El Reino Roto #1

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Kate, planeta Egadlia, Sistema Teboct.

El sonido de los motores se apaga cuando la nave se posiciona sobre los pilares de acero que conforman la plataforma, unos segundos después unos puentes se despliegan cubriendo el tramo entre la terminal de aterrizaje y la entrada de la nave. Un timbre resuena por todo el lugar, indicando a los pasajeros que deben desalojar la nave. Una serie de agentes vestidos de color negro hacen acto de presencia, recorren los pasillos hasta dar con el camarote indicado.

La puerta se abre dejando ver a Kate, una joven de cabello negro y ojos café oscuro, cuyo pasado como hija de la realeza estaba cada vez más lejano. Los guardias se acomodan a su alrededor y avanzan a través de los pasillos de la nave, alejando a cualquier curioso que quisiera acercarse a la mujer. Con una postura elegante, ella intenta ignorar las miradas y gestos de desprecio que el resto de pasajeros le dirige.

Para ella, es muy doloroso enfrentarse al pueblo que alguna vez la amó y admiró. No pudo evitar sentir nostalgia por aquellos días de gloria en los que el apellido Caruso no se asociaba a uno de los episodios más oscuros de la historia del Reino. Lucha contra el impulso de soltar sus lágrimas, ella no quiere mostrar su debilidad ante toda esa gente, en su lugar opta por mantener un gesto neutral.

Ella sigue al séquito de guardias hasta adentrarse a la terminal dirigiéndose a la banda mecánica donde los trabajadores empiezan a depositar las maletas de los pasajeros. Pasados unos minutos, ya con su maleta en mano, caminan a la zona de aduanas donde le revisan sus papeles y hacen el chequeo de rutina.

Terminando se dirigen hacia la parte principal del puerto espacial donde para su mala suerte, se encuentra una multitud de periodistas que vinieron a captar su regreso a la capital. Los guardias la ayudan a abrirse paso para llegar hasta la estación de tren, ubicada al otro lado del puerto espacial. Una vez que se aseguran que la mujer aborde el tren, es cuando el séquito se dispersa, dejando a Kate completamente sola en su camarote. Ya en la intimidad de su camarote se permite derramar unas lágrimas, llora por los recuerdos de su vida anterior como soberana, llora por haber perdido el respeto de su pueblo amado por un crimen que no cometió, deja que fluyan las lágrimas hasta que se queda profundamente dormida.

Kate se despierta poco antes de llegar a la estación y observa como el color gris de las paredes del túnel, es reemplazado por paredes cubiertas de granito blanco, indicando la llegada a su destino. El tren desacelera hasta detenerse en una de las 8 plataformas menores, pasado unos segundos, se ve rodeada de una multitud más numerosa que hace unos momentos.

Kate se siente abrumada por la cantidad de personas a su alrededor, el destello proveniente de las cámaras la deslumbra, el calor emanado por la masa de cuerpos juntos dificulta su respiración y los empujones imposibilitan poder salir de la multitud. Ella siente cómo sus músculos se contraen y sus lagrimales se llenan de lágrimas, las manos le empiezan a temblar, su respiración se vuelve cada vez más agitada mientras el asqueroso olor a sudor y perfume inunda su nariz.

Para su alivio, unos guardias aparecen y la sacan de la multitud; ellos la conducen por el último tramo de la estación hasta un vehículo negro que la llevará a su nuevo hogar. Durante el trayecto edificios y negocios van disminuyendo a medida que se acercan a la Zona Residencial.

El vehículo aparca delante de una casa blanca, de dos pisos y una pequeña cochera. A pesar de que la casa no es muy grande, el lugar es bonito y acogedor, situado en un buen vecindario. No es una mansión, ni mucho menos un palacio. Se sienta en el porche junto a sus maletas, observa el ambiente que la rodea: las pequeñas macetas que adornan toda la cuadra, el canto de los pájaros que proviene de los árboles, los niños jugando con una pelota, el hermoso atardecer.

−Hola Alteza.− Dice una voz. Kate dirige una mirada al frente y se encuentra con una mujer muy atractiva de cabello corto rubio cenizo. Sostiene una bandeja con un pequeño pastel glaseado.