- Te tienes que quedar aquí unos días, tenemos demasiadas deudas como para seguir viviendo ahí.
- Pero...- estaba confusa.- ¿ Y tu donde dormirás?
- Yo me quedaré en casa del tío, pero no hay sitio para los dos por eso te tienes que quedar aquí. Te traerán toda la ropa mañana o hoy a la noche.
- ¡NO! - Dije con un tono de voz no muy contenta.
- ¿Por qué dices eso?- Me dijo papá muy confundido.
Estaba que me salía humo por las orejas, primero decidieron desconectar a mamá y ahora deciden irse de la cosa que mas me recordaba a ella. Estaba destrozada, no sabía que sentir ¿Rabia? ¿Enfado? ¿Tristeza? Algo estaba claro, mi vida era una mierda, y no había nada bueno en todo esto. ¿Por qué me pasaba esto todo a mí?
- PAPÁ NO LO AGUANTO MÁS, PRIMERO ME QUITAS A MI MAMÁ Y AHORA ME DICES QUE NO ME PUEDO ACERCAR A CASA Y ESO ES LO QUE MÁS ME RECUERDA A ELLA.- No sabía cuando había empezado a llorar pero me caían lágrimas por la cara.- Papá... porque... porque a mí...-dije entre sollozos.- Esto es lo peor, no puedo más!- dije y me fui al jardín.
Me senté debajo de un árbol a pensar, quería morir en ese mismo momento, no le veía sentido a mi vida, ¿Por qué me tiene que pasar a mí? Nada tiene sentido, estoy muy confundida, me estaba ahogando en mis propias lagrimas. Decidí levantarme y andar.
Después de media hora me encontré en un lago. Este lago... tantos recuerdos... Cuando era pequeña venia con mi mamá a echar pan a los patitos, a dar un paseo o hasta a pescar con mi súper caña personalizada. Me acerqué al camino de madera que entraba en el lago y mirando para abajo me quedé pensando... puedo tirarme y ahogarme ahora mismo y estar con mi mamá para siempre, además nadie se enteraría, no veo a nadie al rededor. Mi madre siempre me había dicho que no me acercase a este punto porque es el que mas cubre de todo el lago y puede ser peligroso. Estaba decidida, si no puedo vivir sin mi mamá ahora mismo iría a donde ella.
Estaba inclinándome poco a poco decidida a saltar pero de repente, cuando ya estaba casi en el aire, sentí que alguien me agarraba del brazo, por un lado me alegraba no sabía porque pero no estaba completamente segura de lo que iba a hacer. Al girarme vi a un chico joven, de mi edad o un poco mayor, era bastante guapo la verdad.
Pasaron unos minutos y entonces me dijo:
- Oye ¿se puede saber que haces?
- Eso mismo me pregunto yo, ¿para qué me coges?
- Porque lo que ibas a hacer es una locura sea lo que sea lo que te pase.
- ¿Y a ti que te importa? No me conoces, no sabes de mi vida.
- ¿Y que pretendías que hiciera? ¿Que dejará que te matases?
- Pues sí, si lo he hecho por algo será.
- Pues no, no dejaría que te tiraras, no te conozco pero no dejaría que hicieras eso.
Esas palabras me hicieron pensar, agaché la cabeza y empezaron a caer lagrimas de mis ojos, entre lagrima y lagrima conseguí hablar:
- Gracias.
Entonces este extraño chico me abrazó y la verdad es que me tranquilizó bastante. En ese momento me acordé de mi padre, de lo dura que había sido con él, el no tenía la culpa de nada y lo había pagado todo con él. No se lo merecía. Tenía que volver a casa y disculparme, así que al separarme de el chico dije:
- Bueno, creo que me tengo que ir a casa. Gracias por todo.
- Tranquila, no es nada.
Entonces empecé a correr hacia casa de María, pero en cuanto di unos cuantos pasos oi:
- ¡ EH! ¡ESPERA!
Me giré y ahí lo vi, sonriéndome.
- No me has dicho tu nombre.- Dijo sin quitarse la sonrisa de la cara.
- Me llamo Kate.- Dije y le devolví la sonrisa.
- Bonito nombre, yo soy Christian, Christian Beadles por si te interesa.
- Bonito nombre también.- Sonreí y me fui corriendo a casa de María. Christian. Para cuando me di cuenta de que llegué a casa de María tenía una tonta sonrisa en mi cara y sentía mariposas en mi estomago. ¿Qué me pasaba?
