Abrí los ojos
y estábamos
solos.
Recuerdo haber
visto gente
cuando me senté
en el sillón.
De repente,
paramos:
y lo que había
ante nuestras narices,
era un banco,
en la nada.
Le acompañaba
un telescopio
en dirección
a las estrellas:
(las cuáles aún,
no brillaban
por ser de día).