~ Chocolate ~

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Renato.

Caminamos los dos tomados de las manos.

Esto es alucinante, algo que todavía me resulta por momentos difícil de creer. Gabi me agarra de la mano con orgullo. Una enorme y brillosa sonrisa en su cara, llena de satisfacción. Esos intensos ojos verdes que no dejan de mirarme un sólo segundo, me siento como si fuera lo más increíble que hubiera visto en mucho tiempo. Parece no importarle nada, ni siquiera las miradas de todos los extraños que, con las cejas levantadas y muecas de desaprobación, nos miran al vernos caminar con un paso lento y tranquilo, por el parque principal de la ciudad. Me siento afortunado por primera vez en mucho tiempo. Dichoso de ser amado por alguien como él, que no tiene vergüenza o miedo en lo más mínimo de presumirme al mundo entero como su pareja.

Es de noche ya. La luz de los edificios brillan al fondo, tal como si se tratara de una perfecta postal. La luna enmarcada por el tenue titileo de las estrellas a su alrededor. No decimos nada, no hacemos otra cosa más que caminar por el parque, disfrutando de la compañía del otro. Agotados los dos, después de una larga maratón de besos y caricias. De haber hecho el amor como locos, en cualquier pequeño rincón de mi departamento. Gabriel aprieta ligeramente mi mano, rozando con su pulgar la suave y tersa piel de mis palmas. Una sonrisa traviesa en su cara, que me deja entrever todos los sucios pensamientos que cruzan por su mente. No cabe la menor duda que me enamoré de un lobo feroz y caliente.

—¿En qué pensás, bebu? — pregunta abrazándome por la espalda.

—En los dos —respondo sintiendo el calor de su cuerpo, sus manos aferrarse a mi cintura, su rostro hundirse en mi cuello — En todo lo que pasó entre nosotros. Pero sobre todo en los retos que nos están esperando.

—Sea lo que sea que el futuro tenga preparado para los dos, quiero que sepas que sin importar nada, yo voy a estar a tu lado, Tato. No importa lo difícil de la situación, yo no pienso irme a ningún lado. Prometo luchar junto con vos, apoyarte cuando quieras caer y levantarte si es necesario.

—¿Me lo prometés?

—Te lo prometo, bebu — besa mi cuello — Tené por seguro que voy a dedicar mi vida entera en hacerte el hombre más feliz sobre la faz de la tierra. Solo dejame demostrártelo. A partir de ahora Tato, todos los días de mi vida irán enfocados en convertirme en el hombre que vos merecés. Ya no soy ese joven estúpido de dieciocho, ahora soy un Alfa que sabe perfectamente cómo cuidar de los suyos. Cómo cuidar de lo mejor en mi vida.

Giro mi cuerpo y lo beso. Nuestras bocas rozándose una a la otra. La punta de su lengua dibujando pequeños círculos en mis labios abiertos. No sé cuántas veces hemos hecho esto en las últimas horas, pero algo me queda perfectamente claro, jamás me voy a cansar de hacerlo. No entiendo cómo pude pensar en vivir sin él. Gabriel lo es todo para mí, la parte faltante en mi vida. Ese motor que me impulsa a continuar caminando a un nuevo y reluciente futuro. Es cierto que ambos tenemos un pasado turbio, pero al final no es cómo iniciás tu historia lo que te define como ser humano, sino cómo decidís terminarla.

Quiero pasar el resto de mis días con él, de eso no hay duda ya. Quiero poder ser testigo de sus despertares, acariciar la piel desnuda de su cuerpo mientras hacemos el amor, abrazarlo cuando se me dé la gana, jugar con él como nenes chiquitos. Quiero hacer tantas cosas que sólo el tiempo dirá si todas esas fantasías e ilusiones se harán realidad. Lo único que le pido a Dios y al destino es que nos dejen disfrutar de esta felicidad que nos quema por dentro.

—Te amo tanto, Renato.

—Y yo a vos, Gabriel.

Me sonríe. Nuestras narices rozándose en un beso de esquimal.

Alfa Enamorado. [Quallicchio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora