V.Consentirte

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Ser un pandillero no era sinónimo alguno de estar las veinticuatro horas del día de los siete días de la semana, involucrado en asuntos de la mafia. A veces ellos tenían tardes para relajarse, hacer lo que quisieran. Simplemente ir y divertirse por ahí, motivo por el cual, sin pensarlo mucho, habían decidido ir al centro comercial aquel día que tenían libre, desencadenando a un Narancia que no paraba de hablar en todo el camino acerca de una nueva película que se había estrenado y que moría por ver.

Así que ahí estaban frente al cine del centro comercial, como cualquier grupo normal de amigos haría, aunque claro, Abbacchio no tenía la más mínima intención de ver aquella película. Según él, podrían ir y hacer cualquier cosa que no fuera estar metidos en una sala de cine aguantando la emoción de Narancia en cada bombardeo, en cada disparo, en cada escena de acción que únicamente Hollywood era capaz de producir, y que sabían era el tipo de películas que Ghirga solía escoger.

—Yo paso— mencionó Abbacchio con su típica voz que le hacía parecer molesto 24/7. — Pueden ir ustedes.

—¿¡Ehhhh!?

Narancia estaba haciendo pucheros en aquel momento. Sabía que si Abbachio se oponía, Bruno no le dejaría quedarse solo, y Fugo en cierta forma iba a lo que dijera la corriente, sobre todo en esas situaciones, no era que al rubio le importase mucho, y entrar al cine solo era aburrido; no tendría con quien comentar la película luego.

—¿Y qué harás?— preguntó Bucciarati al más alto del grupo.

—No lo sé, recorrer el centro comercial hasta encontrar un restaurante y quedarme allí hasta que termine el día probablemente.

Los temores de Narancia estaban siendo confirmados. De ser así todos se irían y no tendría más remedio que esperar a que la película saliera en formato DVD para verla en casa, lo cual ni siquiera tenía sentido. Si puede verla en el cine, y está en ese momento justo frente a un cine, ¿por qué no entrar a ver dicha película y ya? Tampoco era tan terrible, incluso podría contener sus emociones, aunque fuera un poco. Era capaz de prometerlo con tal de que le permitieran ver la película junto a Fu... sus amigos.

—En ese caso, creo que es mejor que no vayamos al cine— decidió el líder de la pandilla. —Narancia, si gustas puedes entrar a verla de todas formas, nos reuniremos más tarde.

No, eso no era lo que Narancia quería. Él quería ver una película con sus amigos y divertirse, hablar luego de la película y comer pizza en algún restaurante de por ahí; sin al menos uno de ellos acompañándole, ni sentido tendría verla.

—No, está bien. Yo...

—Nosotros veremos la película. ¿Dónde nos juntamos luego?

Narancia no podía creer lo que estaba escuchando: Fugo acababa de decir que le acompañaría a ver la película. Al principio su rostro demostró estupefacción, mas eso no tardó mucho en cambiar a una amplia sonrisa, tomar la mano del rubio y correr en dirección al cine. Si Bucciarati ya había dicho el punto de encuentro o no, era algo de lo que no tenía la más mínima idea. Sólo sabía que debían apresurarse, la película tenía muy buena pinta y no sólo eran disparos a lo loco: en el fondo, era por Fugo que quería verla, tenía la sensación de que a él le gustarían ese tipo de cosas. Obviamente la película también tendría acción, pero según lo que había visto en trailers y críticas, la película te hacía pensar. Y Fugo era la persona más inteligente que conocía (al menos ante sus ojos), motivo por el cual sabía que él la iba a amar.

—Viejo, véndeme dos entradas para Matrix— mencionó el pelinegro, dejando el dinero sobre el mesón que le separaba del vendedor, quien le miró con el ceño ligeramente fruncido; tampoco es que fuera mucho mayor que el adolescente.

—Por favor— añadió Fugo, en un tono que claramente amenazaba a Narancia.

Luego de tener sus entradas compradas, notaron que la función no sería hasta cuarenta minutos más tarde, por lo que decidieron dar un paseo por el centro comercial antes de comprar las palomitas y entrar a la sala.

Iban conversando de diversas cosas. Narancia se llevó más de un golpe ligero en el brazo por hacer comentarios matemáticos erróneos, y agradeció internamente que el rubio no tuviera ningún objeto puntiagudo en sus bolsillos; sólo llevaba un pequeño peluche de felpa que el mayor le había regalado para que intentara controlar su ira. Digamos que no funcionaba muy bien.

—Eh... ¿Fugo?— mencionó Narancia, luego de notar que se estaban dirigiendo hacia la salida del centro comercial.

—¿Qué ocurre?— respondió el aludido mirando con curiosidad al más bajo.

—Tú sabes que te estaba siguiendo, ¿verdad?

Ambos se detuvieron en aquel momento. Fugo de golpe y Narancia luego de notar que el contrario se había detenido. Pensó por un segundo si era buena idea correr por su vida, mas no tuvo tiempo de hacer algo así, pues Fugo murmuró algo ininteligible antes de tomar la mano del más bajo de forma no muy sutil y llevarlo a rastras en dirección al cine.

—¿Eh? ¡Fugo!

Pero el rubio no le hizo caso alguno. Llevaban poco más de 30 minutos caminando, dándole uno que otro vistazo a las tiendas por fuera, y ni siquiera habían decidido qué hacer mientras esperaban. Todo porque Pannacotta había tenido la tonta idea de dejar que Narancia le guiara.

Una vez llegaron al cine nuevamente, hicieron la fila para comprar palomitas e ingresaron a la sala. Ya quedaban únicamente 10 minutos aproximados para el inicio de la película y ambos muchachos estaban conversando de diversos temas a la vez, mas Narancia parecía fuera de lugar mientras miraba al muchacho junto a él.

—¿Pasa algo?— preguntó al cabo de un rato, mas todo lo que consiguió fue que el contrario sonriera y se encogiera de hombros.

—No es nada— aseguró este, confundiendo aún más a su acompañante, pero no se sentía capaz de decirle que le gustaba verle cómodo, sonriendo, sin real preocupación; únicamente pasando el rato junto a él en una salida que cualquier par de adolescentes podrían tener.

Durante todo el transcurso de la película, no pudieron evitar comentarla, claro que moderando el volumen de sus voces. Fugo estaba muy interesado en como la película dejaba en evidencia tantos problemas sociales y, a su vez, hacía alusión a la teoría de la caverna. Narancia por su parte había leído un poco sobre aquello, aunque no era un gran conocedor, por lo que simplemente se dedicaba a escuchar con mucha atención las palabras del rubio, puesto que adoraba cuando se emocionaba hablando de las cosas que le gustaban. Los comentarios de Ghirga sobre la película elogiaban los buenos efectos especiales de vez en cuando. Las escenas de acción eran lo que más le habían llamado la atención acerca del filme.

Y cómo serán las cosas que ninguno se percató de que tenían sus dedos entrelazados, sujetando la mano contraria como si de ello dependiera su vida.

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A todas las lindas personitas que están leyendo esto: perdón por no actualizar antes, no les mentiré, simplemente no tenía muchos ánimos para escribir y antes de darme cuenta ya había pasado como un mes... de todas formas aquí está, espero que les guste,

Atte, Siel♡

Hanahaki... ¿otra vez? - [Fugo x Narancia, Jojo's VA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora