~ Mirada ~

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Renato.

—Me quiero morir.

—No seas tan exagerado, Tato, — la voz de Agustina llega desde la cocina del departamento — no es como para que te pongas así.

—¿Que no es para tanto? — pregunto sacando la cabeza de entre las frazadas — ¿no escuchaste nada de lo que te acabo de contar? Hice el mayor papelón de mi vida, no creo poder mirarlo de nuevo a los ojos.

—Qué dramático sos.

Soy un iluso.

Sí, eso es lo que soy. Un estúpido que pensó en algo que al final no podría pasar. No me cabe la menor duda que tengo tan mala suerte, que haga lo que haga jamás podré sentir y vivir lo que los demás a mi alrededor viven tan intensamente. ¿Es que de verdad nunca podré ser feliz de la manera que tanto lo deseo? Después de todo por lo que he estado viviendo ¿nunca encontraré la felicidad? No espero nada tan espectacular, ni mucho menos. La verdad es que no me imagino viviendo un cuento de hadas como los que te pinta Disney con sus estúpidas películas para niños, tan sólo quiero a una persona que pueda llegar a sentir algo por mí, por este pobre joven que vive en la más absoluta y cruel soledad, que desea tanto un abrazo, una sonrisa y un beso. Quiero sentirme una persona amada y deseada, ser el centro del mundo para esa persona que haría todo por hacerme feliz, despertarme por las mañanas y ver al indicado a mi lado, con una sonrisa y una mirada de amor en sus ojos. ¿Es que acaso todo eso es demasiado pedir?

—Renato deja de sufrir.

—Es que no sé cómo hacerlo.

—Simple, — responde — dejando de comportarte como un nene de doce años.

—¡Eso no es cierto!

—Llevás todo el día encerrado en mi departamento, llorando por una idiotez.

—Es que ¡ay! — digo arrojándome de nuevo al sillón y cubriéndome con la manta de lana — No sé cómo explicarlo. Me siento mal de sólo pensar en lo que pasó ayer por la noche, fue tan intenso, tan profundo pero al mismo tiempo me siento como un idiota, prácticamente me le tiré encima.

—Fue él el que por poco te besa, — dice Agus sentándose a mi lado y agarrando el control remoto, el televisor de pantalla plana frente a nosotros se enciende mostrando un partido de fútbol— fue él quien te arrinconó contra la pared. ¿Por qué te sentís mal por eso?

—¿Desde cuándo te gustan los deportes?

Agustina cambia de canal.

—No cambiés de tema — dice — ¿Por qué te sentís tan mal? ¿Querías que te besara, que... llegara más lejos?

La verdad es que ni yo mismo sé qué era lo que quería en ese momento.

—No lo sé, — respondo — no voy a negar que Juli es muy sexy e interesante. Creo que estoy sintiendo algo por él, a pesar de llevar menos de una semana de habernos conocido, es algo que se dio por naturaleza, pero al mismo tiempo me siento mal y es lo que no puedo entender.

—¿Mal? — pregunta ella — ¿En qué sentido?

—Es lo que no logro entender — me reclino sobre el respaldo del sillón, con la vista clavada en el televisor frente a mí y en el programa de zombis que aparece en la pantalla— Algo dentro mío se agita cada vez que lo veo. Tenía muchas ganas de besarlo, de que me besara pero... creo que al mismo tiempo me sentía que estaba traicionando a...

—No digas que a Gabriel, — dice frotándose las sienes — por favor no lo digas.

—Sí, — respondo — me sentía como si traicionara a Gabi.

Alfa Enamorado. [Quallicchio]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora