Capitulo 3

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Bajo el casco Issei podía ver como aquel humanoide felino no paraba de tensar sus músculos en un vano intento de liberarse de su sujeción de la fuerza. Los ojos de aquel ser estaban inyectados en sangre mientras su rugido hacia resonar todo el castillo, consiguiendo así que una multitud de pasos se acercasen hacia la sala del trono. Nuestro protagonista solo suspiró con pesadez mientras apretaba levemente los dientes.

- Que molesto eres. - tras decirlo usando la fuerza incrustó a ese ser contra el suelo logrando agrietar lo - Soy un emisario gato grande, vengo a hablar y ofreceros una salida...

Fue interrumpido por la brutal entrada al salón de un gran número de guardias de armadura azul con el rostro tapado por un velo azul, quienes al ver al melenudo se pusieron en posición de ataque apuntando todos su alabardas, espadas y hachas hacia nuestro protagonista. Pero entre esa multitud había tres seres distintos al restó, uno llevaba una armadura distinta al resto mostrando su rostro, viejo de tonalidades crema, una larga barba blanca, otra de esos seres tenia la apariencia de una tigre hembra, su ropa apenas consistía en un camisón raro y la última era como aquel humanoide de cabellera rojiza, ojos azules, de apariencia felina. Estaba cubierta por una especie de ropa interior hecha con vendas. Issei vio a los nuevos de arriba a abajo analizándolos.

- Suelta a padre y tú muerte será piadosa. -Gruño la especie de Tigresa mientras desplegaba un latigo- ¡Guardias rodeadlo!

Tras ordenarlos los guardias de posicionaron delante de ellos en un abanico con sus alabardas primitivas apuntando a nuestro protagonista. En su mente ya estaba dándole los últimos toques a su estrategia para dejarlos fuera de combate, al menos a tres de ellos, hasta que recordó una frase de un espectro de la fuerza que no dejaba de molestarlo mientras meditaba "La violencia nunca es el camino".

- Pero unas buenas hotias dadas a tiempo te ponen a andar.....

Pensó en voz alta para luego usando un empuje de la fuerza lanzó al felino contra el centro del muro de acero, logrando el resultado que quería siendo que la formación se rompiera. Cuando vio el punto de ruptura en la formación se lanzó hacia ella quedando en medio de ellos empezando a golpear a gran velocidad localizando los puntos de ruptura de todos ellos dejándolos, a la gran mayoría, en el suelo tosiendo sangre y con múltiples huesos rotos. Los únicos que se mantenían en pie eran los tres líderes de los "guardias", el que parecía ser el líder de la ciudad y uno de los guardias.

- Su alteza es demasiado fuerte y la oscuridad lo rodea y lo nutre, lo mejor que podemos hacer es que use la espada del Augurio. -Exclamo con miedo en su voz alarmando al resto de los presentes, menos claro está a nuestro sensible a la fuerza, el ser parecido a un jaguar anciano.

- Si así lo consideras Jaga - Tras decirlo el de aspecto de León adulto saco de su espalda una especie de guantelete, colocándolo en su brazo izquierdo y con la mano derecha en lo que parecía una empuñadura- Escúchame invasor soy Claudus Rey de Thundera y señor de los Thundercats, portador de la espada del Augurio y te presento bata...... -antes de que acabase la frase nuestro protagonista usando un tirón de la fuerza consiguió arrancarle del brazo aquel guantelete, acabando este en las manos de Issei- ¡¡BASTARDO!!

- No sé si sentirme insultado por que creas que eres capaz de derrotarme usando un trozo de chatarra anticuado o impresionado de que tengáis algo de duracero.- Mientras lo decía con su brazo orgánico daba pequeños golpes con los nudillos sobre el metal con el mismo color que el Latón. Para luego tomar la empuñadura de aquello que parecía una espada con una gema de color rojo con una especie de felino rugiendo de color negro- o que esto tenga tanta presencia del lado luminoso.

Tras decirlo libero de su vaina a la espada mostrando que apenas era más larga que una daga pequeña. Cuando nuestro protagonista empezó a examinarla está produjo una especie de rugido metálico y soltó una descarga en forma de relámpagos carmesí. Estos subieron desde la mano, pasando por el codo y al hombro hasta llegar al casco, o al menos al lateral de éste, provocando una pequeña explosión y el sonido de un cortocircuito. Claro está qué esto hizo que nuestro protagonista lanzase esa daga en dirección a la pared, incrustando la en esta.

Issei Lord SithDonde viven las historias. Descúbrelo ahora