La llegada.

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Al fin había terminado de empacar, había ocupado gran parte de la mañana en ello, en ese momento eran las 11:00 a.m y mi tren salía a las 12:00 p.m, salí de la residencia y me subí al taxi que había pedido, me había tomado solo treinta minutos el llegar a la estación, aparentemente nadie más aparte de mi tenía el mismo destino, cuando faltaban solo cinco minutos para que saliera el tren me subí, solo cargaba conmigo una maleta azul con correa, ya que era lo suficientemente grande como para que entrasen cinco mudas de ropa, planeaba quedarme dos semanas, también planeaba lavar, así que todo estaba bien con la cantidad de ropa que había decidido llevar.

Durante el viaje contemplé el paisaje que se observaba a través de la ventana, saqué mi teléfono y tomé algunas fotografías como recuerdos, recuerdos que podía mostrar a otros.

El tren se detuvo en la estación y como ya sabia fui el único en bajar, no se veía nada más que árboles alrededor, aunque si se lograba vislumbrar un camino, después de caminar alrededor de un kilómetro por este, al fin había llegado al pueblo, Yagi me había mandado una fotografía de la casa en la que me iba a quedar, le pregunté a un solo pueblerino y me logro indicar con exactitud donde estaba, podía calcular que solo habían alrededor de quinientos habitantes en ese lugar, logre llegar al lugar, no se veía como si se fuese a derrumbar, así que estaba bien, entré, estaba completamente solitario y silencioso, deje mi equipaje en lo que considere la habitación y salí a andar, muy cerca del pueblo había una colina que daba a un templo, según lo que me habían dicho unos habitantes, los niños que iban al templo lograban ver al dios alado Hawks, decían que no era un dios maligno ya que los niños que lo veían regresaban y decían que había jugado con ellos, pero claro que para algunos padres la idea de un extraño, incluso si es un dios, jugando con sus hijos no era muy agradable, yo tenía hijos, bueno, tengo hijos, cuatro para ser exactos, así que lograba comprender un poco de ese sentimiento protector, mis hijos me detestaban, pero aún los seguía amando, eran mis hijos después de todo, tienen mis genes y los de mi esposa, la cual también me odiaba, todos por la misma razón, mi trabajo.
Soy un detective en un precinto de Musutafu, debido a ello realmente no pase gran parte del crecimiento de mis hijos con ellos y para Rei, mi esposa, fue un total estrés tener que cuidar de nuestros hijos sola, tomando también en cuenta que no nos casamos porque nos amáramos, si no por un matrimonio arreglado por los padres de ambos, puedo también mencionar que mis hijos aparte de odiarme por no pasar tiempo con ellos, me odian por que cuando pase tiempo con ellos, los presione mucho, quería que tuvieran éxito y tomé malas decisiones para ello.

Esa es una de las razones por las que me encontraba aquí, la segunda es porque me dieron vacaciones en el trabajo debido a una herida de bala que me hicieron cuando investigaba un caso de homicidio, Rei se encontraba cuidando de nuestros hijos en la residencia junto con dos amigas de ella, las cuales son las madres de dos compañeros de Shoto, de esa forma ella no se sentiría estresada, planeaba descansar en casa y pasar tiempo con mi familia, pero ellos no querían, así que así fue como había legado aquí.

Terminando mis pensamientos y terminando el recorrido, había cruzado el pueblo entero, fue un poco más rápido de lo que creí, también había llegado al comienzo de las escaleras de la colina, como no me dolía la herida y quería seguir caminando subí la colina hasta el templo, la cima era muy plana, la vista que se obtenía desde allá arriba era magnífica, pero como estaba colocado en una dirección en la que no se alcanzaba a ver el pueblo tuve qué pasar a través de los árboles del alrededor para llegar a la orilla oeste y lograr verlo, saque mi teléfono con la intención de tomar una foto, estaba a punto de presionar el botón para capturar cuando de pronto una mano sujeto mi teléfono y me lo arrebato, cuando gire mi cabeza para ver no supe si mis ojos me estaban engañando, era un joven, en sus veintitantos, rubio, llevaba una playera pegada negra de mangas cortas y un hakama gris, pero lo más importante, tenía unas preciosas alas rojas, las tenía contraídas hacía si mismo, pero se veía que si las estiraba alcanzarían los 3 metros de un extremo a otro, lo observé mientras él analizaba mi teléfono, como si fuese la primera vez que veía tal artefacto, este debía ser el dios del templo, su nombre era Hawks, lo mire fascinado y confundido, recuperé el sentido cuando de pronto escuché el sonido de la cámara, le quite el teléfono de las manos y vi que me había fotografiado, estaba a punto de borrarla cuando de pronto tomó el teléfono y alzó el vuelo, lo perdí de vista como al mismo tiempo perdí mi celular... y mis ánimos.

Mientras bajaba de la colina empecé a enfurecer, no supe porque exactamente, si por perder mi celular o por estar en un maldito pueblo a mitad de la nada solo porque mi familia no me quiere en mi propia casa. Trate de tranquilizarme antes de llegar para así no destruir nada, puesto que la casa ni siquiera era mía, aunque pensándolo bien, no me molestaría destruir la casa de Yagi, antes de que el resultara herido de gravedad y quedara incapacitado, el era el detective número uno y yo, el número dos, nos conocemos desde la secundaria así que fuimos amigos, pero en el trabajo nos volvimos rivales, bueno, yo lo comencé a considerar mi rival, el siguió tratándome bien, justo como en la secundaria. De pronto me entró la culpa, debería tratar mejor a Yagi, él realmente se preocupa por mi, llegue a la casa, la oscuridad había invadido el pueblo, las estrellas comenzaban a verse al igual que un cuarto de la luna, era un poco tarde para explorar la casa, supongo, pero igual lo hice en ese momento, eran dos pisos, en el primero estaba la cocina, la sala y una habitación, en el segundo había una segunda habitación, un baño y un balcón, ambas habitaciones tenía futones en los armarios.
Desde el balcón observé que tenía un patio, lías para tender la ropa, lo necesario para lavarla también se encontraba afuera. Era un simple pueblo, pero tenía electricidad, señal telefónica y agua.

Ya que me encontraba en el segundo piso saqué el futon del armario y lo acomode, ni me moleste en revisar si estaba limpio, yo no lo estaba, me ducharía en la mañana y entonces lavaría el futon, me dormí casi al instante, realmente estaba agotado, tanto física como mentalmente.

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Hola, vengo con mi tercer fanfic, esta vez EndeHawks, ya comencé a escribir el siguiente capítulo así que pronto lo terminaré y subiré.

Espero les haya gustado el capítulo y esperen más ;)
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Kami {EndeHawks}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora