El lunes ha llegado y este trae consigo mil cosas.
Bueno, no tantas, pero imaginemos que sí.
Lo primero que percibo son las miradas a Blair: unas de asco, otras de admiración y otras con burla. ¿Admiración? Vida, ¿en serio?
Doy un sorbo a mi café, caminando por los pasillos del gran recinto universitario. Llego al patio interior y el viento golpea por todas partes. Solo hay frío y mi nariz roja puede decirme que las temperaturas han subido más de lo normal. Sigo mi camino hasta llegar a la fuente dónde me encuentro con Gemma, que es a lo que principalmente he venido.
—Tengo que hablar contigo —digo posicionándome delante suya y ella alza la vista de su teléfono para observarme.
Una sonrisa se planta en su rostro y eso confirma que conoce el motivo por el que he ido a hacerle una pequeña visita a estas horas de la mañana. Emite un chasquido y guarda su aparato tecnológico en su bolso de marca color rojo para centrar su atención en mi.
—Dime de lo que quieres hablar y yo te diré si quiero hacerlo o no —responde cruzándose de brazos—. No tengo porque resolver tus dudas. Mis chicas me están esperando para hacer unos recados matutinos y no puedo malgastar mi valioso tiempo en hablar con el enemigo.
—Correción antes de todo, no soy tu enemigo. No puedes clasificarme en ese grupo sin motivo y careciendo de razón por el que hacerlo. —Peino mi cabello con la mano—. Quiero hablar del tema de mi amiga. Deja la lucha, Storm. Es una guerra constante de malentendidos y estupideces que hace que la reputación de ambas vaya decayendo.
Lady H, no eres la más indicada para decir esas palabras.
Consciencia, mantente un rato en silencio y deja a mi alter ego en paz. Ahora está hablando Dove, no Lady H. Por Cristo, déjalo estar.
—Tu amiga inició esto. Yo solo continúo y demuestro autoridad. ¿Acaso crees que los mejores se dejan pisotear? No. Si ves que alguien quiere obtener lo que por ley te pertenece, lo pisoteas hasta dejarlo hundido en la más grande miseria y luego te ríes de su caída libre al sitio de los humillados. Nadie llega a la cima dejándose oprimir por una chica de dieciocho años.
—Tú solo tienes diecinueve, la verdad la diferencia puede ser de meses —recalco—. Dejando eso aparte, eres viperina, Gemma.
—Gracias, eso ya lo sabía pero es bueno que alguien te lo recuerde. Así es como se demuestra autoridad.
—Eso no es autoridad, es miedo —digo y ella hace una mueca—. No sé cómo diablos hemos llegado a este tema. No era necesario humillarla y más con el tema de los «polvitos».
—Para mi si lo era. Me alimento del sufrimiento de mis rivales, soy así y lo siento, Hanson. Además, yo di una noticia pequeña, mi compañera, Lady cotilla, se dio el gusto de dejarla más por los suelos. Quien sea esa persona, vale oro en este momento para mi. —Sonrie—. Sin embargo, si va contra mi, pediré su cabeza, que de eso no te quede duda —suelta con sutileza cerca de mí para luego irse en dirección a la salida.
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Dilemas De Una Escritora © (Destino#1)
Dla nastolatkówBORRADOR. ✎ ✐ ✎ ✐ ✎ ✐ ✎ ✐ ✎ ✐ ¿Ser escritora? Era lo que sonaba siempre en la cabeza de Dove Hanson desde que empezó a ayudar a su madre en múltiples novelas. Letras, letras y más letras son las cosas que apasionan a Dove. Pero...