Prólogo.

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Maia era libre.

Si, un alma rebelde.

Y ahora su pelo volaba libre, al viento. Esas ondas tan definidas de un color castaño muy peculiar, eran acariciadas por la brisa del aire, que soplaba al ritmo que corría la moto.

Iba agarrada a la cintura de Jeydon.

Si, Jeydon Wale.

Los rumores de la gente hablan por sí solos. Quizás él la volvió rebelde. Quizás no. Quizás solo fue ella.

La vida tiene diferentes etapas. Nacemos, crecemos y morimos. Y en cada una de las etapas hay cambios.

Y ella lo ha hecho.

De niña a mujer.

La moto gira, en un brusco movimiento. Y el pelo de Maia se alborota.

Ella cierra esos grandes ojos azules y apoya una mejilla contra la espalda de su novio.

- No corras tanto...

- No te preocupes, la se manejar bien.

Maia aún no creía que hubiera aceptado subir a su moto con él. Y lo mejor, es que no traía ninguno de los dos cascos. Confió en él. Eso es lo que pensaba Maia. Y era normal, pues estaba completamente enamorada.

Una rotonda. Las carreteras de Los Ángeles acostumbran a estar transitado.

Y todo pasa en una milésima de segundo.

Un tráiler.

Enorme, intenta girar.

No puede, es demasiado largo.

Se desvía, se va a caer.

Jeydon se altera, se asusta. Y aún lo complica más. La Aprilia se da la vuelta. Intenta desviarse en dirección contraria, pero lo único que consigue es chocar contra un coche.

Y ¡Pum!Tan solo un segundo.

Un accidente.

Un muerto.

Nueve heridos leves.

Una grave.

*

David estaba sentado en una de las sillas de la habitación. A lado, Cloe. Los dos tristes, muy tristes.

David puso su mano encima de la de su mujer. Esperaban algo, una señal, la llegada del doctor, la de una enfermera, su hija, que despertara. Solo esperaban.

- Harry... - dijo David, abatido - Louis, Liam, Jaxon, Zayn, Eleanor y Danielle gracias por acompañarnos... Es mucho ya lo que hacéis por nuestra hija...

- No nos las de... - dijo Harry - Maia es nuestra amiga... y al oír alboroto, nos asustamos, como es normal. - Y dirigió una leve sonrisa al padre de Maia. En este momento se abrió la puerta. Y todos apuntaron con la mirada, hacia ella.

El doctor entró.- Bueno... - dijo, en un suspiro - La situación es un poco... crítica... - dejó los papeles encima de la mesa, su padre estiró el cuello para averiguar de qué se trataba, pero no logró ver las letras. - Seré breve... - cogió una silla y se sentó delante de las siete personas. - Maia se dio un fuerte golpe en la cabeza. El tumor se extiende cada vez más y creemos... - hizo una pausa. Larga. Demasiado.

- ¡¿Qué creen doctor?! - David alzó la voz, pero Cloe lo agarró del brazo izquierdo.- David Hale... haz el favor... deja... que termine de hablar - dijo, casi con un hilo de voz.

- A su hija solo le quedan dieciséis días de vida. - dijo finalmente. Y David deseó no haber insistido para oír aquellas horribles palabras.

Don't let me go. » h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora