Día 4. Mitología

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- ¡Quiero casarme contigo!

- ¡¿Eh?! -la forma tan repentina en que la que su amigo se expresó provoco que se pusiera nervioso. No sabía que responder a aquello. ¿Por qué tan de repente Toshinori le decía eso? ¿Los amigos se casaban? ¿Qué edad tendrían que tener para poder hacerlo?

Tantas preguntas se arremolinaron en su mente de infante que solo hacia incrementar el sonrojo en sus mejillas.

- Cuando sea grande y me convierta en el mejor pescador de la zona. Hasta entonces tú y yo nos podremos casar.

- Pe...pero...

- ¿Qué dices? ¿Quieres ser mi esposa?

¿Qué no se podía dar cuenta de lo absurdo que sonaba? Además estaba asimilando primero que se casarían y luego preguntaba. Sí, su amigo era muy torpe, pero así lo quería.

Ambos chicos descansaban en la orilla de la playa, donde las suaves olas ascendían cubriendo sus pies, o bueno, solo los pies de Toshinori, a Aizawa le cubría su cola de tritón.

Desde que se conocieron su punto de encuentro era una zona de la playa que se encontraba casi escondida gracias a unos peñascos. De esa forma nadie más vería a su amigo mitad humano y mitad pez, y estaría a salvo de pescadores malvados o gente que solo aprovecharía de su rareza para riqueza propia.

Yagi Toshinori tenía solo doce años, un par de años más que Aizawa Shouta. Era hijo de un pescador y desde muy joven aprendió del oficio de su padre para ayudarle en el trabajo y poder conseguir un poco de dinero y comprar lo suficiente para subsistir al día a día.

Su encuentro había sido un accidente del tritón de cabello negro, Yagi emprendió solo en un bote para pescar por su cuenta sin ayuda de nadie y cuando lanzo su red al mar, Aizawa, quien estaba nadando demasiado cerca de la superficie quedo atrapado.

Desde ahí supieron que sus vidas no iban a volver a ser las mismas de antes.

El pequeño pescador, de cabello dorado como el sol, poseía un color de ojos tan azules como el mar mismo y su piel lucia brillante, dorada el chico de mar que era.

Y el joven tritón, era delgado, tenía una piel blanca casi pálida, cabello ligeramente largo y negro. Orbes ambarinas y su cola era grisácea con manchas azuladas, a simple vista no era llamativo para el reino submarino donde vivía, pero a ojos de los que vivían en el reino terrestre sí que lo era.

Las sirenas eran un mito.

Un invento de los pescadores más viejos para su entretención. Seres tan mágicos que podían engañar hasta al marinero más experimentado, usando sus dotes agraciados de belleza y canto.

Eso era el conocimiento que Toshinori tenía de las sirenas. Jamás pensó encontrarse con una en su vida.

Aizawa temió por haber cometido el error que le costaría no solo su vida, sino la de su familia y reino en general.

Pero gracias a Dios que el niño terrestre no conto su secreto. Parecía más feliz al guardar algo tan íntimo, tenía un amigo tritón y solo él lo podía ver.

Con el paso del tiempo se reunieron más veces, siempre con cautela de que nadie les viera. Su amistad iba creciendo conforme pasaban los días formando un lazo extraño pero inquebrantable y especial entre los dos, era como si estuviesen destinados a conocerse. Hasta que de repente y sin previo aviso, a Yagi se le ocurría la idea de casarse con él.

Era mitad pez.

Un ser "mitológico" que se suponía no existían. Además de ser un chico.

¿Era tonto acaso?

* ~ Semana Erasermight 2018 ~ *Donde viven las historias. Descúbrelo ahora