IV

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—¡Eh! ¿Qué haces?— interrogó la muchacha

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—¡Eh! ¿Qué haces?— interrogó la muchacha.

—Romper un papel, ¿No lo ves, o qué?— la picó James, con un pequeño toque de celos en su voz.

—Pensaba llamar a ese chico, ¿Ahora cómo lo hago?— consultó la castaña con intenciones de molestar a su acompañante.

—¿Para qué llamarlo, cuando me tienes a mí?— cuestionó, guiñando un ojo con una sonrisa pícara.

—Cariño, contigo no es suficiente— imitó su gesto la joven.

—Eso no te lo crees ni tú, nena— rió.

—Lo tengo más que creído, nene— copió su sobrenombre.

—Pues sigue creyéndolo— se burló.

La castaña rió, y atendió a un grupo de chicas que soltaban risitas y miraban a James de vez en cuando. Preparó las bebidas con una agilidad sorprendente, se las acercó y las cobró, guardando en su lugar los billetes que le entregaron.

James observó su alrededor y encontró un rostro conocido. Aiden, uno de sus mejores amigos estaba allí, se acercó a su amigo distanciándose unos metros de la barra. Llamo a Aiden con unas señas, ya que sus gritos no se oirían por encima de la música. Aiden se acercó a su amigo y se saludaron con un abrazo.

—¡Hola! ¿Qué tal te va, James?— interpeló el rubio al ojiazul.

—Bien, ¿Qué tal a ti con Maya?— indagó, curioso por saber lo que había pasado con la novia de su amigo.

—Acabamos hace una, o dos semanas, pero bueno, ya suponía eso. Y tú, ¿Qué haces aquí?¿Cómo no estás en el Black?

—Me prohibieron la entrada en el Black, he venido a acompañar a una...—pensó en cómo debía llamar a Hayley, y expresó lo primero que se le ocurrió— amiga.

—¿Amiga? ¿Desde cuándo tienes tú amigas?— enunció con sorna.

—Desde ahora— articuló el muchacho observando con adoración a su "amiga".

Aiden se carcajeó y expresó:

—Bueno, si es solo tú "amiga",— hizo comillas con sus dedos— supongo que podrás presentármela. Nos lo vamos a pasar muy bien...— observó a Hayley con una sonrisa malvada.

—Ni la mires— sentenció gruñendo James con una mirada feroz.

—Tranquilo, hermano, solo bromeaba—. Lo calmó— Por suerte era solo una amiga...— murmuró con desdén.

—¿Qué?— preguntó tosco el moreno.

—No, nada. Que solo te ha faltado mearle encima para marcar territorio.

—A lo mejor a ella no le meo encima, pero a ti sí que te suelto un puñetazo— lo amenazó con una sonrisa.

—Sí, anda, ponte gallito ahora— bromeó.

Siguieron molestándote mutuamente unos minutos más, hasta que Hayley indicó a James que se acercara con una seña. El muchacho corrió en su búsqueda con Aiden pisándole los talones.

—Ya podemos irnos, James— comunicó al ojiazul, fijando su vista en el rubio que lo acompañaba.

Frunció el ceño preguntándose quién era.

—Este este Aiden. Aiden esta es mi castaña,—se dio cuenta de su error —digo, Hayley— rectificó rápidamente con vergüenza.

La ojigrís le ofreció su mano a Aiden con intenciones de darle un apretón, pero el joven acercó sus labios al dorso de la mano de esta velozmente y dio un sonoro beso.

El moreno observó con disgusto a su mejor amigo y este sonrió angelical.

—Deja de intentar enfadarme, porque lo estás consiguiendo— musitó cerca del oído del rubio.

—Ya paro, ya paro— contestó.

—Bien, Aiden, nosotros nos vamos. Ya nos veremos— formuló rápidamente el muchacho.

—Claro. Espero volver a verte, Hayley— sonrió.

—Uhm... Sí, vale— enunció extrañada.

Salieron del club y se dirigieron a donde James había dejado su coche.

Subieron rápidamente y James encendió el motor.

—¿Qué te ha pasado con tu amigo?— rió.

James apartó una de las manos del volante y se la pasó por el cabello nerviosamente.

—Uhm... Uhm... Tenía...—carraspeó y rió, ideando una mentira creíble— Tenía....¿Tenía gastroenteritis?

—«Mierda, ya la he cagado»— . Pensó James, y se dio una palmada mental.

—Ah, gastroenteritis, ¿Eh? ¿Qué ha ido, a preguntarte unos remedios?— se mofó Hayley de su pésima excusa.

—Uhm... Sí, sí, es que mi abuela es una crack en esas cosas, y...

—«Joder, la estoy cagando más».

—¿Y?—. Interrogó la ojigrís, alentándole  a seguir con su mentira fallida.

—Y... Y... Me preguntaba... Si a ti... Si a ti te-te gusta... ¿El pan? — respondió dudoso, intentando concentrarse en la carretera.

La fémina empezó a reírse, sin poder evitarlo. Cuando terminó de soltar carcajadas respondió:

—No me desagrada del todo, pero tampoco es mi alimento favorito.

—«Aunque a Leah le encantaba. No sé si le seguirá gustando. No entiendo por qué perdimos el contacto»—. Se dijo así misma con melancolía la chica, mirando por la ventanilla.

James, la observó un segundo. Fijándose en su triste mirada.

—¿Qué te pasa?

—¿Eh? No, nada. Solo recordaba...— contestó la muchacha dirigiendo su vista al paisaje.

—¿Qué recordabas?

Suspiró—A mi mejor amiga...

—¿Ella está...?— interrogó el chico, incómodo.

—¿Uhm...? ¡No, no! Es solo que cuando me mudé perdimos el contacto— aclaró divertida.

—Ah, menos mal— soltó un suspiro de alivio James.

Hayley rió burlándose de él y este, se unió a sus contagiosas carcajadas.

Después de unos segundos, el silencio volvió a reinar en el espacio. Pero aún así, no era un silencio incómodo, era algo, según diría Hayley, sedante y confortable.

Llegaron al edificio de Hayley, y está bajó del automóvil, no sin antes despedirse de James con un beso en la comisura de su labio.

James sonrió arrogante ante este gesto. La chicaa copió su sonrisa, se acercó a la ventanilla y dijo de forma arrogante:

—Ahora estamos a mano—. Guiñó un ojo— Espero que lo hayas disfrutado, porque es uno de los pocos que recibirás— dijo, antes  de dirigirse a su hogar, contoneando sus caderas.

—¡Comprobaremos eso, castaña! ¡No podrás resistirte a mis encantos, te lo prometo!— le gritó.

Hayley ignoró sus alaridos y siguió su camino. Levantó la mano e hizo un corte de mangas como despedida antes de entrar a su portal.

James arrancó su coche y salió de allí con una sonrisa en los labios y una promesa que cumplir.

—«Serás mía antes de lo que piensas, nena. No te escaparás»—. Pensó en cuanto llegó a su casa y se recostó en la cama.

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⏰ Última actualización: Oct 27, 2019 ⏰

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