Pasado.

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Estamos sentados en el Beverly clásico de don Alberto. El chico, cuyo nombre al parecer es Adam y es alumno de don Alberto y no dice palabra alguna. Temo que esté en estado de shock.

— ¿Estás segura que era un Arsalaí? — pregunta por centésima vez don Alberto.

—Podría reconocerlos con mis ojos cerrados, lo que me interesa saber es de que clan es él. —digo señalando a Adam. -Y que es lo que quieren con él.

—¿Y tu estás seguro que no sabes a que clan perteneces? —preguntó dirigiéndose a Adam. Él sólo niega con la cabeza. Que chico mas lento.

Aún así no deja de ser un misterio para mí. Sin ninguna particularidad o amuleto que lo señale como miembro de un clan, el chico hizo levitar 15 bancas sin siquiera parpadear. Nadie puede controlar tal nivel de energía sin implotar. Recuerdo a mi tatarabuela Buifilia, una sabia iluminada que un día decidió que usar una varita era para perdedores; mi abuela solía contarme que ni siquiera hubo un rastro de ceniza para enterrar.

—Creo... creo que deberíamos ir al orfanato de las Hermanas del Perpetuo Socorro. —Adam espabiló.

Inmediatamente me niego , puede ser que Adam no supiese nada de nada, pero no moriría por él. Hice énfasis en la suerte que tuvimos de salir de ésta, y en que prácticamente somos uno contra quién-sabe-cuántos. Pero para mi sorpresa don Alberto a concuerda con él y comienza a explicar que si queremos saber de que clan proviene Adam, hallaremos pistas buscando a sus padres biológicos.

—Eso si se registraron bajo verdaderos nombres. — Adam y don Alberto me miran feo. Me encojo de hombros — Ustedes no pensaran que en verdad me apellido Medina, o que mi tía se llama Hilda ¿verdad?

— No me tientes Arboribus — me regaña don Alberto. Cierro la boca y dejo que ese sabio hombre nos guíe.

— ¿Arboribus? — pregunta Adam, parece que la confusión es su tono permanente de voz.

Abro la boca para contestar, pero don Alberto me vuelve a ganar.

— Significa " de los árboles", es el apellido de mi familia de... brujas. — No puedo evitar estremecerme ante la última palabra— Auque claro está, brujas es una palabra despectiva.

— ¿Ah si?- pregunta Adam — ¿Por qué?

—No lo sé— le respondo con toda la sorna que soy capaz.— Tal vez por que literalmente significa malvada, o porque no fue hasta hace 100 años que te seguían matando por portar ese nombre, o porque hoy día sigue siendo un insulto, o porque...

—Okay, ¡perdón! —Adam alza sus manos en son de paz. — Entonces... ¿cuál es el término adecuado?

— Ocultistas, aunque cada clan prefiere que le llames por su nombre. — interviene don Alberto.

— O podrías sólo llamarme por MI nombre, para variar— me cruzo de brazos y miro por la ventana. El cielo comienza a nublarse, probablemente llueva.

—¿Y cuál es ése? —pregunta tímidamnete Adam, seguro temiendo de mi reacción.

—Ember.— La ciudad adquiere un tono más apagado por la falta de Sol, como si estuviese reteniendo el aliento.

— Yo soy Adam. Adam Valdéz. — Dice tendiéndome la mano. Está tan ansioso de estar en paz conmigo que no puedo evitar estrechar su mano.

—Perdón, he pasado toda mi vida huyendo por esa palabra.

—¿Puedo preguntar por qué?

— No es una historia bonita — aún así procedo a explicarle un poco.

Al otro lado de la historia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora