1

287 26 0
                                    

Sentía el dorso de mí mano derecha ser acariciado con suma lentitud, hasta el punto de poder jurar que había algún tipo de afecto escondido en ese pequeño toque, como si me susurrara cosas no dichas al oído. La yema de un frío dedo delineaba el camino de mis venas, y luego, mí mano encajó perfectamente con otra, junto a un extraño pitido sonando de fondo. Pude oir como musitaban palabras inentendibles a mí oído, como el mundo parecía detenerse en ese solo instante, mientras que mí respiración se mezclaba armónicamente con otra. Mis ojos se niegan a abrirse, de mí garganta no puede salir ni una sola palabra, hice lo que tenía a mí alcance, cerrar mis dedos temblorosos contra aquella fría mano.

—Lo siento.

Despierta.

—¿Por qué lo sientes?— reí vagamente, de repente mis ojos estaban abiertos, con la vista en un techo color blanco. Nadie respondió.

Solté un suspiro que silenció a un pequeño gemido aterrado cuando corrí la mirada hacia mí derecha y ví que no habia absolutamente nadie a mí lado, la danza terrorífica de mis  jadeos fue acompañada por un fuerte dolor qué invadió mí cabeza en su totalidad, haciéndose insoportable. Veo todo borroso, y mis ojos ahora arden como las mismísimas llamas del ardiente infierno.

—Por Dios, despertó.

Eso fue lo último que escuché en la melodía de mí sufrimiento, antes de que mí vieja amiga, la oscuridad, cubriera mí vista con una gran y densa capa.

R E S E T »KookVDonde viven las historias. Descúbrelo ahora