Las Vidas de Bodhi Renacidas (Cap. 1)

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Todos sus pasos estaban perfectamente calculados. Ella parecía realmente sorprendida. Mientras movía sus labios para ofrecerle nuevamente su distante sonrisa educada. "No puedo creer que volvería a verte. Las palabras no pueden describir lo feliz que me siento de verte. Pero me estás desaprobando ".
Donghua asintió y pensó para sí mismo que su redacción era obvia. Era difícil detectar su "alegría" dentro de esa sonrisa rígida. Donghua levantó su mano y le sirvió otra taza de té. Los dos continuaron sentados allí en un incómodo silencio. Pronto, Fengjiu terminó su bebida y alcanzó la tetera en lo que parecía ser una extraña posición de vertido. Donghua levantó la vista y vio que la taza se inclinaba más y más. Cuando la taza se llenó, el té caliente se derramó y salpicó todo sobre su falda blanca.
Donghua apoyó las manos sobre la mesa de piedra, observándola atentamente. 

Al principio, solo había sentido curiosidad cuando la vio mirar la puesta de sol con tal absorción. Había pensado que tal vez el paisaje era diferente desde este punto. Y como ella le pidió que se sentara, él lo hizo. Ahora de repente le divirtió pensar que ella podría estar actuando. Probablemente pensó que él también era una de sus citas a ciegas, pero ya que ella tenia en cuenta sus antecedentes, no podía simplemente espantarlo como lo había hecho con los otros dos. Por eso recurrió hábilmente a esta medida desesperada, no dudó en empapar su propia ropa y así poder excusarse. El té derramado seguía emitiendo vapor en su falda, lo que demostraba que estaba realmente caliente y que ella se había metido en una tarea agotadora.

El apoyó la mejilla en la palma de su mano y se preguntó si ella intentaría huir. Efectivamente, ella le ofreció su típica expresión, que era una mezcla de arrepentimiento, respeto y cortesía, mientras enmascaraba su alegría al decir adiós.
"Qué despreocupado de mí haber derramado el té. Estoy hecha un desastre. Espero que disculpes por marcharme antes, pero vendré a discutir de religión contigo otro día."
El viento trajo consigo el perfume de lotos blancos. Donghua levanto su mirada y le dio la tetera más grande mientras dijo casualmente: "Una taza de té no fue nada; también podrías usar esta. El té ya se había enfriado la última vez que lo sostuve. Derrama todo esto de nuevo en ti misma, a eso le llamaría yo un verdadero lío."
"..."
Donghua Dijun se había retirado durante mucho tiempo a la intimidad del Palacio Taichen. Las hadas más jóvenes no pudieron experimentar su lengua venenosa, pero las generaciones mayores nunca podrán olvidarla. El rey no era muy hablador. Pero cuando sí hablaba, sus palabras perforaban afiladas como la espada en su mano.

Según la leyenda, una vez hubo un dios joven e ignorante, quien pertenecía al Clan de los demonios; el escuchó de la fama de Donghua Dijun. Él valientemente invadió Jiuchongtian un año, deseoso de tener un duelo con Donghua. Pero antes de llegar a las puertas del palacio Taichen, unos guardias lo detuvieron.

Donghua estaba jugando ajedrez por su cuenta en el estanque de lotos en ese momento.
El joven descarado gritó una tormenta, a pesar de estar atrapado, en un esfuerzo para atraer a Donghua.
Cuando Donghua volvió a llamar a sus guardias, el joven gritó aún más fuerte, diciendo cosas como que el cielo era conocido por su maneras honorables, si a Donghua aún le quedara algo de honor, saldría y tendría un duelo uno a uno con él en lugar de estar jugando un solitario.
Cuando Donghua pasaba con la caja de ajedrez en la mano, retrocedió dos pasos y le preguntó al joven en el suelo: "¿Qué ... fue eso que dijiste?"

El joven apretó los dientes. "¡Honor! ¡Dije honor!

Donghua levantó los talones y siguió caminando. "¿Que es eso? Nunca lo oí."
El joven tuvo problemas para respirar; se desmayó inconsciente en el acto.

Fengjiu solo pudo recordar esta anécdota tres días después, cuando estaba en el Palacio de Qing'yun observando a su tía disciplinar a su hijo.

El palacio de Qing'yun era donde residían Bai Qian y el amado hijo de Yehua. Él también se conocía como su Alteza el Príncipe Ah Li.

Tres Vidas Tres Mundos, El libro de AlmohadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora