Día nueve.

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de bajo pecho color plata con la hebilla negra. Un chaleco, igual, negro. Y sus queridos botines que la habían acompañado en tantísimos eventos. La maquilladora y la peluquera hicieron el resto. Se miró al espejo. Era modesta, pero se encontraba guapa. Y las criticas le daban, ahora más

que nunca, igual. Se vestía como quería, se peinaba como quería y hacía lo que quería. No lo que la gente quería que hiciera. No era como ese tipo de estrellas superficiales y falsas. Alguien la rodeó por detrás. Cruzaron miradas.

- Hola mi amor. - sonrió, inclinando la cabeza para que Harry la pudiera besar.

- Hola... - él aprovechó el vestuario de Maia para darle una cachetada en el culo.

- ¡Ai! - se quejó.

- Mmmh... ¿Así que otro espectáculo en Good Morning America y no me avisas?

- Es solo un evento más. - contestó, cariñosa. - Además, tengo que aprovechar el tiempo que me queda...

- ¿Otra vez con eso? - Harry pareció enfadado.

Alguien entró en el camerino.

- Maia, treinta segundos.

Ella le dio un rápido beso a Harry y se fue corriendo.

- Espera ¿Qué canción cantarás?

- Ya lo verás. - le guiñó el ojo y salió corriendo hacia el escenario.

Harry se quedó en el backstage. Apoyado en una de las cortinas interiores, observaba como Maia hacía su culminante presentación, saliendo de una plataforma enorme. Y preciosa, como solo ella sabía serlo. Harry repasó todo sus movimientos. Ella se plantó frente al público, una marea de gente, que chillaban a la vez y desiguales, a coro, su nombre, o simples gritos.

- Buenos días. - saludó Maia - antes de empezar... - el piano ya se escuchaba des de fondo. - Quiero decirles... - Dedicó una mirada a Harry, justo donde él estaba - que esta canción se la dedico a la persona más importante de mi vida. - suspiró, y ahora el tono de la música subió un poco y ella susurró, lo suficiente como para que él lo pudiera escuchar - Harry.

La letra de Stay empezó a salir de sus cuerdas vocales. La gente la aclamaba, los fans la idolatraban, parecía brillar como nunca. Y ella, ella, Maia, perfecta princesa, le ponía la pasión que siempre le ponía cuando daba un concierto. Pero ahora con más emoción.

Sus ojos se cristalizaron, con cada estrofa a la que avanzaba. Porque aquella letra expresaba lo que sentía de verdad, como lo había pasado sin él, su respuesta hacia la letra de Harry, pues ellos siempre habían hablado mediante las canciones. Enamorados, sabían que nunca habían perdido el contacto, el cariño, aquella chispa que los unía.

Sabían que algún día retornarían a estar juntos. Sabían que estaban hechos el uno para el otro.

La gente balanceaba los brazos al compas de la natural voz de Maia. Y lo hacía prácticamente perfecto, en vivo, aquella potente voz. Cuando la canción disminuyó por el final y solo se sentían los últimos susurros de Maia, al ritmo del piano, la multitud de público pareció volverse loca. Aplausos retumbaron en todo el espacio. Ella volvió a recuperar el sentido, la orientación, se colocó bien algún mechón.

- Gracias. - saludó. - Y antes de irme, quería comunicarles algo, a todos los fans, sea aquí, que estén en el maravilloso público en este momento, o sea en casa.

Se aclaró la garganta. Harry negó con la cabeza y se pasó la mano por el pelo, nervioso, suponiendo lo que iba a hacer.

- No lo hagas. - murmuró.

- Quería decirles que... bueno hace unos días como sabrán...

Harry no podía dejar que comunicara a sus fans que dentro de ocho días podía morir por el trauma que se había desarrollado en ella. Salió corriendo, como nunca había hecho, se encontró en medio del escenario, junto a Maia. Ahora era el centro de atención. El publicó pareció ponerse de acuerdo para callar.

- Eh... - murmuró el presentador - ¡Y aquí nuestro invitado especial! ¡Un aplauso para Harry Horan!

- ¿Qué haces? - dijo Maia, apartando la cara del micro, alzando una ceja.

- No dejaré que les des la noticia a tus fans ¿sabes el sarao que se organizaría? Además, no estamos seguros de nada.

- Hay un setenta y cinco por ciento de posibilidades de que no salga viva de la operación, dentro de una semana. Si eso no te convence...

- La esperanza es lo último que se pierde. - se olvidó del público, del programa, de todo lo que los rodeaba. Cogió a Maia de las manos. - Te quiero, Maia.

- ¡Bésala ya! - gritó alguien del público. Todos los aclamaron.

- ¡Harry! - gritaron un grupo de chicas más cercano a ellos.

Maia y Harry se miraron, divertidos. Harry no lo dudó, no esta vez, no más escondidas, no más pensamientos superficiales. No más. La cogió de las mejillas y la besó. Dominante, fuerte, atractivo, para ambos. El micro cayó al suelo, y los gritos de la gente, de fondo, parecieron que por momentos, iban a romperles los tímpanos. Harry se separó de ella, y sin dejar el coraje a un lado, con el corazón a mil, cogió el micro.

- Maia quería decirles que hace unos días que Maia y yo volvimos. - el publico chilló más al escuchar a Harry. Silvidos de aprobación, y la emoción y los chillidos de los fans de esta hermosa pareja cubrían los abucheos que lo desaprobaban. - Y esta vez, para siempre.

Entrelazó los dedos de su mano con los de Maia, con un brillo en los ojos, contento de la reacción de apoyo del público.

- Gracias. - terminó Harry. Y se volvió para irse con Maia, en esa gran plataforma.

Maia lloraba.

- No creo lo que acabas de hacer. - dijo riendo y llorando a la vez. Lo abrazó. Sintió la calidez de su cuerpo.

- Ya es hora de dejar de esconderse. Y si hay algo que he aprendido de ti, entre otras cosas, es tener el valor de seguir adelante, y expresar lo que sientes, sin temores. - se balancearon un poco, y quedaron reclinados en un mueble. Buscó el mentón de Maia con los dedos y levantó su rostro. - Todo lo que he dicho ahí afuera es verdad.

Y terminó por besarla. Y Maia se moría... estaba segura, se moría, dios, se moría. Pero no de un jodido tumor. No. Si no de amor... de deseo, de pasión, de todo lo que sentía por su niño, por Harry, porque él era su propia vida.

Don't let me go. » h.sDonde viven las historias. Descúbrelo ahora