UNO

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El pequeño Yoongi se encontraba coloreando un dibujo que él mismo había realizado. Se encontraba sumamente concentrado en ese pedazo de papel y sus lápices de colores, pintando y repasando minuciosamente los contornos de su infantil arte. Su profesora había mencionado que el mejor dibujo iba a recibir un delicioso premio ¡Yoongi amaba los premios!

A sus cortos seis años, Yoongi era un niño muy bien portado, inteligente y responsable. Le encantaba el orden y la limpieza. ¡Pobre de aquel que ensuciaba su carpeta! Pero algo caracterizaba mucho en el niño Yoongi y eso era lo engreído, petulante y superficial de su comportamiento. Odiaba ser superado por otros seres torpes y bulliciosos, odiaba simplemente quedar en segundo lugar y terminar por debajo de alguien. Por eso se propuso en ser el mejor en todo lo que hacía, y ni hablar de su familia, quería ser reconocido como un ejemplar entre sus hermanos mayores. Donde ya no lo iban a comparar e iban a reconocer sus grandes logros.

El sonido del timbre hizo eco en la cabecita de Min, advirtiéndole que el tiempo para terminar su dibujo y bien coloreado había llegado a su fin. Yoongi con una sonrisa ladina soltó su dibujo terminado para ser admirado ante sus oscuros y profundos ojos, lo agarró de nuevo con sus pequeños deditos llevándolo al escritorio de su maestra. Notó como los otros seres hacían lo mismo y se percató que algunos aún se mantenían pintando o al menos terminando su tarea ¡irresponsables! Se quejaba Yoongi en su mente. No se enfadaría, después de todo, él era superior a esas personas desagradables.

La profesora le dedicó una dulce sonrisa a Yoongi y lo felicitó por su trabajo. Yoongi asintió y volvió a posicionarse en su carpeta. Era hora del descanso, así que Yoongi buscó en su lonchera la merienda que le había preparado su padre. Un sándwich de queso y su infaltable jugo de naranja. Yoongi se encontraba feliz por el hecho de que su padre haya incluido en su lonchera trocitos de piña cortados como tanto le gustaban. Comió con lentitud observando su alrededor a través de la ventana. Los otros niños corrían libremente por el patio, sudando en exceso, ensuciándose con el barro, otros se encontraban tan parlanchines y encima gritando.

¡Horror! Ante los pobres ojitos de Yoongi que se ponía a pensar si aquellos niños siquiera tuvieran cerebro. Corriendo y saltando en aquellos charcos sucios de agua ¡pobre ropa!

Yoongi ignoró lo desagradable que eran esos monstruos y se dedicó en acabar su comida. Pasaron los minutos, donde solo Yoongi se encontraba en el salón terminando su merienda. La profesora lo miraba preocupada. No era normal que un niño se aislara tanto de los otros, y que a las justas participara con sus compañeros.

Yoongi siempre le pareció un interesante enigma, tan silencioso, pero a la vez hablaba lo suficiente y la inteligencia que tenía lo hacía ver tan maduro para su edad. Con lo que no contaba, era la soberbia que desbordada aquel niño. Tan persuasivo, engreído y arrogante en un cuerpo tan pequeño. La profesora una vez le había regañado por reírse de la caída de uno de sus compañeros, es que le faltaba mucha empatía al niño Min. También notó el empeño que le ponía a sus tareas, queriendo siempre ser el mejor, así que por ese lado la maestra lo admiraba. Aunque a veces le preocupaba en lo que se comenzaba a convertir Yoongi, tan separado de todos, haciendo inferior a los demás.

—Yoongi. —Habló la profesora, tratando de ser muy sutil al preguntarle a Yoongi sus dudas, lo menos que quería era lastimarlo.

—¿Sí, maestra? —Respondió Yoongi, dejando su sándwich.

—¿Por qué no sales a jugar con los otros niños? El clima se ve tan agradable hoy. —La profesora le otorgó una sonrisa, enfatizando la palabra jugar.

Mirándote 「Yoonseok」Where stories live. Discover now