-Soy Claudia, la presidenta del Chinchón FSF y estaría interesada en hablar con usted. ¿Podría ser?
-Sisi, claro. Usted dígame cuando y le digo si puedo o no porque por las mañanas trabajo.
-¿ Qué le parece mañana por la tarde a las seis en el bar de enfrente del colegio?
-Perfecto. Allí estaré entonces.
-Muy bien. Muchas gracias y que tenga un buen día.
-Hasta mañana.
Cuando colgó me quedé con el móvil pegado a la oreja ya que no sabía cómo reaccionar. El Chinchón FSF era uno de los mejores equipos de España y ya que me llamaran era una de las mejores cosas que me podían pasar. Era la oportunidad para cumplir un sueño. Ese sueño que pensé que ya no lo cumpliría. Parece que todo iba mejorando en mi vida. Volvían las cosas que tuve que dejar atrás...pero eso ya es otra historia.
Cuando volví al mundo me dí de cuenta de que los niños ya estaban en el pabellón por lo que acabé de coger los balones y me fui a la pista. Coloqué unos cuántos conos mientras los niños se ponían la ropa deportiva. Esperé a que salieran todos los niños y cuándo lo hicieron empecé con mi habitual discurso a medida que iba repartiendo folios.
-Téneis veinte minutos para contestar a las preguntas que hay en el folio. En las preguntas tipo test dos respuestas mal restan una bien. A quién vea copiando le quito el examen y lleva suspensa la asignatura hasta Septiembre. Dicho esto, podeis comenzar.
Quedaban dos minutos cuando ví a dos de mis alumnos intercambiándose el examen. Fui allí y se los quité. Acto seguido los mandé a dirección.
Cuando pasaron los veinte minutos recogí el resto de los examenes y pasamos a la parte práctica en donde valoraba más el interés que le ponían que la calidad, porque obviamente la mayoría de los niños jugaban al fútbol en algún equipo. Lo que me sorprendió fue una alumna llamada Sara, la cúal controlaba perfectamente el balón e incluso mejor que los niños. Cuando acabó la clase le mandé esperar:
-Sara, ven aquí, por favor.
-¿Qué sucede?-preguntó Sara un poco extrañada.
-Nada serio, no te preocupes. Sólo quería preguntarte una cosa. ¿Tú juegas al fútbol?
-Si, yo llevo ocho años jugando al fútbol sala.
´-Y, ¿te gusta?
-Mucho, para mi es otra forma de vida.
Ante esa respuesta con la que yo me sentía identificada sólo fui capaz de decirle.
-No lo abandones NUNCA.-Recalqué aquella última palabra.
Sara me sonrió y se fue corriendo ya que llegaba tarde a la siguiente clase. Yo me quedé pensando un rato más y luego me dispusé a recoger la pista para poder ir al bar dónde había quedado con mi hermano.
El tiempo se me echó encima y me encontré con caravana así que decidí mandarle un Whatsapp a Borja para que no se preocupara por mi retraso, ya que no sé si lo sabéis pero soy asquerosamente puntual. Más de lo que quisiera, me atrevería a decir.
A las 14:15 me encontraba entrando al bar de todos los jueves, ya que comía con mi hermano todos los días allí. Era pura rutina ya.
Cuando me acerqué a nuestra mesa de siempre me llevé una sorpresa ya que Borja no estaba sólo, se encontraba en compañía de una chica que aparentaba su misma edad. Un poco cortada me acerqué a la mesa y me senté enfrente de mi hermano. Él me saludó y aquella muchacha también.
-Hola Sara. Esta es Natalia.
-Encantada Natalia. Yo soy Nuria, la hermana pequeña de Borja.
-Nuria, perdón por no haberte avisado pero me pareció mejor darte una sorpresa. Natalia es mi novia y llevamos unos meses. Eres la primera persona que lo sabe.
-Enhorabuena chicos. ¡Que callado te lo tenía eh, Borja! Os deseo lo mejor, en serio.
-Muchas gracias Nuria.-contestó con una gran sonrisa Natalia.
Estuvimos todo el tiempo que tardamos en comer hablando y Natalia me cayó muy bien, se la veía una muejr simple y divertida. Me alegraba mucho por mi hermano mayor ya que a él no es que le fuera muy bien en estos temas, pero se merecía tener al lado a alguien como Natalia. De lo de la llamada recibida esta mañana no les comenté nada. Ya tendría tiempo para hacerlo y además todavía no sabía nada.
A las cinco yo ya me encontraba en mi coche dirección a casa otra vez. Tenía que parar en el super a hacer la compra para hacer la cena esta noche, ya que venía Ana.
Cuando llegué a casa con la compra hecha fui a mi cuarto y me cambié. Me puse unos pantalones cortos adidas, una camiseta corta y los tenis de running. Como todos los días me fui a correr una horita. No había nada que me desahogara más que eso.
Cuando llegué a casa me di de cuenta que eran las siete y media así que sin perder más tiempo me dirigí al piso de arriba, donde se encontraba la ducha. Tras una duchita rápida fui a mi cuarto y me vestí con la ropa que me había puesto esta mañana. Bajé a la cocina y empecé a preparar la cena.
Primero preparé la ensalada, la cual llevaba todo lo que os podéis imaginar, y de postre preparé una macedonia de frutas. Cuando acabé de poner la mesa el timbre de mi casa sonó.
Era Ana.