Día uno | Parte dos.

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Maia no contestaba.

- Venga, Maia, anímate. - Harry se acercó y la abrazó. El corazón de ella se aceleró sin saber por qué. Hacía tiempo que su piel no rozaba, tan intensamente, la de Harry.

Para colmo, le dio un fuerte beso en la mejilla. - No me gusta verte así.

- Bueno... va...vale. - Se dirigió hacia las escaleras - pero espérame ¿Sí?

- Tranquila, no me voy sin ti. - le sonrió Harry. Una sonrisa esplendida, como solo él la sabía hacer.

Maia corrió hacia su habitación. Abrió su grande armario.

- Joder, no sé ni a donde vamos. - miró de arriba abajo la ropa - ¿Qué me pongo?

Se volvió a asomar por la escalera.

- ¿Harry? - él se apoyó a la barandilla - ¿Dónde vamos? ¿Qué me pongo?

Él se rió, tirándose el tupé hacia atrás.

- Con cualquier cosa basta... ¿te parece si vamos al cine? Necesitas distraerte con algo.

- Vale... - ella arqueó la boca - Me sigues diciendo lo mismo de cuando salíamos: 'con cualquier cosa basta' - intentó poner voz de hombre, haciendo un gesto gracioso.

- Porque es verdad, con cualquier cosa estás bien... - Maia se sonrojó -

Se volvió a meter en su cuarto y sacó algo de ropa. La tendió en su cama.

- Esto está bien. - cogió las prendas que mejor quedaban y se metió en el baño.

Maia dejó caer el vestido que llevaba, lleno de polvo y medio roto, por el accidente. Igual que sus tacones favoritos.

- Ya los puedo tirar... - murmuró, maldiciendo lo que había pasado.

Se miró, desnuda en el espejo. Y como había pasado el tiempo. Inclinó la cara. Hacía poco estaba con Harry... hacia apenas cuatro años. El agua caliente llenó la bañera. Ella se metió dentro. No se entretuvo mucho como lo solía hacer. Porque esta vez no la esperaban las amigas. Esta vez la esperaba Harry .

*

Harry alzó la vista cuando escuchó el ruido de los tacones chocar contra las baldosas de la escalera.

- ¿Ves? Todo te queda bien.

- No seas pelota. - le dijo Maia cogiendo algo de un cajón.

- No lo soy, solo soy sincero... ya sabes - Maia llevaba un billete de cien dólares en la mano - deja eso. - le dijo Harry frunciendo el ceño - Invito yo.

- Por Dios, estamos en el siglo veintiuno, Harry.

Las mujeres tenemos derecho a pagar.

- Sé que estamos en el siglo veintiuno, pero quiero pagar yo. - Maia negó con la cabeza. Testaruda como siempre - Enserio Maia...

- Enserio, Harry. - repitió ella. Pero en cuanto se dio cuenta, Harry le había quitado el dinero de las manos. - Devuélveme eso.

- Ah, ah... - dijo él negando con la cabeza.

Maia intentó cogerlo. Peleando como dos niños pequeños. Harry tropezó cayendo al suelo.

- Oh madre mía. - Maia se agachó a su altura. No pudo evitar reír. Harry se acarició la cabeza - ¿Estás bien?

- Si... me podrías ayudar en más de reírte de mí, ¿no? - dijo sonriendo.

- Lo siento... - dijo Maia tendiéndole su mano. Harry tiró de ella, haciendo que cayera encima de su fornido cuerpo.

- Toma anda... - le alcanzó el billete - Vamos a hacer como en Italia... ni para ti, ni para mi - le dijo susurrando. Maia tuvo un escalofrió. Y aun tendida encima de Harry, no se dispuso a levantarse - Lo pagamos a medias y ya. Parecemos niños discutiendo así. - no cambió el tono de voz. Haciendo que el corazón de Maia acelerara, como si fuera una adolescente de doce años frente a su primer amor. Harry enroscó uno de sus dedos en un largo mechón del pelo de Maia, retirándoselo, hacia atrás.

- Oh, perdonad... - David se giró - llegué en mal momento.

- No, no, ¡papá! - Maia se levantó rápidamente. Harry riendo, más pausadamente - No...

- No estábamos haciendo nada, David. - le dijo Harry, y Maia aun se sonrojó más.

David los miró algo extraño.

- Papá... de veras.

- Vale, vale... - dijo observando a su hija. Maia cogió las llaves de casa y se dirigió a la puerta.

Se volvió a girar antes, le dio un beso en la mejilla a David.

- Hasta luego.

- Ten cuidado - miró a Harry - Cuídala. Y no llegues tarde, señorita.

- No, papá... - dijo poniendo los ojos en blanco.

Harry la siguió. Abrió la puerta de su coche y dejó entrar a Maia. Ella se sentó en el asiento del copiloto.

- ¿Y qué película vamos a ir a ver? - le preguntó Maia.

- ¿Qué te parece la nueva de 'Predators'?

- ¿De miedo? - dijo Maia arqueando una ceja.

- Ajá. - Harry miró por el retrovisor, haciendo maniobra para salir del puesto donde había aparcado. - Así si tienes miedo te puedes abrazar a mi.

Harry se rió, mientras Maia, se volvía a sonrojar. Una vez más. Giró la cara, avergonzada por que se le subieran los colores, tan seguidamente con Harry.

- No te avergüences. - le dijo Harry - yo adoro cuando te sonrojas. - y le volvió a dedicar una de esas perfectas sonrisas.

Don't let me go. » h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora