Prologue | Timeturner

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P  R  O  L  O  G  U  E

T I M E T U R N E R

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1997

El fragor de la batalla se apagó en cuanto traspusieron el umbral y cerraron la puerta detrás de ellos; todo quedó en silencio. Se hallaban en un recinto del tamaño de una catedral que encerraba una ciudad entera de altísimas torres formadas por objetos que miles de alumnos, ya muertos, habían escondido en aquel lugar.

–¿Y no se dio cuenta de que cualquiera podía entrar aquí? –preguntó Ron, y su voz resonó en el silencio.

–Creyó que era el único capaz de hacerlo – repuso Harry–. Pero, desgraciadamente para él, yo también necesité esconder una cosa en mi época de... Por aquí –indicó–. Me parece que está ahí abajo.

Pasó por delante del trol disecado y el armario evanescente que Draco había reparado el año anterior con tan desastrosas consecuencias, pero se desorientó ante tantos callejones flanqueados por muros de chatarra; no recordaba por dónde tenía que ir...

– ¡Accio diadema! –gritó Hermione a la desesperada, pero la diadema no apareció volando. Al parecer, aquella sala, como la cámara de Gringotts, no iba a entregarles sus objetos ocultos tan fácilmente.

–Separémonos –propuso Harry–. Buscad un busto de piedra de un anciano con peluca y diadema. Lo puse encima de un armario, no puede estar muy lejos de aquí...

Echaron a correr por callejones adyacentes; Hermione oía los pasos de Ron y Harry resonando entre las altísimas montañas de chatarra formadas por botellas, sombreros, cajas, sillas, libros, armas, escobas, bates...

«Tiene que estar por aquí –se dijo–. Por aquí... por aquí...»

Se adentraba más y más en el laberinto buscando objetos que como el que Harry había descrito. Oía el ruido de su propia respiración, hasta que de pronto tuvo la sensación de que hasta el alma le temblaba. Allí estaba, justo delante de ella: el viejo y estropeado armario donde Harry dijo que había escondido su antiguo libro de Pociones; y encima del mueble, el mago de piedra gastada con una peluca vieja y polvorienta y una antigua diadema descolorida.

Ya había estirado un brazo, aunque todavía estaba a tres metros del armario, cuando una voz dijo a sus espaldas:

–¡Quieta, Granger!

La muchacha se detuvo tras dar un patinazo y se dio la vuelta. Crabbe y Goyle estaban de pie detrás de ella, hombro con hombro, apuntándola con sus varitas. Por el espacio que quedaba entre sus burlonas caras, entrevió a Draco Malfoy.

1989《 Charlie Weasley 》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora