¿Tu casa?- preguntó Annie sorprendida.
-Sí, mi casa.
-Pero... esta no puede ser tu casa- Negué.
-¿Por qué no? ¿No doy el pego?-Rió.
-No.
-Bueno, pues es mi casa ¿Vais a decirme ya que estáis haciendo aquí?
-Pero no subiste a nuestro avión -Dijo Annie, extrañada- ¿Cómo has llegado?
-Mmm, ya bueno, sobre eso... Espera, no me cambiéis de tema ¿Qué demonios estáis haciendo aquí?
Miré a Annie preocupada, esto no iba a salir bien. El chico me miró con una sonrisa de oreja a oreja, le miré desafiante con el ceño fruncido. No quería saber con que saldría ahora.
-No os habréis enamorado de mí y me habréis seguido, ¿Verdad?-Sonrió pícaramente.
Predecible.
-Mira, señor idiota arrogante del aeropuerto, no tenemos tiempo para tus tonterías, así que di nos donde estamos o ayudanos a llamar a un taxi.-Escupí enfurecida.
-¿Taxi? ¿Dónde tenéis que ir?
Suspiré, intentando relajarme.
-Tenemos un apartamento cerca de Seal Beach.
Nos miró pensativo por un momento y después sonrió ampliamente.
-Yo os llevo. -Sonrió.
¿Qué? Abrí los ojos poniéndolos como platos, sorprendida ¿El idiota arrogante ofreciéndonos ayuda? Que alguien me pellizque.
-¿De verdad? - Preguntó Annie ilusionada.
-Claro.
-¿Dónde está la trampa? -Fruncí el ceño.
El me miró, confundido al principio, después sus ojos emitieron un destello y sus comisuras se elevaron formando una sonrisa. Había trampa.
-Una cita. Tú y yo ¿Qué te parece? -Sonrió pícaramente.
¡Já! ¿Una cita? Ni en broma, antes preferiría saltar desde un edificio de 40 metros, atada en un camión con la insignia de "pollos planes" y un mono bailando en su interior, sería más bonito.
-Me parece que ese casco -el de la moto- te ha debido de apretar demasiado y ahora tienes alucinaciones.
Él rió y se acercó poco a poco a mí hasta quedar a pocos centímetros, noté como comenzaban a sudarme las manos, como mi corazón aumentaba su ritmo y como el calor inundaba mis mejillas. Él se dio cuenta de mi estado y sonrió para acercarse un poco más, hasta que nuestras frentes estaban juntas y nuestra respiración se había mezclado.
-Cielito, era una broma, jamás saldría con alguien como tú.
Espera, espera, espera... ¿Alguien como yo?
El idiota arrogante se alejó y comenzó a reírse a carcajadas. De nuevo el calor inundó mis mejillas, pero esta vez de rabia. Estúpido, estúpido, estúpido, estúpido, estúpido. Le iba a dar su merecido. Alcé el puño, desde detrás de mí, cogiendo carrerilla, cogiendo velocidad, directo a su estómago. Mi puño entró en contacto con la suave tela de su camiseta y descargué toda mi rabia en el golpe, algo duro chocó contra mi puño haciendo que apareciera un dolor punzante en este. El idiota arrogante me miraba sorprendido y confundido, hasta que se dio cuenta de la situación y comenzó a reírse de nuevo. Este chico me exasperaba tanto que me daban ganas de tirarle un panal de avispas en su perfecta cabeza.
Solté un gruñido y me di la vuelta enfurecida, miré a Annie de reojo que me miraba sonriente (oh, vamos) y comencé a caminar. No necesitaba su ayuda, lo conseguiría yo sola.
-Princesa, vuelve, puedo llevaros no está muy lejos- Dijo detrás de mí.
¿Princesa? puaj.
-No necesito tu ayuda, puedo hacerlo yo sola...
Unas manos viajaron al rededor de mi cintura, elevándome con facilidad. Maldito idiota arrogante.
Comencé a gritar y a patalear pero él apretó el agarre, dio la vuelta y comenzó a caminar. El pelo me tapaba la vista, mis piernas colgaban dando patadas al aire y mis manos estaban en el brazo que rodeaba mi cintura, intentando liberarme.
-¿Qué demonios estás haciendo?- Escupí.
-Relajate y disfruta del paseo princesa.
-Aj, no me vuelvas a llamar princesa.
-¿Por qué? ¿Te enamora?
-Más quisieras.
Levanté la cabeza echando mi pelo hacia atrás. Estábamos en frente de una gran puerta blanca, parecía de un garaje. Miré hacia atrás y allí estaba Annie, mirándome con una expresión divertida. Bufé mientras observaba como la puerta del garaje se abría dejando ver un deportivo rojo.
Entramos dentro y el idiota me sentó en el asiento del copiloto.
Ah, no. No pensaba ir a su lado, ni en broma, me niego.
Intenté levantarme y abrir la puerta del coche para poder salir, pero antes de poder decir misión cumplida, él pasó su mano por delante y presionó en mi estómago empujandome suavemente hacia atrás, me puso el cinturón y sonrió.
-No te contengas, princesa.
-No me llames princesa -Gruñí.
-Bueno, no sé tu nombre. Yo soy Patrick, por cierto.
-Bien, tampoco me interesa, no pienso volverte a ver.
Él sonrió, arrancó el coche, que bajó su capó y se convirtió en un descapotable, salió de la urbanización y llegó a la carretera justo cuando 'Sing!' de Ed Sheeran, comenzó a sonar. Miré a Annie que estaba en la parte trasera del coche. Sonreí y las dos empezamos a tararear.
-Podéis cantar si queréis, no me importa.
-Jamás cantaría delante de ti.
-No es lo que suelen decir todas -Sonrió.
¿Todas? ¿No me digas que también es un mujeriego? Puf, es obvio que sí, va con su carácter utilizar a las mujeres. Genial.
-Claro...
-¿Sabes que aún no me has dicho tu nombre?
-Ni pienso hacerlo.
-¿Por qué? Las princesas como tú deberían tener una mejor educación -Sonrió
Bufé, incluso en América me decían como debía comportarme. Menuda mierda.
-Si he venido hasta América ha sido para olvidarme de toda esa mierda de la educación, y no me llames princesa -Suspiré cansada.
Noté su mirada en mí, se la devolví y fue cuando me di cuenta de que me miraba serio, curioso, la expresión divertida había desaparecido y ahora tenía una pensativa. Él apartó la mirada y suspiró. Parece que él también tiene sus demonios...
-Bibi...
Él me miró sorprendido, alternando su mirada entre mis ojos y la carretera, Long Way Home de 5sos comenzó a sonar, el viento acariciaba mi pelo enviándome una sensación muy agradable de libertad, por fin, era la primera vez en mi vida que me sentía libre, sin cadenas. Cerré los ojos y saqué una mano por la ventanilla, sintiendo como si acariciara el viento, dejándome llevar. Se sentía increíblemente bien. Sonreí.
-Es un nombre raro... es bonito
-Lo sé.
-Se siente muy bien ¿verdad?
-Sí, te sientes libre.
¿Quién lo iba a decir? Tal vez incluso el idiota arrogante podía ser simpático.
Ojalá pudiera quedarme así por siempre...
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Lost In Your Eyes.
Teen FictionBibi Jones era la típica chica rica, inteligente y como no, la niña de papá. O eso es lo que le han enseñado ser. Cuando cumple la mayoría de edad, decide irse a América con su mejor amiga, dejando todo atrás, para aprender a vivir, a ser libre, a e...