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Mí nombre es Kim TaeHyung, tengo veinte años, y tuve un accidente de auto que me dejó en coma durante casi un año.

O bueno, eso me dijeron.

Ya han pasado tres meses desde que desperté de lo que pudo ser un largo sueño, casi tres meses sin ver esa brillante luz que me susurraba al oído.

Lo último que me dijo fue que nos volveríamos a encontrar.

—Tae, ¿quieres que te haga un té?— preguntó mí hermano asomándose por la puerta de la cocina.

—Si, por favor— le respondí, sin apartar la vista de las imágenes que proyectaba la gran pantalla de la televisión.

"Los familiares de las victimas del Accidente automovilístico de la autopista 7 se reúnen a un año cumplido de ese terrible día"

¿Yo sobreviví a eso?

—Baek, ¿Qué día es hoy?— le pregunté en voz alta para que me escuchara desde la otra sala.

—Uno de septiembre, ¿por qué?

Uno de septiembre.

—Nada— contesté—. Necesito tomar aire, voy un rato al parque.

BaekHyun rápidamente salió de la cocina cuando yo estaba a punto de abrir la puerta para marcharme, me observó preocupado, y yo me detuve a mirarlo.

—Te acompaño— dijo, volteando para tomar su campera del perchero.

—No, Baek, no te preocupes, el parque está aquí en frente, estaré bien, ¿si?— musite como suavidad, acariciando su rostro y mirándolo fijamente a los ojos para que confiara en mí. Mí hermano me acompañó a todos lados desde que desperté, y yo lo puedo entender, tenemos un lazo especial como gemelos y sé que no habrá sido fácil para él estar sin mí durante casi un año con lo unidos que éramos y somos, teme volver a perderme, lo sé muy bien, sus ojos me lo dicen a gritos. Lo oí suspirar y mordiéndose el labio inferior asintió despacio, con la vista clavada en el piso con indecisión—. Gracias— susurré, y me gire para abrir la puerta.

—Te quiero, cuídate— fue lo último que escuché de su parte antes de irme.

Bajé los escalones del porche con lentitud, el viento fresco golpeaba mí rostro y yo solo pude sonreír al ver el gran parque que ocupaba toda una manzana frente a mí casa. Camine por el pequeño jardín de lo que era mí hogar, notando como las flores estaban todas marchitas, y el pasto largo, pero eso no era lo que me interesaba en ese momento. Crucé la calle y lo primero que hice fue sentarme en un banco que estaba frente a los juegos, fue automático, lo ví y caminé hacia él.

Pasé largos minutos viendo a los niños jugar, columpiandose en las hamacas y tirándose desde la cima del tobogán. Me resultaba interesante ver cómo iban despreocupados por la vida, distraídos en su propio mundo de diversión, me gustaría volver a aquel tiempo en el cual yo era igual a ellos, pero ya no tengo seis años, tengo veinte, y la vida no hace diferencia con nadie, es ley.

Suspiré y baje la vista hacia el suelo cuando todos los niños se marcharon junto a sus padres, he de suponer que los adultos eran amigos por el trato que parecían tenerse, como si se conocieran entre todos.

Y yo estoy tan solo.

Sé que BaekHyun no me quiere comentar nada acerca de las cosas que no recuerdo, y yo tampoco pregunto. Desde que desperté el único que ha estado a mí lado ha sido él, así que al único que necesito es a mí hermano, los demás no importan. Si tenia amigos no los recuerdo, pero en estos tres meses no ví nadie, así que supongo que no, familia nunca tuve realmente, solo a Baek, en definitiva mí vida no es tan interesante, aunque no me importa en lo más mínimo.

—¿Me puedo sentar?— escuché de la nada, y mí vista subió desde un par de zapatillas negras hasta el rostro amable de un chico castaño.

—Claro— respondí en voz baja, él me sonrió y se sentó a un lado mio.

Estuvimos en silencio durante un buen rato, supongo que cada uno perdido en sus propios pensamientos. Me dí cuenta de que el sol se estaba yendo y en cambio empezaron a aparecer grandes nubes grisáceas, anunciando un posible mal tiempo, pero no me movería de aquí, tengo raíces aferradas bajo tierra, y un poco de lluvia no sería capaz de cortarlas.

—¿Como te llamas?— dirigí mí mirada hacia el muchacho de gran sonrisa radiante, yo tambien quería sonreír, pero sentía que no podía, no me da el humor por el momento.

—TaeHyung, ¿tu?

—JungKook, Jeon JungKook— contestó, y ahí caí en cuenta de que su voz era muy suave, casi como un terciopelo— ¿Vienes seguido por aquí?

—No, vivo cerca pero casi nunca vengo, hace mucho tiempo de hecho— dije, intentando soltarme un poco más ante el chico que estaba siendo tan amable conmigo— ¿Y tu?

—Esta es la primera vez, me escape un rato y no sé cómo pero termine aquí— murmuró, lo ví de perfil observando el cielo gris oscuro, donde empezaron a caer finas gotitas transparentes, a él pareció no importarle.

Y yo jure oír eso antes.

R E S E T »KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora