TRES

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Yoongi se encontraba recostado en su cama, abrazando su almohada con suave fuerza. Sus lágrimas no paraban de salir después de lo ocurrido en clases. Sus pequeñas y pálidas manos se apretaron y apegaron mucho más a la pobre almohada. No entendía por qué se comportaba de esa forma. La culpa se apoderó e instaló en el fondo de su pequeño cuerpecito cuando en todo el transcurso del día no vio a Hoseok, y lo peor era que recordaba vivamente los ojos enrojecidos y llenos de lagrimillas del pueblerino.

Quería disculparse adecuadamente, decirle que lo único que quería hacer era preguntarle cuáles fueron sus métodos de estudio, no destruir un insignificante libro gastado. No quería llegar a tales extremos. ¡Él tenía dinero para comprarle otro libro y mucho más nuevo! ¿por qué tanto drama de aquel pueblerino?

Tonto, tonto y mil veces tonto niño Jung Hoseok que me hace llorar por cosas insignificantes, pensó el niño Min.

¿A dónde habría ido aquel niño? ¿acaso no sabía que al saltarse las clases se le asignaría un castigo? ¿por qué no podía dejar de pensar en un niño bobo e infantil?

Yoongi salió de su calentita cama y se dirigió al baño a lavarse el rostro y despejar de una vez por todas el tormentoso recuerdo de su mal actuar. No, él no podía permitirse siquiera tirar su preciado tiempo pensando en una persona inapreciable.

Además, a nadie de sus compañeros si quiera le importó la presencia de Hoseok, todos seguían su rutina de una forma tranquila y normal. Nada había cambiado, una persona más, una persona menos, no interesaba en realidad. El andar de la Tierra seguía igual, el movimiento de los aires tenía el mismo patrón en su andar, ¿qué era lo que se salió de su molde? Absolutamente todo seguía siendo lo mismo.

Entonces ¿por qué parecía que Jung Hoseok había reacomodado el orden de las estrellas en su pequeña noche azulada?

Min Yoongi nunca había hecho llorar a nadie, ni mucho menos había llorado por otra persona. Yoongi se lanzó con brusquedad el agua reunida en sus manos al rostro. Necesitaba quitar de su mente los lloriqueos molestos de ese despreciable pueblerino. Con resignación, se volvió a acomodar en su confortable y blanda cama, tapándose por completo con las sedosas sábanas. Mentalizándose en que no había hecho nada malo, todo era una exageración.

Por otro lado, un indefenso niño de enormes gafas se encontraba observando el vasto cielo impregnado de oscuridad. Preguntándose por milésima ocasión si aquellos luceros que estaban plasmadas en el firmamento eran almas libres. Aunque sus libros de astrología le explicaban de que no era de esa forma, nadie podía detener las infinitas imaginaciones de un niño.

Así que, quería seguir creyendo que su papá lo estaba saludando.


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—Yoongi, cariño, se te hace tarde. —El pequeño Yoongi se restregó sus ojitos, soltando leves quejidos de fastidio por ser molestado. No pudo dormir con tranquilidad, ya que ciertos ojos cristalizados se aparecían en su mente incontables veces. —Hora de ir a la escuela.

—Está bien. —Respondió Yoongi saliendo de su cama. Vio cómo su madre salía de su habitación arreglándose el peinado que traía puesto, resonando sus altísimos y caros tacones con cada paso.

Yoongi caminó hasta su armario, buscando su uniforme. Como siempre, su atuendo ya se encontraba planchado y doblado de forma adecuada en uno de los cajones del gran mueble. Se vistió de manera pausada, observando el vacío con una pizca de tristeza. A la hora de colocarse la corbata, Yoongi refunfuñaba, se le complicaba demasiado y él odiaba no poder dominar algo tan sencillo como ponerse una tonta corbata, por ello, lo volvió a doblar rendido y lo guardó en su impecable mochila. Cuando Yoongi creyó verse presentable, antes de salir de su pieza, se dirigió a su mesita de noche. Dudoso en lo que iba a hacer, abrió una de las gavetas, topándose con una de sus varias alcancías llenas de dinero que anduvo ahorrando con las propinas que le daba su familia.

Mirándote 「Yoonseok」Where stories live. Discover now