|Treinta Y Dos Diás| •Jeon Jungkook•

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Ya por fin me encontraba en la casa donde había crecido, la cual había pasado muchos momentos.

Pero al entrar por aquella puerta color negro, sentía que faltaba algo.

La felicidad.

Si, mi familia en estos momentos tal vez no se sientan felices por lo que estaba pasando.

Y no es porque yo este de nuevo en casa, al contrario, esto los pone "Felices" pero esa felicidad viene siendo momentánea.

Ellos en estos momentos estas un poco felices porque me tienen aquí, a su vista y así me pueden cuidar y pueden pasar más tiempo conmigo.

Su felicidad solo es por eso, porque aun se preocupan por mi, y eso es lo que no quiero hacer.

Mi madre, tiene 60 años, y no quiero  que a causa de esto le pase algo, seria mucho peor.

Mi padre, teniendo 65 años, y aun trabajando.

Por estas razones es que no quiero preocupar más a mis seres queridos, no son dignos de esto.

—¡¿Jeon, como estas?! —Era mi madre, quien se encontraba bajando las escaleras que daban hacia la planta de arriba.

Esta tenia una sonrisa y se le notaba un poco de cansancio, ya no es tan joven y se le notaba demasiado.

—Bien madre, ¿y todos ustedes? —Si, bien que extrañaba a todos, los quería un montón.

Quería tumbarme a llorar donde mi madre, pero eso les preocuparía y seria mucho peor las cosas.

Simplemente siendo fuerte, calmaba un poco la cosas.

—¡Dios, te extrañe tanto! No sabes lo preocupada que estaba hijo.—Dijo mi madre y se acomodó en el comedor junto a mi.

—Lo se madre, mi hermano me lo comento en cuanto piso el hospital, yo también los extrañe mucho.
—Yo también los había extraño, estar cuatro días en una camilla no era muy cómodo.

—Ten. —Me paso una taza de té.
—Lamento todo esto que te esta pasando hijo, de verdad yo... yo no pensé que esto podría ser posible, no se me paso por la cabeza esta situación, pero se que eres muy valiente, ¿Sabes? Lo eres desde el día que naciste, eres el mejor Jeon Jungkook. —Sus lagrimas resbalaban por su cara, y se levantó de su asiento para dirigirse a abrazarme.

—Gracias madre, has estado conmigo todo este tiempo y no tengo como agradecértelo, por ahora es mucho más importante la salud de ustedes. —Y nos encontrábamos como dos personas despidiéndose, pero en mi caso me sentía muy cómodo estar con mi madre de ese modo. 

—Ay, mi Jeon. —Suspira y se dirige a la cocina. —Mira, hice tus galletas favoritas, y luego haré lo que más te encanta de comida, ¿Si? Te lo mereces mi amor. —Sonríe y se dirige con mis galletas, están hechas con mucho amor y eso es lo más importante de la comida.

—Gracias mamá, creo que me estas convenciendo de quedarme más en esta tierra. —Reímos y yo solo comía, por otro lado mi madre solo me miraba comer.

Aun faltaba mi padre y mi hermano, para que estuviéramos todos juntos, esto lo iba a disfrutar demasiado.