Al encapuchado le gusta el tennis

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El recreo no era algo de lo más interesante en mi rutina escolar, aunque para algunos el nombre también es "descanso", realmente nadie lo hacia, al menos hasta donde podía ver, lo normal era ver gente jugando en el patio, sentados hablando por ahí, entre otras cosas, sin olvidar el mas importante, ir a la cafetería, mi primer destino, al menos uno fijado por mi.

No comencé el trayecto hasta allá en el momento que la campana sonó, la mayoría del salón, comenzó a levantarse de sus sillas y empezar a acelerar el paso, para que en el momento de salir, ya comenzarán a correr como locos hasta aquellas escaleras, a diferencia de ellos, incluyendo a Jean, decidí tomar su antigua estancia en el puesto de Daphne por unos minutos, mientras que ella, junto con los que quedaban, solo salia del salón caminando hasta la puerta y desapareciendo en la esquina para llegar a las escaleras y bajar con los demás, siendo la ultima en salir, dejando el salón solo conmigo en su silla.

Planeaba quedarme un rato ahí, no es que piense ponerme a buscar otro lugar para hacérmela de Hitman y poder meterme en conversaciones raras...o algo peor, solo quería esperar a que las cosas se calmaran allá bajo, puesto que como era de esperarse, nadie en el verano parece haberse desecho de las viejas costumbres, o mejor dicho, el deseo de obtener el mas grande premio que alguien se podría imaginar en el recreo, el primer puesto en la fila de la cafetería.

Si era como los otros, saliendo en aquel momento del inicio, era algo seguro que vería aquella carrera como aquel momento en que todos los estudiantes, a decir verdad la mayoría, o quizás todos hombres, intercambiaban su humanidad por la naturaleza de un toro español con el único fin de ser parte de aquella estampida, solo para demostrar ser el mas rápido en correr y bajar escaleras solo con el fin de llegar a ese estúpido puesto, solo para ahorrarse unos minutos en aquella fila y quizás llegar antes de que acaben los famosos sándwiches de pollo, de los que normalmente hacen pocos.

*****

Habían pasado alrededor de 15 minutos, realmente no tan aburridos, pase la mayor parte del tiempo escuchando algo de música desde mi celular y unos audífonos que una amiga me dio en mi cumpleaños, no era lo mas entretenido del mundo pero era todo lo que tenia, al menos hasta que la batería acabara, tan poco tenia otras opciones, al recreo solo le quedaban cerca de 35 minutos restantes, se que es largo, pero es lo que tenemos al sólo tener uno, y aunque no tenia prisa por comer, realmente tampoco es que tenga mucho apetito.

Interrumpiendo mis pensamientos, a pesar de tener la pantalla apagada, el ruido de el aviso de batería baja interrumpió la reproducción por un segundo, al momento de restaurarse, decidí que a pesar de no estar vivo, debía darle un pequeño descanso a este pequeño compañero, de todas formas era mi culpa por no cargarlo anoche, o al menos no traer el cargador aquí.

Al quedarme sólo en el silencio del salón, me puse a explorar un poco más en mi mente, a pesar de no tener realmente muchas opiniones interesantes, realmente debía buscar algo que hacer tarde o temprano, no quería terminar todo aburrido, aunque a decir verdad así lo era casi todo el tiempo aquí.

Tampoco es que tuviera tanta prisa, pero un poco tal vez, a pesar de que hoy fue una de las excepciones, los profesores normalmente se aseguran que ninguno de los estudiantes se acerquen o estén dentro de los salones durante los recreos sólo por la posibilidad de que roben algo o prevenir que sean expulsados.

Me levanté de la silla de Daph, para así dirigirme a aquel espacio vacío entre las primeras sillas y el tablero, y enseguida, en el momento que giró a mi derecha para comenzar a ir a la puerta, me detengo instantáneamente mi paso para así quedar totalmente como estatua.

Esto debido a que comienzo a tener un mal presentimiento.

De repente, empiezo a oír unos pasos algo pesados al fondo del pasillo de afuera, la puerta no se había movido de su posición medio abierta, así que puse escuchar muy bien de que alguien se acercaba del lado donde la puerta no podía ver, era una parte que solo podía ver si decidía asomarme, pero no creo que eso sea una buena idea, supuse que era un profesor, supongo que me pasa por hablar del Rey de Roma.

Graduarse o MorirDonde viven las historias. Descúbrelo ahora