¿Dónde estamos?
Eché un vistazo a nuestro al rededor, pero no había mucho solo una carretera rodeada de urbanizaciones. No habían indicaciones de ningún tipo y tampoco sabíamos como llegar a nuestro principal destino... Que desastre.
Suspiré agotada y me senté en el bordillo que separaba una ancha acera de la carretera. Necesitábamos pensar, podríamos llamar a un taxi pero ni siquiera sabemos la dirección, tampoco se ve que la urbanización tenga ningún nombre.
-Podríamos entrar...-Propuso Annie no muy segura.
-¿A dónde? No creo que nadie nos vaya a acoger por nuestra cara bonita y no podemos gastarnos dinero.
-No me refería a eso idiota, tal vez nos podrían dar alguna dirección para llamar a un taxi o al menos decirnos donde demonios estamos.
Me levanté de golpe, pegando un salto y haciendo que Annie se asustara un poco. Me giré hacia ella y la cogí de los hombros zarandeándola sin parar.
-ANNIE, ERES UN GENIO, TE JURO QUE SI FUERAS UN TÍO ME CASARÍA CONTIGO.
-¿Por qué? Existe el matrimonio homosexual. -Rió.
Idiota.
Entramos a la urbanización que teníamos detrás nuestra. Estaba compuesta por una interminable hilera de casas-mansiones. En serio, no se veía el final.
-¿Por dónde empezamos? ¿A cuál llamamos? -Preguntó Annie.
-Supongo que estas casas estarán numeradas y...
-¡A la casa 11! -Exclamó.
-¿Por qué a la 11?
-No sé, tal vez es nuestro número de la suerte.
Y eso hicimos, caminamos hasta la casa-mansión número 11. Tenía un jardín enorme, casi que te podías perder en él, había un caminito desde la verja hasta la casa con una gran fuente en el medio, y sus alrededores estaban llenos de árboles, posiblemente con bastantes años de antigüedad. La verja estaba ligeramente abierta, así que entramos. Desde dentro, todo aquello parecía mucho mas grande, te hacía sentir como si la distancia entre los cuatro muros que rodeaban la casa te tragara. Como si no existiera el exterior.
Llegamos a la puerta de la casa-mansión. Annie llamó al timbre y un pitido resonó cerca de nuestros oídos.
...
Nada
¿No hay nadie?
Anne y yo nos miramos confundidas. Era extraño que no hubiera nadie, este tipo de casas suelen tener como mínimo una persona que se encargue de ellas. Hasta nosotros teníamos y no era tan grande.
Tal vez... podría llamar a mis padres o a Marie... No, no los echas de menos, esta es tu nueva vida, olvídalo.
Es de risa. Mi nueva vida es estar perdida en vete tu a saber dónde (por algo estoy perdida) (oh claro, muy lista Bibi, un aplauso por tu inteligencia)
El sonido de un motor sonó por detrás nuestra. Eché un vistazo a mi al rededor, buscando un sitio donde poder escondernos. La adrenalina corría por mis venas, vi unos arbustos que dejaban un poco de espacio detrás de sí. Empujé a Annie hacia ellos.
-¡Escondete!
-¿Qué? ¿Por qu...
-Solo hazlo.
Annie se escondió entre los arbustos y yo salté, siguiéndola. Una moto apareció a través de la verja.
-¿Por qué nos escondemos? -Susurró Annie.
No lo sabía, solo había sido un instinto.
-Shh.
El hombre cruzó el jardín, aparcó la moto al lado de la casa-mansión y se bajó de ella, miró en nuestras dirección, cosa que hizo que ahogara un grito y escondiera la cabeza bajo las ramas.
Puaj, ¿me acabo de tragar una hormiga?
Intenté escupir sin hacer ruido, fallido.
-¿Qué haces? -Susurró Annie.
-Creo que me he tragado una hormiga -Hice una mueca de asco.
-¿¡Qué!? ¿Aquí hay hormigas? -Dijo Annie elevando un poco la voz.
-Shh, que nos va a oir.
-¿Se puede saber qué estáis haciendo?
Una voz ronca y sexy sonó a nuestro al rededor, al principio pensé que había sido yo pero ¿Qué diablos? Mi voz no es tan sexy. Oh, oh.
Annie y yo nos miramos sorprendidas por unos segundos y levantamos la mirada para observar a su propietario.
Jamás hubiera esperado encontrarme al idiota más idiota y arrogante del mundo de los idiotas y arrogantes. Nos miraba confuso, con una ceja alzada.
Pegué un grito y me levanté de golpe, él retrocedió sorprendido y Annie se levantó lentamente. El chico fijó su mirada en mi pelo, su sonrisa fue aumentando, mientras mordía su labio inferior y de golpe se echó a reír, a carcajadas.
-Tú... tú...-Dijo entre carcajadas.
-¿De... de que te ríes?-Noté como el calor inundaba mis mejillas por la rabia.
Él paró de reírse, aún con una sonrisa en sus labios, se acercó poco a poco hasta que estuvimos a unos pocos centímetros, me perdí en sus ojos, sus preciosos ojos verdes y noté como el calor de mis mejillas aumentaba, pero esta vez no de la misma manera. Llevó una mano a mi pelo y noté un pequeño tirón. Una hoja apareció ante mis ojos.
-Tienes hojas en el pelo -Sonrió.
Fruncí el ceño, idiota. Intenté quitarme todas las hojas del pelo y le lancé una mirada asesina.
-¿Qué estás haciendo aquí?
-Eso mismo me gustaría preguntaros -Sonrió- Esta es mi casa.
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Lost In Your Eyes.
Teen FictionBibi Jones era la típica chica rica, inteligente y como no, la niña de papá. O eso es lo que le han enseñado ser. Cuando cumple la mayoría de edad, decide irse a América con su mejor amiga, dejando todo atrás, para aprender a vivir, a ser libre, a e...