Una vez fuimos a unos bautizos en la playa —horas antes de visitar a su hermana. Fue un 20 de julio del 2017. Eran los bautizos de la iglesia donde asistían mis padres (Yo asistía a otra iglesia) Fuimos a una playa llamada Santa Verónica. Ese día estaba lloviznando un poco, y había un clima que no era de playa precisamente; pero, después cambiaría. A nuestra izquierda había montañas. A la derecha arena, y en frente teníamos pequeñas olas. El inmenso mar.
—Ven conmigo —le dije. Empezamos a caminar.
—¿A dónde vamos? —me respondió.
—Allá —tomé su mano. Nos dirigíamos hacia la orilla, donde había una gran parte de un árbol que había sido cortado. Funcionaba perfectamente para sentarse y observar el hermoso paisaje que teníamos al frente de nosotros. Nos sentamos a pocos metros de la orilla. No sabía cómo hacerlo, o qué decirle en ese momento. Estaba un poco nervioso, pero me llené de valor y, comencé a hablarle.
—Quería aprovechar que estamos aquí, en este bonito lugar para decirte algo —añadí. Estaba muy nervioso—. Tenemos el mar al frente, están cayendo pocas gotas de lluvia —eso lo hacía un poco romántico—, y mira, allá hay montañas —ambos miramos las pequeñas montañas que había a nuestra izquierda—. Además, hoy es 20. Nosotros comenzamos a conocernos un 20, así que, para mí es una fecha especial —hice un breve respiro.
Y he aquí mi gran error, o no. Digamos que una de las cosas que más me ha enseñado esta vida. Aprendí a nunca tomar una decisión sin preguntarle a Papá.
—¿Quieres ser mi novia? —le pregunté. Sí, era algo cursi, pero, era la forma en la que tenía que hacerlo.
—¿En serio? —me preguntó. Su rostro reflejaba alegría, emoción, amor, y todo por mí, solo por mí.
—Dhaél —dijo—. Esperaba cualquier cosa, menos esto. La verdad me toma por sorpresa, porque nunca pensé que harías esto aquí —estaba muy sorprendida, así que logré mi cometido—. ¿Crees qué te voy a decir que no? —me miró mientras sonreía—. Deja pensarlo —colocó un rostro pensativo. No podía ocultar su alegría.
Casi al instante me responde.
—Claro que sí. Acepto ser tu novia —no pude besarla, ya que estaban viéndonos, y pues, era un paseo dirigido por una iglesia. Además, mis padres me habían interrogado el día que la llevé a casa. La presente como mi amiga, pero le dejé en claro a mamá que ella me gustaba. Se suponía que no éramos novios, así que no nos podíamos besar.
Ese día la pasamos tan bien que no hubo tiempo de fotos. Estaba un poco triste por eso, se nos pasó, pero ahora me alegro por eso, que en mi galería no estén esos recuerdos. Ese mismo día ella estaba un poco cansada y me dijo:
—Tengo sueño, amor —dijo. No le pregunté, pero, al parecer no había dormido bien anoche. Se veía un poco cansada.
—Ven —le respondí. Tomé su mano y fuimos a la orilla. Ahora sí parecía una playa. Ya no estaba lloviznado. Ahora el sol estaba en todo su furor.
Nos sentamos en la orilla. Le dije que se acostara en mi regazo y así lo hizo. Minutos después, ya estaba dormida. Ese era su poder sin duda alguno; dormirse en minutos.
Lo bueno es que yo disfrutaba verla sin que ella se diera cuenta. Era la primera vez que la veía dormir, y era hermosa como ninguna.
Ella era como observar las estrellas de la constelación de Orión, en una cita bajo la luz de la noche. Al igual que Orión, su belleza era única sin importar cuál sea el hemisferio donde la estuvieras viendo. Mientras que yo era como un foquito de navidad, esos que utilizan para decorar los arbolitos con los regalos.
Sí, esa era la mejor descripción que se le podía colocar a nuestra relación, o nuestro intento de un amor fallido.
Ese día jugamos futbol en la orilla de la playa, y para ser sinceros; ella era casi ciega. Sufría de miopía y la molestaba con eso. Cuando llegamos a la playa, ella se había quitado los lentes, así que no podía ver muy que digamos.
—¿Cómo haces para jugar futbol? —le dije. Lanzó el balón hacia otra parte. Obviamente a donde no estaba yo —Estoy acá, no allá.
Ella jugaba como lateral, una ciega lateral. Nunca supe cómo lo hacía.
Después ella se sentó y yo fui a jugar con mis amigos de la iglesia. (que, por cierto, no dejaron de molestarme en todo el viaje porque al parecer, para ellos, ella era mi novia y según ellos, iba muy callado. Aunque esa parte sí era cierta) Hice una gran jugada e hice un gol y se lo dediqué. Me cansé y no pude jugar más, así que me fui hacia donde estaba ella. Me lancé en la arena. Me acerqué y le dije:
—Siento que me voy a morir, me dará un infarto, amor —dije, con la mano en el corazón.
—Deja esas bromas, no me gustan.
—Es enserio. Tenía mucho tiempo sin jugar.
Colocó su mano en mi corazón. Ella estuvo en algo así como, voluntariados de bomberos. Era algo así. En pocas palabras, ella sabía de primeros auxilios, eso quiere decir que sabe cuándo un corazón no estaba bien.
—Se te va salir el corazón —dijo—. Esto no es normal —estaba asustada.
—Escúchame bien, estas pueden ser mis últimas palabras —dije, en forma de broma—. Gracias por todo, amor —hice una pausa y simulé a la perfección un desmayo. Ella se asustó. Después la asusté—. No pasa nada. Sólo estoy bromeando —reí.
—No vuelvas a hacer eso. No me gusta —se había molestado.
Ese día noté lo importante que era yo en su vida. Algo tenía que estar a haciendo muy bien, y la verdad no sé qué era, pero intentaría todo hasta descubrir qué era lo que yo estaba haciendo para ser tan importante en su vida. Me sentía importante para ella.
Me sentí como una estrella en su constelación, ya que cada estrella es importante para crear las líneas imaginarias, y así formar una constelación. El caso es, que, sin estrellas, no hay líneas, y sin líneas, no hay constelación. Pero eso no aplicaba con ella, ya que si no había estrellas; las inventaba. Ella no esperaría a que un astrónomo la descubriera y creara las líneas, porque ella misma las hubiera unido.
Lo que nunca se enteró, es que, en mis ojos, ella era Orión, Draco, Andrómeda, Géminis, Piscis, Cefeo. Ella era todas las constelaciones en mi interior.
Bueno, hasta el momento les he contado muy poco, así que les contaré algo más. Usaremos los nombres de Orisi "Oris" que es SIRIO "Sirius" al revés, que es una estrella que se encuentra en la constelación de Canis Maior. Yo seré Dhaél.
Ahora responderé la segunda pregunta. ¿Cuándo nos conocimos?
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Buscando Los Brazos de Papá
RomanceDhaél es un joven de 20 años, enamorado de la música, y de Dios. Ahora él también está enamorado de una chica. Lo que no esperaba Dhaél es que su historia de amor, no duraría para toda la vida. En medio del sufrimiento de su partida, surgen varias p...