Primer deseo

2.2K 100 21
                                    


—¡Feliz cumpleaños, Aioros! —animaron un par de voces despertando al cumpleañero.

—¿Saga, Patriarca Shion? ¡Muchas gracias! —correspondió Aioros ante aquél gesto mientras se frotaba los ojos.

Era el cumpleaños número siete de Aioros y el primero en el santuario. Hacía seis meses que había llegado en compañía de su pequeño hermano, Aioria, quién era apenas un bebé.

Aioros había quedado huérfano, su madre había muerto después de haber dado a luz a su hermano menor. Al ser tan pequeño y no tener apoyo alguno, acudió al santuario, bien sabía por palabras del pueblo que este era un lugar sagrado que ayudaba a la gente, qué mejor que eso.

Una vez en el santuario los guerreros de más bajo rango trataron de sacarlo, pero el Patriarca Shion intervino, y al verlo supo instantáneamente que Aioros estaba en el lugar correcto.

—Tu primer cumpleaños aquí, pequeño Aioros —dijo Shion acercando un pequeño pastel de chocolate decorado con siete velas—, pide un deseo.

Aioros miró fijamente a las velas que chispeaban como si en verdad pudieran conceder un deseo.

—Bien, pensaré en uno —él cerró los ojos y meditó un poco como si de ello dependiera su vida. Finalmente sopló las velas y sonrió dulcemente.

—¿¡Qué deseaste!? —preguntó Saga muy emocionado.

Antes de Aioros, Saga era el único que vivía en el Santuario junto a Shion, la vida era muy aburrida para él, después de todo era un niño y no podía evitar sentirse solo. Cuando supo que un niño se quedaría en el Santuario, lo primero que hizo fue abandonar su entrenamiento, bajar la colina y recorrer las doce casas sin descanso. Estaba tan emocionado que cuando finalmente llegó a la cámara del patriarca cayó al suelo y trató de recuperarse.

Aioros había observado a aquél niño con asombro; nunca había visto tanta energía y emoción, sus mejillas se habían ruborizado ante tal primera impresión.

—Es un secreto —dijo Aioros volteando hacia Saga.

—Por favor, ¡Dímelo! —la curiosidad de Saga comenzaba a crecer.

—Si lo hago, tal vez no se cumpla —dijo Aioros mientras se levantaba de la cama y trataba de encontrar sus sandalias con los pies.

—¿Y sí no se cumple? —preguntó Saga ahora preocupado.

—No te preocupes, me encargaré de que se haga realidad —dijo el cumpleañero con una amplia sonrisa.

—Bien niños, es hora de desayunar —interrumpió Shion mientras salía de la habitación—, no tarden.

Aioros se disponía a salir, pero Saga lo detuvo, al voltear notó que éste estaba un poco avergonzado.

Desde su primer encuentro se habían hecho inseparables, Saga se encargó de enseñarle todo lo que sabía y en poco tiempo se hicieron compañeros de armas. Aioros había aceptado ser entrenado para convertirse en caballero dorado y vivir o morir por Athena.

—Bueno... —Saga bajó la mirada, era algo tímido cuando se trataba de mostrar afecto.

—¿Qué pasa? —preguntó Aioros en un tono suave.

—Feliz cumpleaños, Aioros.

Saga le entregó un pequeño obsequio, la envoltura era algo descuidada, al parecer no era muy bueno con las manualidades. Aioros sonrió y tomó el obsequio con delicadeza, como si fuera la cosa más delicada y valiosa.

—Oh, no es la gran cosa, Aioros —dijo saga tratando de reducir las expectativas de su amigo—, es algo sencillo.

Aioros sacó la envoltura y reveló una bella bufanda de lana lisa color roja. Parecía muy suave y cálida, era perfecta para el frío invierno que pronto vendría.

Deseo ProhibidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora