||Capitulo 8: Talk Less||

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Alexander cruzaba argumentos con todos en la sala, le enojaba que legalmente no se pudiera hacer nada.

-Alex cariño, si plantamos una denuncia a ese hombre tenemos todas de perder- habló Laffayet poniendo sus manos en la gran mesa.

-¡Tenemos pruebas, argumentos, cartas!

-Pero se sabría la relación que Philip y Francis llevan, al igual que la identidad de Eli, la sexualidad de John y ¿quieres que te diga más?, seguramente la tuya- Habló Mulligan.

Alexander no supo que argumentar, el irlandés tenía toda la razón, los investigarían, tanto a Kinloch como a ellos, muy seguramente los tacharían de locos a todos y no quería ni pensar en lo que pasaría con la opinión pública.

Bufó al darse cuanta de que, primero, no podía hacer nada legalmente para ayudar a su hijo y segundo, que quienes jamás pensó que lo harían le habían ganado un debate.

-•-

Francis se había quedado completamente dormido, a lo que Philip se quedó mirándolo dormir con ira, sabía perfectamente que no se podía hacer nada... hasta que una idea pasó por su mente.

Bajó las escaleras con rapidez, dirigiéndose al comedor, encontrándose con su padre sentado en una silla en la mesa.

Los mayores se dedicaron a mirarlo por unos momentos hasta que el poeta se decidiera a entrar a la habitación. Este suspiró para luego apoyar sus manos en la mesa tratando de relajar su impotencia.

-Está dormido- informó

El comentario llamó la atención de John, quien había estado escuchando el debate anteriormente, a lo que por fin pudo respirar tranquilo.

Esto generó sierra incomodidad en Alexander y Laffayet, quienes no paraban de mirar disimuladamente en dirección de su fallecido amigo

-Lo siento Philip... no se puede hacer nada... - habló su padre poniendo una mano sobre el hombro de su hijo, tratando de expresar sus disculpas.

Philip bajó la mirada, ya sabía que no se podía hacer nada bajo un contexto legal, a menos que se diera en un lugar, y bajo un contexto que dependiera de honor.

-Hay otra forma...- Habló con firmeza

Eliza inmediatamente las intenciones de su hijo, a lo que corrió hacia él, volteándolo para que la mirara, llena de tristeza y algo de enojo.

-Ni lo pienses, Philip, no te lo permito.

-Es algo que debo hacer, si ganásemos nos beneficiaria en gran medida, ese hombre desaparecería, no existiría, no habría más cartas, más miradas, más golpes, peleas, visitas inesperadas, y mucho menos se darían situaciones como la que acaban de pasar.

Fue entonces cuando notó la presencia de Francis en la puerta del cuarto, a lo que Philip se acercó a él instintivamente, quería preguntarle cómo se sentía, pedirle perdón por no haberse quedado con él arriba durmiendo, pero en vez de hacer eso, las palabras salieron de la boca de su amado.

-Si lo retas a duelo... déjame por lo menos ser tu lugarteniente- habló sonriente - vamos a quitarnos a ese... monstruo de encima.

Se abrazaron, la idea no le gustaba a la gran mayoría de personas en la sala, pero no tenían más opción que aceptar la decisión tomada por los jóvenes, sabiendo perfectamente que si ellos no lo hacían, otro integrante más lo haría.

-•-

Los Washington volvieron a su hogar, dirigiéndose Elinar al cuarto que compartía con su esposo.

Se sentó en su escritorio para comenzar a redactar una carta que precisaba enviar desde hace mucho.

"Querida Theodosia...

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