II

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—Creo que tú y yo nos llevaremos muy bien, James Allen— masculló la castaña

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—Creo que tú y yo nos llevaremos muy bien, James Allen— masculló la castaña.

—Oye, castaña, antes te has chocado conmigo, ¿Sabes? Creo que me has hecho un fisura en el hombro— puso una mueca de dolor— Ah, no, que es que no llegas— la molestó el ojiazul.

Soltó una risa sin gracia— Nos salió gracioso el niño. Pero no te creas que eres tan alto, eh. Aunque yo no sabía que eras tú— respondió Hayley pasando por alto el apodo de James.

—¿No te habías dado cuenta?— inquirió divertido el moreno.

—Si te digo la verdad, no me había fijado.

—Debes estar bastante ciega, nena, porque para no ver a este bellezón— bromeó James mientras conducía.

—Oh, claro, porque es que eres tan guapo...— ironizó la ojigrís.

Aunque verdaderamente pensaba que James era bastante atractivo; tenía una cabellera de rizos negros, unos increíbles ojos celestes que te indicaban «peligro» en letras mayúsculas, una tez clara y un par de lunares asperjados por su rostro. James era el tipo de chico con el que cualquiera querría salir. El moreno frenó el coche al ver un semáforo en rojo.

—Pues claro, castaña, yo soy perfecto.

—Bien, deja de decir lo guapo que eres y deja de decirme castaña— formuló Hayley.

—Está bien, te llamaré nena.

—Llámame por mi nombre, moreno— copió su apodo la ojigrís.

—Me temo que no va a ser posible, castaña, te quedas así— declaró el moreno con desdén.

—Oh, vamos, James...

—Hagamos un trato, si me dejas decirte castaña y nena, te doy mi número— enunció James.

—Eso no es un buen trato, lo conseguiría sin ninguno— replicó con burla —Te voy a proponer yo un buen trato: Te dejo decirme castaña, si te comprometes a llevarme y traerme del trabajo a mi casa durante tres meses, ¿Aceptas, moreno?— se mofó Hayley.

—¿Me estás retando, castaña?— preguntó el ojiazul.

—Si te lo quieres tomar como un reto...— contestó la ojigrís, mirándolo a los ojos.

—Bien, nena, prepárate para tenerme durante tres meses solo para ti.

—No esperaba que aceptaras...— musitó Hayley, pero James lo escuchó.

—Yo siempre acepto retos, castaña.

Llegaron al edificio de Hayley, no se sentía avergonzada de la fachada de este, ya que estaba en un muy buen estado.

La castaña bajó del coche.

—¿A qué hora me paso a por ti mañana, castaña?— preguntó asomando la cabeza por la ventanilla del coche.

Broken (PAUSADA TEMPORALMENTE)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora