Prólogo

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Midoriya Izuku pateó a Todoroki lejos de él. El otro le congeló la pierna. Izuku trataba sacar su pierna del hielo antes que su amigo llegara y le diera un golpe.

—Las chicas están observando—Dijo Kaminari.

Deku escuchó a su compañero y dirigió su vista inconscientemente hacia la ventana de su salón de clases. Se encontró con los ojos marrones de su amiga Uraraka Ochaco. Sin embargo, cuando ella lo notó dejó de mirar hacia afuera.

Deku recibió un golpe en el estómago.

—Midoriya, estás fuera—Expresó decepcionado el profesor Aizawa—. La próxima vez, mantén los pies sobre la tierra y no te distraigas con nada —Anotó en su cuaderno—. Setenta puntos. Podrías haberlo hecho mejor.

Todoroki lo ayudó a levantarse. Su amigo se disculpó con él por el golpe pues supuso que había sido muy fuerte porque el peliverde seguía tirado en el suelo.

—¿Qué sucede, Midoriya?—Le preguntó al notar que su amigo estaba muy desconcentrado.

—Nada—Agachó la cabeza.

—¿Tiene que ver con Uraraka?

—Sí. No lo sé—Se llevó sus manos al lugar donde había recibido el golpe—. No debe ser nada, Todoroki-kun. Me siento un poco cansado eso es todo.

Todoroki negó con la cabeza. Los sentimientos de su amigo estaban en completo desorden.

—Deberíamos regresar al salón. De todos modos ya nada podemos hacer aquí —Se levantó de la banca.

Subían por las escaleras y a su lado pasó Uraraka, sin notar la presencia de ninguno, bajando las escaleras. Ninguno de los dos la llamó.

Ingresaron al salón de clases donde los ánimos estaban por el suelo.

Tsuyu se movía de un lado a otro en la habitación, murmurando su típico Kero con preocupación. Momo negaba con la cabeza. Ashido pateaba el suelo. Jiro escuchaba música, incómoda, por la atmósfera que se había generado. Hagakure dormía sobre su escritorio sin percatarse de lo que había sucedido minutos atrás.

—¿Tsuyu-san, estás bien?—Se acercó Deku a la chica de ojos negros y cabello lacio de color verde.

—Molesté a Uraraka-san. Kero—Se cubrió su rostro con sus manos—. Fui demasiado lejos. No puedo decir más. Lo siento, Deku-kun

Deku no comprendía a qué se refería. Le preguntó a las demás pero ninguna quiso hablar del tema.

El joven heroé se sentó en su silla, detrás de su escritorio, decepcionado.

—Uraraka se fue de aquí porque tuvo una discusión con las chicas—le informó Todoroki.

El de ojos verdes asintió con la cabeza, desanimado. ¿Por qué no había corrido detrás de su amiga? ¿Por qué lo evitaba?

—A Kaminari le gusta Uraraka—Le confesó Todoroki.

Él se crispó. Apretó los puños sin siquiera notarlo.

—No es verdad—Se burló Todoroki—. Quería ver cómo reaccionabas, Midoriya-kun. ¿Te gusta Uraraka-san?

Él no comprendía el amor pues nunca lo había experimentado. Lo más cercano a un romance que tuvo fue cuando tomó de la mano a una compañera en el jardín de niños.

—No lo sé, Todoroki-kun—Se fijó en su cuaderno—. Aunque tengo una idea para averiguarlo. Sígueme.

Su amigo lo siguió hasta llegar a la puerta de la habitación del peliverde. Encontraron a Iida esperándolos.

—Ustedes dos. ¿Tienen idea de la frase: todos estamos entrenando?—Se acomodó sus anteojos y frunció el ceño.

Deku sacó sus llaves, que guardaba en uno de sus bolsillos, y abrió la puerta, ignorando las palabras que había recibido por parte de Iida.

—¿Vas a ignorarme, Midoriya-kun?—Iida entró con Todoroki a la habitación de su amigo.

El de ojos verdes fue hasta los cajones para encontrar una libreta que no había utilizado aún.

—Anotaré las razones por las que me gusta Uraraka-san. Me ayudará a entender mis propios sentimientos —Les dijo a sus amigos con seguridad.

Todoroki y Iida se miraron. Esa actitud tan entusiasta les resultaba vagamente familiar.

[1.2] Me gustas, me gustas, me gustas [Izuocha]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora