañero, pero observando a quien estaba en la puerta. —Desde las escaleras podía escucharlos, ¿es que no saben lo que es comportarse?—.
Bucciarati siempre había tenido ese aura maternal con el resto de los integrantes de su pandilla, cada vez que él te regañaba podías sentir claramente que era tu madre quien lo hacía, lo cual conseguía darle una apariencia bastante aterradora.
—Debemos partir ahora, apresúrense— y dicho aquello, salió de la habitación desapareciendo por el pasillo.
—Narancia...— le miró con notorio arrepentimiento, otra vez había sucumbido ante la ira sin siquiera darse cuenta. —Lo siento mucho, sé que es difícil para ti, intentaré explicar mejor la próxima vez—.
—Soy yo quien debe esforzarse más para aprender Fugo, perdóname tú a mi— y tuvieron uno de esos momentos en que se miraban a los ojos y nada más en el mundo importaba, así mantuvieron el silencio por casi dos minutos, sin embargo, para ellos no fueron más de dos segundos.
—¿Van a quedarse allí todo el día?— esta vez era Abbachio quien estaba frente a ellos. —Bucciarati nos está esperando—.
Y es que habían personas con doctorado en no sentir el ambiente, y luego se encontraba Leone Abbachio, quien se retiró, dejando a dos aturdidos muchachos que ahora se miraban extrañados.
—Ambos debemos esforzarnos entonces— Fugo fue quien retomó la conversación con una incómoda sonrisa de medio lado, dándose el gusto de pasar su mano derecha por las oscuras hebras del más bajo, esta vez con delicadeza. —¿Qué dices?—.
—¡Claro!— respondió este. —¡Me esforzaré mucho para aprender lo que me enseñes, Fugo!—.
Y dicho esto, se encaminaron ambos hacia el sitio en donde Bruno y Leone les estaban esperando.
De camino al lugar que se dirigían, iban en una espaciosa camioneta, Bucciarati junto al chofer, y Abbachio atrás con Narancia y Fugo, quienes se habían llevado un libro, un cuaderno y un lápiz para seguir repasando, esta vez comprensión lectora, Ghirga se encontraba leyendo un capítulo de aquel libro mientras que Fugo escribía algunas preguntas que el mayor tendría que responder para saber si había entendido, mas ambos perdieron la concentración cuando el conductor interrumpió el silencio que hasta aquel momento había en el vehículo.
—¿Y a ti no te molesta que esos dos estén saliendo?— había dicho, ante lo que cuatro miradas se dirigieron a él.
—¿De qué hablas?— preguntó de vuelta Bucciarati frunciendo ligeramente el ceño.
—Ya sabes, el chico rubio con el que parece niña— fue lo que contestó dicho chofer. —Se nota a millas la forma que tienen de mirarse, ¿de verdad no te molesta tener a esos maricones en el grupo?—.
—Mi pregunta iba dirigida a que no deberías meterte en vidas ajenas, concéntrate en conducir y cierra la boca— fue la respuesta entregada por Bruno, no obstante, él no era el único con algo que acotar.
—¡Además no estamos saliendo!— añadió Narancia, visiblemente molesto, cosa que hizo a Fugo sentir un pinchazo en el pecho, aunque no terminaba de entender por qué había sentido aquello. —¿Verdad, Fugo?— y ahora el azabache le estaba pidiendo que confirmara sus palabras, para que así quedara claro que no había nada más que amistad entre ellos.
—Sí, es verdad— corroboró, y no entendía muy bien por qué, pero esas palabras se sintieron amargas en su boca a la vez que le hicieron adquirir un nudo en su garganta.
Nadie dijo más nada por el resto del viaje.
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Hanahaki... ¿otra vez? - [Fugo x Narancia, Jojo's VA]
FanfictionPorque que correspondan tus sentimientos no te asegura la felicidad. -Fugo×Narancia -Contenido homosexual (-18), si no es de tu agrado, hazme el favor de retirarte -Los personajes pertenecen a Araki Hirohiko, mas la historia es completamente de mi a...