03.

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Esta había sido la peor primera mañana del mundo.

Dejé que la canción "Loved You First" de One Direction me consumiera mientras me tumbaba en la cama, aún con una toalla blanca rodeando mi cuerpo y otra mi cabello.

Mi día empezó cuando María me llamó, despertándome y recordándome que llamara a Mateo, del cuál me había olvidado completamente en las últimas horas, y eso hizo que me sintiera mal por dentro.

Como ya no podía dormir decidí darme una ducha, pero como no, algo tenía que pasar en mi camino de ida, y se me calló la ropa por todo el suelo al ir a ciegas.  Las tuve que recoger toda a ciegas y luego estaba tan concentrada en que no se me volviera a caer que me choqué con una pared.

Pero eso no fue todo, ¡No, claro que no!

Cuando entré en el baño de la izquierda, que recordaba que era el mío y el de Ashley para ducharme, descubrí que la puerta del baño no tenía pestillo. Vale, todo bien hasta aquí.

Pero luego pasó lo peor. Mientras me estaba duchando con agua caliente y lavándome el pelo, alguien abrió la puerta. Al principio pensé que se había equivocado y que se había ido, pero al no oír cómo cerraban la puerta, me asusté. Me imaginé que había sido Ashley, que querría coger alguna cosa, pero luego oí su voz.

—¿Jordan, eres tú?—mierda, mierda, mierda, mierda. Era el baño de la derecha, ¡El de la maldita derecha!—. Sólo voy a pasar a coger una cosa y ya te dejo.

El baño era bastante moderno y las puertas de la ducha, aunque estuvieran empañadas, eran de cristal y se podía notar perfectamente que yo no era Jordan. Mi primer impulso fue obviamente taparme con mis manos todo lo que pude y esconderme en un rincón de la ducha, que gracias a dios era tapado por una pared.

No abrí la boca ni me moví de sitio hasta que oí al puerta cerrarse. Corrección: en realidad esperé unos dos minutos más para asegurarme de que no había nadie. Ay Dios mío, habían sido los peores cinco minutos de mi  vida.

Después de eso, nunca olvidaré que mi baño es el de la derecha.

Terminé lo más rápido que pude y envolví mi cuerpo y mi cabeza en toallas. Prácticamente atravesé el pasillo corriendo para que nadie me viera salir de allí, mucho menos Corbyn. Me sorprendí hasta de que no se me hubiera caído la toalla por el camino.

Y aquí he acabado, tumbada en mi cama oyendo una canción de One Direction, y mirando al techo. Al menos no me había confundido de habitación, ya lo que me faltaba.

A todas estas, me incorporé para mirar bien mi habitación, ahora que había subido las persianas y unos claros rayos de luz iluminaban todo mi cuarto.

Como no, era también súper grande. Tenía una cama de matrimonio con las sabanas blancas para mí sola, como siempre había soñado. La ventana estaba a mi derecha, e iluminaba justo mi cama, cosa que me gustaba. El resto del cuarto estaba vacío excepto por un armario—vacío—, unas estanterías—vacías también—y un tocador con un espejo delante, cosa que vendría genial.

Me levanté, agarrando con fuerza la toalla para que no se me cayera y me dirigí primero a mi maleta para coger todos mis neceseres llenos de maquillaje, productos para la pie, el pelo, etc. Los puse todos en mi nuevo—y primer—tocador, ocupándolo por completo.

Me senté y me empecé a maquillar, cambiando todas mis imperfecciones en perfectas, destacando más mis ojos con la línea y pestañas postizas, poniéndome sombra en mis mejillas para que parezcan pómulos, y pinta labios que hacían que mis labios parecieran más gordos y redondos.

Las Reglas De Valeria.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora