OS 4: Baskin Robbins.

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Peter Quill era un vigoroso y alegre joven de 20 años que amaba la música, el fútbol y pasar tiempo con sus amigos, solía pasar todo el verano totalmente relajado y teniendo miles de aventuras con su grupo. Así había sido desde que tenía 10 años pero ese año sería diferente.

Sí, ese verano Peter no se la pasaría en casa de Rocket con los demás jugando videojuegos ni iría con ellos a la casa en la playa que tenía la familia de Gamora. No, nada de eso. Ese verano Peter necesitaba dinero y sólo tenía una forma de obtenerlo.

-¿Estás seguro? -.

-No tengo de otra, Gamora - suspiró el rubio con un aire de derrota.

El grupo de 5 amigos se encontraba en esos momentos en una de las 3 sucursales de Baskin Robbins que habían en su ciudad. Estaban sentados en una mesa y cada uno tenía un vacito de helado, algunos ya vacios.

-¿Que no puedes conseguir el dinero en otra parte? - cuestionó Rocket poniéndole más atención a su helado con nueces que a su amigo.

-No, Yondu ya dijo que no me dará ni un sólo centavo - recordó recargando su cuerpo en la mesa sin importarle si les estorbaba a los demás.

-¿Y por qué no vendes algo de la basura que tienes? conozco a alguien que compra lo que sea -.

-Rocket - Quill se incorporó y lo miró sumamente serio - ¿por qué vendería mis cosas para comprar otra cosa que igual será mía? ¡eso no tiene sentido! -.

-Habló el sujeto que gasto todo lo que tenía ahorrado en estampillas coleccionables de hace 20 años - habló Drax, el musculoso del grupo.

-¡Eran coleccionables! ¡en otros 20 años valdrán una fortuna! -.

-En 20 años ya habrá pasado el concierto -.

La voz de Gamora le puso fin a discusión que iba a comenzar el rubio y éste, totalmente derrotado y resignado a su destino, se levantó de su asiento y sin decir nada, se dio la vuelta y comenzó a alejarse.

-¡Suerte Peter! -.

Las palabras de Mantis en lugar de ayudarlo, lo hicieron sentir más miserable e incapaz de cambiar su cruel destino. El chico se acerco al mostrador donde atendía una chica de cabello negro.

-Hola, quisiera hablar con el gerente - dijo sin ganas, con los ojos mirando al suelo y la boca un poco torcida.

La chica lo miró con extrañeza y prosiguió a llamar al gerente, quien no tardo en aparecer.

-¡Ah! Peter que bueno ver que llegaste a tiempo - sonrió el hombre de camisa amarillenta a cuadros y metida en el pantalón.

-Hola señor Benett - saludó aún sin ganas. Sabía que no era bueno para su imagen pero no podía evitarlo.

-Ya que estas aquí empecemos - sonrió y miró a la chica - Hope, él es Peter Quill, comenzará a trabajar aquí desde mañana -.

-Hola... - Peter intento sonreír un poco porque si algo quería, era llevarse bien con sus compañeros para al menos así pasar algunos buenos ratos en el trabajo.

La chica llamada Hope sólo lo miró de arriba a abajo y sonrió levemente levantando las cejas como único saludo. Peter sintió que eso era un "Hola, diría mucho gusto pero la verdad no lo es".

-Ven, te presentaré a quien te supervisará mientras te acostumbras - el gerente apunto a la parte trasera que daba a la cocina.

Peter, pidiéndole permiso a Hope, paso del otro lado del mostrador y siguió al gerente a la cocina. Era un lugar mucho más grande de lo que llegó a pensar en un principio. Había un refrigerador enorme, una mesa donde sólo habían licuadoras y waffleras, alacenas donde seguramente guardaban los tazones y vasos desechables y otra mesa con dos cafeteras y demás cosas para preparar café. Toda la cocina, incluyendo las mesas, eran de color blanco.

Star-Ant Week 2018Donde viven las historias. Descúbrelo ahora