Calma

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Los ojos castaños no pararon de ver hacía el techo de la habitación, su mente estaba en blanco y no podía dormir por más casada que su cuerpo se sintiera.

Sus pupilas castañas se dirigieron hacia la izquierda viendo a aquel policía con el que había tenido sexo por segunda vez.

Tenten no podía negarlo en ningún momento, aquella sesión de sexo había sido incluso mejor que la anterior.

Después de haber comido y conversado antes de regresar a su trabajo Neji la invitó a su departamento esa misma noche y como el plan de Hidan lo ameritaba, ella aceptó.

Tenía unas ganas intensas de irse como la primera vez que estaba ahí, era difícil convencerse a si misma de que aquello era real.

El aire en sus pulmones faltó, se sentía ahogándose poco a poco.

Se sentó sobre la cama y apretó los puños sobre los muslos de sus piernas.

—¿Te irás de nuevo de esa manera?

La voz ronca de Neji le hizo abrir los ojos de inmediato, volteó a verlo la expresión con la que la miraba no era ninguna en especial salvo la máscara sería que siempre cargaba.

Tenten lo observó por unos minutos antes de responder con una sonrisa.

—No debes preocuparte, está vez traigo mis propios zapatos.

Volteó hacía en frente dispuesta a irse.

La mano de Neji tomó una de sus muñecas y cuando Tenten volteó vió de nuevo aquella expresión seria.

— Quédate— le susurró y Tenten abrió los ojos de nuevo mientras dejó que él la volviera a colocar sobre la cama y la besó en la boca, Tenten correspondió, y en su mente se formulaba una y otra vez lo mismo, sabía que Hidan había tenido completa razón en aquella situación, aquel policía que la tocaba con delicadeza y pasión en ese momento sólo tenía un objetivo y ese era tener su cuerpo, maldijo mentalmente que eso se sintiera tan bien que se dejaba llevar por él mientras decía su nombre una y otra vez entre gemidos.

Recordó todo antes de aquella noche.

Recordaba aquel vestido color morado a la perfección, claro que había crecido desde ese entonces, era un poco más alta de cuando tenía tan solo dieciséis años y sus pechos crecieron un poco más lo cuál en ese detalle le había parecido bien, podía llenar esa parte sin tener que meter relleno en el como lo había hecho en aquella ocasión.

Sintió de inmediato la presencia conocida sentada en aquel sillón de aquella estancia de la lujosa casa, había estado a inicios de su vida con Hidan viviendo en ella, conocía cada rincón de ella a la perfección, al igual que aquel sótano que la ponía a temblar el sólo imaginarse en el.

—Me alegro que hayas decidido venir—Hidan se acercó a ella sentándose en el mismo sillón extendido en la otra esquina donde Tenten estaba guardando distancia entre ellos.

—Lo dices como si tuviera opción— Tenten no lo miró sólo al centro de vidrio cortado en medios del juego de sillones en aquella sala, era un círculo en forma de pecera y dentro de el habían pelotas de cristal y muchos peces del mismo material.

—Eso no es justo mi querida Tenten me haces ver cómo un maldito— Hidan observó con una sonrisa hacía el centro de mesa y luego a ella de nuevo— no puedes hacerlo, me merezco más de tu gratitud por que decidí perdonar la vida de ese chico.

Tenten volteó rápidamente a verlo con furia en su mirada.

—Te lo dije— entrecerró un poco más los ojos molesta— él no es nada mío, es un error de una noche simplemente,  el muy idiota no lo entendió, es todo.

Rosa NegraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora