No se daba el lujo de ser él mismo, sólo lo había sido con una persona: aquel niño que, entre silbidos, entonaba una tonta melodía.
(Bungō Stray Dogs no me pertenece, sólo usé los personajes para la historia.
Créditos por la imagen de la portada a...
“Una rana en un estanque no sabe que existe el mar.” –Proverbio japonés.
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— Chuya-san, oiga. —Llamó como por tercera vez un muchacho albino, sacudiendo el cuerpo del contrario con la única intención de despertarlo— Chuya-san, ¡Chuya-san! —Exclamó ya gritando, empujando al otro con fuerza haciendo reaccionara sentándose en su lugar, tomando también con fuerza su cabeza a los pocos segundos al movimiento repentino— Al fin despierta... —Comentó con una sonrisa.
— Es difícil no hacerlo si gritas. —Mencionó como si fuese obvio, el contrario no mencionó el hecho de que lo difícil había sido despertarle. Simplemente se puso de pie en su lugar.
— Pensé que le costaría moverse sin alguien que le guíe, así que vine al terminar mis deberes. —Ofreció con amabilidad, sonriendo de forma honesta.
El pelirrojo lo observó fijamente al nos segundos, no entendiendo muy bien a ese chico que parecía feliz con su forma de vida sirviendo a esa familia, ciertamente le tenía una lealtad de miedo al cabeza de ésta. Todavía no sabía como caracterizarlo, las únicas palabras que le venían a la cabeza eran idiota y conformista.
— Gracias, pero no necesito tu caridad. —Respondió con sequedad, acostándose nuevamente y cubriendo su cuerpo con una de esas suaves sábanas que fue obligado a dejar con anterior.
— No es caridad, es más bien trabajo. —Respondió el albino desviando sus ojos hacía la pared, no negando completamente sus palabras, aunque Chuya lo volvió a ignorar.— Creo que no se lo dije antes pero es mi deber es cuidar del harem, soy el encargado de éste. —Informó y aquello si se ganó la mirada atenta del contrario.
Chuya por su parte se preguntaba cómo alguien con una actitud tan pasiva podría estar a cargo de un trabajo como ese. El albino era atento, sabía explicarse y desenvolverse con facilidad, más eso también podría jugarle en contra como líder. Decidió no juzgarlo por primera impresiones y en su lugar reiterarle su negativa.
— Tampoco necesito que te hagas cargo de mi. —Respondió, de forma cortes pero a la vez hostil— Puedo cuidarme solo, de dónde vengo siempre lo he hecho y prácticamente este lugar es un paraíso en comparación así que estaré bien. —Afirmó de forma rotunda con la espalda pegada a la cama y mirando al techo, más exactamente al bonito candelabro que colgaba de el.
Atsushi se abstuvo de hacer preguntas a la situación, no sería correcto puesto que anteriormente había prometido al chico no hacerlo, la verdad sea dicha: hace algunas horas su jefe le había ordenado acompañar al pelirrojo unos días, a palabras textuales soltó la oración; “parece un chicoque ha pasado por mucho”. Osamu era muy observador, no le extrañó notara los diferentes moretones en su cuerpo así como su aire de hostilidad.