~ Golpes ~

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-¡La yuta madre!

Mis manos tiemblan mientras observo como el rostro de Gabriel se pinta de un intenso rojo. Está completamente furioso y en parte entiendo el motivo detrás de eso. Involuntariamente cierro mis manos en un tembloroso puño, preparándome para atacar si fuera necesario, aunque en el fondo sé que sería completamente inútil. ¿Qué podría hacer un flacucho como yo, en contra del metro noventa frente a mí?

-¡Mierda! - camina de un lado para el otro, sujetándose con rabia los cabellos enrulados. Por unos segundos sus ojos verdes se clavan en mi -¿Por qué de entre todas las personas en el mundo tenías que ser vos? ¡Carajo!

Mi cuerpo se estremece por el miedo que recorre mi espalda. Esa mirada, esa fría mirada me lo dice todo, Gabriel me odia y no hay nada que yo pueda hacer para cambiar eso. Mis manos se sacuden mientras que camino lentamente intentando alejarme de él. Jamás había estado tan aterrado en mi vida, nunca, ni cuando los idiotas de sus amigos me golpeaban en la escuela, ni cuando su mismo padre me advirtió que si me acercaba a los terrenos de la manada sería descuartizado sin dudarlo.

-¡¿A dónde te creés que vas?!

Estoy a punto de llorar.

-Gabriel... yo...

-¡La yuta madre! -grita.

Veo como se acerca a mí con paso decidido. Me sujeta por la remera y me levanta como si nada. Mi cabeza se sacude por la fuerza con la que me estampa contra un árbol a mi espalda. El aire de mis pulmones sale de golpe. El dolor es insoportable. Lágrimas resbalan por mis mejillas al verlo frente a mí. Este no es el Gabriel del que me enamoré en secreto, no es el Gabriel que la mayoría del colegio conoce. No es el Gabriel que todo el mundo espera se convierta en el mejor alfa de la manada.

-¿Por qué tenías que ser vos? - pregunta.

-Pe... perdón - respondo rompiendo en llanto.

-¡No llorés, jcarajo! - grita enfurecido.

Gabriel es el hijo del alfa de la manada, el próximo en la línea de sucesión. Una de las cosas que se esperan de él es que encuentre a una bella mujer con la que asentar cabeza y dirigir a la manada, pero en cambio la naturaleza parece haber sido una mierda con nosotros, emparejando no sólo a un hombre lobo de sangre pura con un simple humano, sino que con un joven homosexual que lo único interesante que ha hecho en su vida es pintar grafittis vandalizando lugares y leer hasta que le sangren los ojos en cada minuto libre que tiene.

-¿Un maldito humano es mi compañero? - pregunta más para sí mismo - No lo puedo permitir, esto nadie lo puede saber.

Me levanta de nuevo por la remera y vuelve a estrellarme contra el árbol.

-No voy a decir nada - lloro desesperadamente - pero por favor Gabriel... por favor... no me lastimes.

-¡Mierda!Puedo sentir como su puño se choca contra mi mejilla derecha.

-¡Sos un pedazo de mierda!

Aún recuerdo la primera vez que vi a Gabriel caminar por los pasillos del colegio. Vestía unos pantalones de jean, una camisa a cuadros roja, y unas zapatillas negras. Caminaba con una confianza que provocaba amor y envidia por igual. A pesar de que el pueblo en el que vivimos forma parte del territorio de la Manada Lobo Creciente, a mí no se me permitía alejarme más allá del límite del bosque, por lo que nunca antes había tenido la oportunidad de ver al hijo del alfa en persona, hasta que entró por las puertas de madera del colegio. Desde ese momento me enamoré perdidamente de él.

-Gabriel...por favor.

-Un alfa debe tener herederos, - dijo golpeándome de nuevo en el rostro - un alfa debe ser el ejemplo para los demás miembros de la manada.

Alfa Enamorado. [Quallicchio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora